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Herme Cerezo

‘Lo que el aire mueve’ de Manuel Hidalgo, una novela redonda

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Con ‘Lo que el aire mueve’, el escritor Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) ha conquistado el I Premio Logroño de Novela, algo que, como él mismo ha explicado a los medios de comunicación, "da algo de vértigo y satisfacción". El autor navarro, literato, guionista cinematográfico y columnista de prensa, ha conseguido una novela redonda.

La pregunta es inevitable, claro: ¿qué es una novela redonda? Para el que suscribe, una novela redonda es un texto completo, con una estructura sin cabos sueltos, sin fisuras, en el que nada escapa al oficio del escritor, donde no hay bisagras que chirríen, donde no quedan aristas que pinchen al lector. Una novela redonda es, en fin, una ficción que funciona, que rueda por sí misma. Y muy bien. Si no rodase, no sería redonda, obviamente.

‘Lo que el viento mueve’ irrumpe de repente en la vida de sus cuatro protagonistas: Javi, Tere, El Jose y Merche. Los dos primeros son, por así decirlo, los principales, los otros son eso que en las series norteamericanas se llama ‘special guest star’. Sobre ellos, sobre su diario trajinar en la capital madrileña, orquesta Hidalgo su ficción. Javi trabaja en una tienda para pagarse sus estudios informáticos; Tere no sabemos muy bien de qué vive, hasta que la propia progresión de la lectura desvela que se halla inmersa en una red de prostitución; El Jose (curiosamente, no José), al que en palabras del propio autor "le falta un hervor", cuida de su padre, sometido a tratamiento de hemodiálisis, e invierte su tiempo en algo que el mismo llama sus negocios; y Merche se desempeña como empleada de una tienda de modas y es la chica – como se llama ahora a las novias – de Javi.

Los protagonistas están arropados por una serie de personajes secundarios (Antonio, la abuela Justa, Lucía, el Catedrático, Mila, Lorenzo, Sandra, Gustavo ... ) que son los encargados de definir la personalidad de aquéllos, aportando detalles colaterales que permiten al lector hacerse una idea de cómo son. No hay rasgos físicos demasiado explícitos de cada uno de ellos, pero no hacen falta porque hay montones de detalles colaterales (¿cómo se comportan, cómo piensan, cómo visten, en qué invierten sus horas libres, etcétera?), que nos perfilan el tipo de perfiles humanos que tenemos ante nuestros ojos.

El relato transcurre mayoritariamente en Madrid, una ciudad a la que Manuel Hidalgo tampoco cita por su nombre y que descubrimos como meras referencias espaciales y a través de los lugares que pisan los protagonistas: Callao, el establecimiento ‘Cañas y tapas’, Velázquez, Princesa, Malasaña. Es una especie de juego sencillo que el escritor establece con el lector, algo así como decirle "hombre, no te lo voy a dar todo hecho, piensa un poco". Estamos, pues, ante un relato típicamente urbanita, que profundiza en la problemática de un segmento de la población actual: la gente joven, con una formación poco consistente cuando no inexistente, que aprende el difícil arte de la subsistencia a fuerza de golpes y porrazos. Sus problemas, sus modos de vida, sus inquietudes ... y sobre todo cómo los afrontan y solucionan es lo que vamos a descubrir con esta novela. A la que, por cierto, no le falta un toque de ‘thriller’ para incrementar su interés.

También en este sentido, en el de la población que habita en la frontera de la legalidad y la marginalidad, ‘Lo que el aire mueve’ es un retrato de la emigración. Pero no de la emigración como la entendemos en pleno siglo XXI, con nuestro país plagado de emigrantes procedentes de África, países del Este y Sudamérica. No, Hidalgo se mueve entre españoles, dos de los cuales han emigrado del pueblo a la capital en busca de mejores perspectivas. Sería algo parecido a aquello que en los años sesenta se denominaba el éxodo rural. De este modo, Madrid se revela como la capital de la acogida por antonomasia, capaz de engullir y asimilar españoles de cualquier rincón peninsular.

Por si todo lo expuesto no fuese suficiente, ‘Lo que el aire mueve’ posee un gran valor añadido: los diálogos. Los diálogos son el vehículo conductor del libro. Esta claro que para que la acción avance resulta conveniente la presencia de una voz en off, de un narrador omnisciente que nos cuente qué ocurre. Sin embargo, aquí, Manuel Hidalgo acude a unos diálogos tremendamente dinámicos que tiran del argumento, muy bien salpimentados con unos mínimos apuntes sobre gestos, posturas o intenciones de los personajes, que ambientan perfectamente la acción. Los diálogos, además, son plenamente actuales, plagados de los modismos que utiliza en sus decires la generación que interviene en la novela.

Y para redondear esta reseña – ojalá me haya salido la mitad de redonda que la novela – sólo resta añadir que el final, aunque previsible, no defrauda lo más mínimo. La conclusión es completamente coherente con el principio y la acción se interrumpe de un modo tan cortante y definitivo como comenzó. Justo lo que tocaba.

En resumen, ‘Lo que el aire mueve’ es una novela actual, con temas vivos, narrada con lenguaje sencillo, limpio, exento de florituras barrocas, directo y tremendamente eficaz. Eficacia, eficacia en todos los sentidos, narrativos y estructurales. Sin duda ahí radica la clave.

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‘Lo que el aire mueve’, de Manuel Hidalgo. Algaida Editores, 2008. 271 páginas, 20 euros.

‘Lo que el aire mueve’ de Manuel Hidalgo, una novela redonda

Herme Cerezo
Herme Cerezo
jueves, 24 de julio de 2008, 22:34 h (CET)
Con ‘Lo que el aire mueve’, el escritor Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) ha conquistado el I Premio Logroño de Novela, algo que, como él mismo ha explicado a los medios de comunicación, "da algo de vértigo y satisfacción". El autor navarro, literato, guionista cinematográfico y columnista de prensa, ha conseguido una novela redonda.

La pregunta es inevitable, claro: ¿qué es una novela redonda? Para el que suscribe, una novela redonda es un texto completo, con una estructura sin cabos sueltos, sin fisuras, en el que nada escapa al oficio del escritor, donde no hay bisagras que chirríen, donde no quedan aristas que pinchen al lector. Una novela redonda es, en fin, una ficción que funciona, que rueda por sí misma. Y muy bien. Si no rodase, no sería redonda, obviamente.

‘Lo que el viento mueve’ irrumpe de repente en la vida de sus cuatro protagonistas: Javi, Tere, El Jose y Merche. Los dos primeros son, por así decirlo, los principales, los otros son eso que en las series norteamericanas se llama ‘special guest star’. Sobre ellos, sobre su diario trajinar en la capital madrileña, orquesta Hidalgo su ficción. Javi trabaja en una tienda para pagarse sus estudios informáticos; Tere no sabemos muy bien de qué vive, hasta que la propia progresión de la lectura desvela que se halla inmersa en una red de prostitución; El Jose (curiosamente, no José), al que en palabras del propio autor "le falta un hervor", cuida de su padre, sometido a tratamiento de hemodiálisis, e invierte su tiempo en algo que el mismo llama sus negocios; y Merche se desempeña como empleada de una tienda de modas y es la chica – como se llama ahora a las novias – de Javi.

Los protagonistas están arropados por una serie de personajes secundarios (Antonio, la abuela Justa, Lucía, el Catedrático, Mila, Lorenzo, Sandra, Gustavo ... ) que son los encargados de definir la personalidad de aquéllos, aportando detalles colaterales que permiten al lector hacerse una idea de cómo son. No hay rasgos físicos demasiado explícitos de cada uno de ellos, pero no hacen falta porque hay montones de detalles colaterales (¿cómo se comportan, cómo piensan, cómo visten, en qué invierten sus horas libres, etcétera?), que nos perfilan el tipo de perfiles humanos que tenemos ante nuestros ojos.

El relato transcurre mayoritariamente en Madrid, una ciudad a la que Manuel Hidalgo tampoco cita por su nombre y que descubrimos como meras referencias espaciales y a través de los lugares que pisan los protagonistas: Callao, el establecimiento ‘Cañas y tapas’, Velázquez, Princesa, Malasaña. Es una especie de juego sencillo que el escritor establece con el lector, algo así como decirle "hombre, no te lo voy a dar todo hecho, piensa un poco". Estamos, pues, ante un relato típicamente urbanita, que profundiza en la problemática de un segmento de la población actual: la gente joven, con una formación poco consistente cuando no inexistente, que aprende el difícil arte de la subsistencia a fuerza de golpes y porrazos. Sus problemas, sus modos de vida, sus inquietudes ... y sobre todo cómo los afrontan y solucionan es lo que vamos a descubrir con esta novela. A la que, por cierto, no le falta un toque de ‘thriller’ para incrementar su interés.

También en este sentido, en el de la población que habita en la frontera de la legalidad y la marginalidad, ‘Lo que el aire mueve’ es un retrato de la emigración. Pero no de la emigración como la entendemos en pleno siglo XXI, con nuestro país plagado de emigrantes procedentes de África, países del Este y Sudamérica. No, Hidalgo se mueve entre españoles, dos de los cuales han emigrado del pueblo a la capital en busca de mejores perspectivas. Sería algo parecido a aquello que en los años sesenta se denominaba el éxodo rural. De este modo, Madrid se revela como la capital de la acogida por antonomasia, capaz de engullir y asimilar españoles de cualquier rincón peninsular.

Por si todo lo expuesto no fuese suficiente, ‘Lo que el aire mueve’ posee un gran valor añadido: los diálogos. Los diálogos son el vehículo conductor del libro. Esta claro que para que la acción avance resulta conveniente la presencia de una voz en off, de un narrador omnisciente que nos cuente qué ocurre. Sin embargo, aquí, Manuel Hidalgo acude a unos diálogos tremendamente dinámicos que tiran del argumento, muy bien salpimentados con unos mínimos apuntes sobre gestos, posturas o intenciones de los personajes, que ambientan perfectamente la acción. Los diálogos, además, son plenamente actuales, plagados de los modismos que utiliza en sus decires la generación que interviene en la novela.

Y para redondear esta reseña – ojalá me haya salido la mitad de redonda que la novela – sólo resta añadir que el final, aunque previsible, no defrauda lo más mínimo. La conclusión es completamente coherente con el principio y la acción se interrumpe de un modo tan cortante y definitivo como comenzó. Justo lo que tocaba.

En resumen, ‘Lo que el aire mueve’ es una novela actual, con temas vivos, narrada con lenguaje sencillo, limpio, exento de florituras barrocas, directo y tremendamente eficaz. Eficacia, eficacia en todos los sentidos, narrativos y estructurales. Sin duda ahí radica la clave.

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‘Lo que el aire mueve’, de Manuel Hidalgo. Algaida Editores, 2008. 271 páginas, 20 euros.

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