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Herme Cerezo

‘El hombre del balcón’ de Sjöwall y Wahlöö: el otro tiempo de la literatura policial sueca

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Sjöwall y Wahlöö. Hace algunos meses ya les reseñé una obra suya: ‘Roseanne’, que me pareció simple y llanamente, espléndida. Ahora se publica otra: ‘El hombre del balcón’. Esta novela, en 1975, ya fue editada en España por la editorial Noguer bajo el título de ‘ El maníaco’. Pero claro, en aquellos años quién iba a leer una novela policiaca escrita por un matrimonio sueco y, además, comunista. Era el otro tiempo de la literatura policial sueca. Pero como ahora todo lo escandinavo (Mankell, Larsson, Persosn, Dahl…) mola, priva, viste y calza, la editorial RBA ha acometido la tarea de reeditar las novelas de los auténticos precursores del genero negro nórdico. Y ¡en buena hora!

La novela es la misma, ignoro por qué el cambio del título, pero la traducción ha sufrido ligeras modificaciones (tengo ambas versiones a la vista). Sin embargo, la sustancia sigue inalterable y la calidad de la obra es indiscutible. Todavía no me he atrevido con Stieg Larsson y sus hombres que no amaban a las mujeres y las chicas de los bidones de gasolina. Lo haré pronto, pero es que Sjöwall y Wahlöö lo tienen todo para mantenerme entretenido de momento: calidad, interés y tamaño adecuado. Me aterran los novelones policiacos de más de trescientas páginas. Creo que algunas de las cualidades inherentes al género policial o negro o negrocriminal, son el dinamismo, la rapidez, la brevedad. Y Sjöwall y Wahlöö las poseen.

El tema de ‘El hombre del balcón’ va de un asesino de niñas. No es desagradable, aunque sea un asunto duro y escabroso, porque el matrimonio sueco no se regocija en los detalles morbosos. Es otra de sus habilidades: decir sin decir. La Christie hacía igual y, quizá por eso, haya tenido, tenga y seguirá teniendo tantos adeptos.

Lo bueno de esta pareja es cómo desarrolla la investigación. Todos los caminos que dibujan ambos escritores parecen llevar al mismo sitio, es decir, a ninguna parte. Pero tienen la suficiente calidad y experiencia en esto de escribir como para conducir al lector por vericuetos de aparente seguro desenlace que, finalmente, resultan erróneos. Con ello consiguen crear una atmósfera de incertidumbre completa, de tal manera que la solución del problema, la detención del asesino, parezca que no se va a producir nunca. Alicia Giménez Bartlett y sus novelas de Petra Delicado saben mucho de esto. Cada paso que Martin Beck y sus compañeros dan en búsqueda de una solución, tiene interés, el interés de lo cotidiano, de lo trivial, de lo que nos tropezamos cada día, cada momento, cada hora. Por si faltaba algo, el matrimonio sueco maneja con extraordinaria habilidad "el arte de lo casual", para demostrar que la solución de unos asesinatos puede depender de un golpe de fortuna, de un tropiezo, de un encuentro fortuito.

Y de la memoria. La memoria de un policía es fundamental en su trabajo. Esa capacidad de asociar recuerdos es un recurso altamente desarrollado en los sabuesos de tinta y papel (me imagino que entre los de carne y hueso también será así). Un pequeño detalle conduce a otro y a otro y a otro, hasta cerrar la estela de concatenaciones que concluyen con el desenlace.

En ‘El hombre del balcón’ vamos a encontrar menos "sociología escandinava" que en otros libros del género policial sueco. Pero no importa. Lo geográfico, el acervo cultural de los hombres y mujeres del norte no tiene relevancia aquí. Cobra mayor relieve la naturaleza humana en general, sus miserias antes que cualquier otra cosa. La lástima, el único pero de esta novela, es que el final de ‘El hombre del balcón’ resulta un tanto fallido. No por malo, sino por lógico y, por tanto, a pesar de las cortinas de humo, previsible.

Las obras de Sjöwall y Wahlöö no están todas editadas actualmente en España. Las antiguas hay que olfatearlas por librerías de lance, ferias de libro de ocasión y rastros dominicales. Conviértanse en detectives por un rato y se divertirán. Busquen las novelas de estos dos suecos, nuevas reeditadas o viejas. Cómprenlas (las viejas les costarán cuatro chavos) y disfrútenlas tanto como yo hago. Pero no olviden que, a partir de ‘El hombre del balcón’ habrá que tener cuidado con los cambios de título pero no de argumento. Si mis datos no fallan el matrimonio escandinavo sólo escribió diez (10) novelas en total. Si las cuentas no les salen, algo anda mal.

Sólo diez, recuérdenlo.

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Sjöwall y Wahlöö: ‘El hombre del balcón’. Páginas 240, 14 euros. Ed. R.B.A., año 2009.

‘El hombre del balcón’ de Sjöwall y Wahlöö: el otro tiempo de la literatura policial sueca

Herme Cerezo
Herme Cerezo
viernes, 8 de mayo de 2009, 07:03 h (CET)
Sjöwall y Wahlöö. Hace algunos meses ya les reseñé una obra suya: ‘Roseanne’, que me pareció simple y llanamente, espléndida. Ahora se publica otra: ‘El hombre del balcón’. Esta novela, en 1975, ya fue editada en España por la editorial Noguer bajo el título de ‘ El maníaco’. Pero claro, en aquellos años quién iba a leer una novela policiaca escrita por un matrimonio sueco y, además, comunista. Era el otro tiempo de la literatura policial sueca. Pero como ahora todo lo escandinavo (Mankell, Larsson, Persosn, Dahl…) mola, priva, viste y calza, la editorial RBA ha acometido la tarea de reeditar las novelas de los auténticos precursores del genero negro nórdico. Y ¡en buena hora!

La novela es la misma, ignoro por qué el cambio del título, pero la traducción ha sufrido ligeras modificaciones (tengo ambas versiones a la vista). Sin embargo, la sustancia sigue inalterable y la calidad de la obra es indiscutible. Todavía no me he atrevido con Stieg Larsson y sus hombres que no amaban a las mujeres y las chicas de los bidones de gasolina. Lo haré pronto, pero es que Sjöwall y Wahlöö lo tienen todo para mantenerme entretenido de momento: calidad, interés y tamaño adecuado. Me aterran los novelones policiacos de más de trescientas páginas. Creo que algunas de las cualidades inherentes al género policial o negro o negrocriminal, son el dinamismo, la rapidez, la brevedad. Y Sjöwall y Wahlöö las poseen.

El tema de ‘El hombre del balcón’ va de un asesino de niñas. No es desagradable, aunque sea un asunto duro y escabroso, porque el matrimonio sueco no se regocija en los detalles morbosos. Es otra de sus habilidades: decir sin decir. La Christie hacía igual y, quizá por eso, haya tenido, tenga y seguirá teniendo tantos adeptos.

Lo bueno de esta pareja es cómo desarrolla la investigación. Todos los caminos que dibujan ambos escritores parecen llevar al mismo sitio, es decir, a ninguna parte. Pero tienen la suficiente calidad y experiencia en esto de escribir como para conducir al lector por vericuetos de aparente seguro desenlace que, finalmente, resultan erróneos. Con ello consiguen crear una atmósfera de incertidumbre completa, de tal manera que la solución del problema, la detención del asesino, parezca que no se va a producir nunca. Alicia Giménez Bartlett y sus novelas de Petra Delicado saben mucho de esto. Cada paso que Martin Beck y sus compañeros dan en búsqueda de una solución, tiene interés, el interés de lo cotidiano, de lo trivial, de lo que nos tropezamos cada día, cada momento, cada hora. Por si faltaba algo, el matrimonio sueco maneja con extraordinaria habilidad "el arte de lo casual", para demostrar que la solución de unos asesinatos puede depender de un golpe de fortuna, de un tropiezo, de un encuentro fortuito.

Y de la memoria. La memoria de un policía es fundamental en su trabajo. Esa capacidad de asociar recuerdos es un recurso altamente desarrollado en los sabuesos de tinta y papel (me imagino que entre los de carne y hueso también será así). Un pequeño detalle conduce a otro y a otro y a otro, hasta cerrar la estela de concatenaciones que concluyen con el desenlace.

En ‘El hombre del balcón’ vamos a encontrar menos "sociología escandinava" que en otros libros del género policial sueco. Pero no importa. Lo geográfico, el acervo cultural de los hombres y mujeres del norte no tiene relevancia aquí. Cobra mayor relieve la naturaleza humana en general, sus miserias antes que cualquier otra cosa. La lástima, el único pero de esta novela, es que el final de ‘El hombre del balcón’ resulta un tanto fallido. No por malo, sino por lógico y, por tanto, a pesar de las cortinas de humo, previsible.

Las obras de Sjöwall y Wahlöö no están todas editadas actualmente en España. Las antiguas hay que olfatearlas por librerías de lance, ferias de libro de ocasión y rastros dominicales. Conviértanse en detectives por un rato y se divertirán. Busquen las novelas de estos dos suecos, nuevas reeditadas o viejas. Cómprenlas (las viejas les costarán cuatro chavos) y disfrútenlas tanto como yo hago. Pero no olviden que, a partir de ‘El hombre del balcón’ habrá que tener cuidado con los cambios de título pero no de argumento. Si mis datos no fallan el matrimonio escandinavo sólo escribió diez (10) novelas en total. Si las cuentas no les salen, algo anda mal.

Sólo diez, recuérdenlo.

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Sjöwall y Wahlöö: ‘El hombre del balcón’. Páginas 240, 14 euros. Ed. R.B.A., año 2009.

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