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Rodrigo Gil-Sabio

Ciudad Real, el balonmano total

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Muchas gracias, BM Ciudad Real, por el grandioso espectáculo ofrecido en Alemania, por esas bellas imágenes con la Copa de Europa arriba y en territorio hostil –en el denominado Infierno del Norte-, que sabe aún mejor. Porque ha sido una final maravillosa, con sus altibajos, sus emociones, sus goles, sus peleas, sus agonías,... hasta el éxtasis.

Y es que ganar en terreno de tu propio enemigo, con un público capaz de casi todo por ver triunfar a los suyos, traspasa la línea del deporte para alcanzar la épica. Porque épico fue el triunfo futbolístico de un Madrid cojo, ensangrentado y con mermado en Pamplona, y épico ha sido el triunfo del BM Ciudad en feudo del THW Kiel alemán, que vivió en sus carnes diez de los minutos más antológicos de un equipo de balonmano en una final para la historia.

El ‘Dream Team’ del balonmano mundial –motor de la selección española- debía remontar fuera dos goles, lo que hacía más cuesta arriba la final de la ‘Champions’. Pero no se arrugó, dominó el partido y mostró un ejercicio táctico por parte de Dusjhebaev sencillamente magistral, de libreto. Y además pidió perdón a la afición alemana en un momento muy caliente tras un feo gesto de uno de sus guerreros. Se nota que éste ha sido cocinero…

Ya en los últimos minutos hubo una tangana propia de equipos, como el Kiel, que no saben perder. En un momento de la trifulca entre ambos, con la montonera de jugadores pegada a la grada, vimos como una energumena y un energúmeno hinchas alemanes cogían de los brazos a los jugadores españoles e intentaban agredirles por detrás. Inadmisible de todo punto. Parecía aquello Tómbola, en vez de una final de balonmano.

Ahí salió la sangre española, y también el temple defendiendo con uñas y dientes su estatus de nuevo campeón para enfriar la caldera de las pasiones, y rematar al vigente campeón y además en sus narices. Una afrenta que, sin duda, tardarán en olvidar los germanos.

Y al final, rendición alemana ante lo evidente con seis goles abajo. Copa de Hombrados al cielo y quinto título en un año para enmarcar, de repóker, diríamos que irrepetible para los manchegos. Toda Ciudad Real –que el domingo se tiró literalmente a la calle- está orgullosa de este título, toda España y yo el primero claro (no tengo ningún familiar allí, que conste), porque este proyecto me parece sensacional, poque hay un gran trabajo detrás por parte del presidente Domingo Díaz de Mera y su equipo, y, ¡qué carajo!, porque hemos ganado a los prepotentes alemanes en su casa y porque se me ha olvidado de un plumazo el disgusto del antipático Bayern en Getafe.

El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes, que dicen por ahí. Pero el balomnano es un deporte de siete contra siete que, aunque se juegue en el Infierno del Norte, siempre ganan los españoles, que digo yo.

Esta vez los de Ciudad Real (y otras veces el Barça, el Bidasoa, el Portland o el que sea), sí, que aunque no puedan presumir de superequipo de fútbol, tienen un equipo de balomnano para quitarse el sombrero. Porque tienen a un grupo de gladiadores que ha conquistado el ‘Imperio’ desde la línea de 7 metros.

Ciudad Real, el balonmano total

Rodrigo Gil-Sabio
Rodrigo Gil
martes, 13 de mayo de 2008, 06:47 h (CET)
Muchas gracias, BM Ciudad Real, por el grandioso espectáculo ofrecido en Alemania, por esas bellas imágenes con la Copa de Europa arriba y en territorio hostil –en el denominado Infierno del Norte-, que sabe aún mejor. Porque ha sido una final maravillosa, con sus altibajos, sus emociones, sus goles, sus peleas, sus agonías,... hasta el éxtasis.

Y es que ganar en terreno de tu propio enemigo, con un público capaz de casi todo por ver triunfar a los suyos, traspasa la línea del deporte para alcanzar la épica. Porque épico fue el triunfo futbolístico de un Madrid cojo, ensangrentado y con mermado en Pamplona, y épico ha sido el triunfo del BM Ciudad en feudo del THW Kiel alemán, que vivió en sus carnes diez de los minutos más antológicos de un equipo de balonmano en una final para la historia.

El ‘Dream Team’ del balonmano mundial –motor de la selección española- debía remontar fuera dos goles, lo que hacía más cuesta arriba la final de la ‘Champions’. Pero no se arrugó, dominó el partido y mostró un ejercicio táctico por parte de Dusjhebaev sencillamente magistral, de libreto. Y además pidió perdón a la afición alemana en un momento muy caliente tras un feo gesto de uno de sus guerreros. Se nota que éste ha sido cocinero…

Ya en los últimos minutos hubo una tangana propia de equipos, como el Kiel, que no saben perder. En un momento de la trifulca entre ambos, con la montonera de jugadores pegada a la grada, vimos como una energumena y un energúmeno hinchas alemanes cogían de los brazos a los jugadores españoles e intentaban agredirles por detrás. Inadmisible de todo punto. Parecía aquello Tómbola, en vez de una final de balonmano.

Ahí salió la sangre española, y también el temple defendiendo con uñas y dientes su estatus de nuevo campeón para enfriar la caldera de las pasiones, y rematar al vigente campeón y además en sus narices. Una afrenta que, sin duda, tardarán en olvidar los germanos.

Y al final, rendición alemana ante lo evidente con seis goles abajo. Copa de Hombrados al cielo y quinto título en un año para enmarcar, de repóker, diríamos que irrepetible para los manchegos. Toda Ciudad Real –que el domingo se tiró literalmente a la calle- está orgullosa de este título, toda España y yo el primero claro (no tengo ningún familiar allí, que conste), porque este proyecto me parece sensacional, poque hay un gran trabajo detrás por parte del presidente Domingo Díaz de Mera y su equipo, y, ¡qué carajo!, porque hemos ganado a los prepotentes alemanes en su casa y porque se me ha olvidado de un plumazo el disgusto del antipático Bayern en Getafe.

El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes, que dicen por ahí. Pero el balomnano es un deporte de siete contra siete que, aunque se juegue en el Infierno del Norte, siempre ganan los españoles, que digo yo.

Esta vez los de Ciudad Real (y otras veces el Barça, el Bidasoa, el Portland o el que sea), sí, que aunque no puedan presumir de superequipo de fútbol, tienen un equipo de balomnano para quitarse el sombrero. Porque tienen a un grupo de gladiadores que ha conquistado el ‘Imperio’ desde la línea de 7 metros.

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