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Entrevista a Fernando García Calderón

“Solo en épocas de grandes crisis pueden surgir personajes o soluciones extremas como Jack el Destripador”

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Fernando García Calderón (Sevilla, 1959) es autor de decenas de relatos reconocidos en los más prestigiosos cerámenes, habiendo publicado hasta la fecha dos volúmenes de cuentos, ‘El mal de tu ausencia’ y ‘Sedimentos en un pantano’. Su primera novela, ‘El vuelo de los halcones en la noche’ fue galardonada con el premio Félix Urabayen, a la que siguieron ‘El hombre más perseguido’, Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, ‘Lo que sé de ti’, ‘La noticia’, ‘La judía más hermosa’ y ‘La resonancia de un disparo’.

Jack el Destripador es una figura legendaria dentro del mundo del crimen. ¿Quién fue? ¿Por qué lo hizo? ¿Se oculta alguna trama oscura detrás de sus asesinatos? Son preguntas que han quedado sin respuesta a pesar del tiempo transcurrido o, quizá, precisamente por eso. En su nueva novela, ‘Yo también fui Jack el Destripador’, publicada por Ediciones del Viento, Fernando García Calderón plantea la posibilidad de que Lewis Carroll, diácono, matemático, fotógrafo y autor de ‘Alicia en el país de las maravillas’, fuese en realidad el famoso asesino. Para ello, se vale de un anónimo que contiene la confesión del propio Carroll y utiliza como protagonista a John Riordan, un octogenario forense de Scotland Yard, que en su tiempo fue ayudante del inspector Abberline, responsable de la investigación de los crímenes.


Para García Calderón, “escribir es una necesidad, por una serie de circunstancias y connotaciones la vida no es absolutamente placentera y cuando escribo me evado y lo paso bien”. Durante un tiempo fue escritor de cuentos, pero abandonó el género y dio el salto a territorios de mayor extensión, a la novela. “Empecé dentro del relato, participando en concursos literarios por toda España. Cuando sentí la necesidad de pasar a la novela lo hice. En aquel tiempo yo era director de una empresa semipública y decidí dejarlo y ponerme a escribir. En 1997 gané el premio Félix Urabayen y después el Ateneo de Sevilla y, aunque ahora no participo en concursos, afortunadamente continúo publicando.”

Jack el Destripador, en inglés Jack The Ripper, es un personaje fascinante. A pesar del tiempo transcurrido desde que sucedieron los hechos, continúa centrando la atención de los aficionados a los relatos policiacos. “Jack el Destripador resulta atrayente no solo por sí mismo, sino también por su circunstancia. Actuó en la época victoriana, en el momento de la gran crisis del Imperio Británico, un mundo con perspectivas de cambio y con los movimientos sociales en plena efervescencia, sin olvidar sus crímenes enormemente teatrales”. Para el escritor sevillano los asesinatos no fueron obra de una sola persona. “Estoy convencido de que los distintos escenarios donde aparecieron los cadáveres estaban preparados. Por la documentación que he manejado intuyo que no se trataba de un psicópata sexual que mataba al azar y por impulsos. Los que lo hicieron estaban muy bien organizados y la propia elección de las víctimas, prostitutas muy mayores, algunas enfermas, parece indicar que fueron escogidas a conciencia. No quiero revelar nada de la trama, pero por muy bueno y osado que hubiera sido Jack como cirujano, teniendo en cuenta que el entorno donde sucedieron los hechos estaba muy poblado incluso de madrugada, resulta sencillo pensar que una sola persona no pudo hacerlo todo”. Los crímenes acontecieron en la zona de Whitechapel, dentro del East End londinense, un barrio poco recomendable. “El East End era un espacio reducido, terrible, en el que vivían hacinados dos millones de habitantes, gente que con lo que ganaba en su trabajo no tenía para cenar cada noche. Las condiciones de salubridad eran mínimas, carecían de casi todos los derechos que conocemos hoy y la tasa de criminalidad era tres veces superior a la de cualquier ciudad europea, como por ejemplo Madrid o Berlín de entonces, cuyos cifras de población eran inferiores en número a las de este barrio”.

0205154Como hacen muchas otras novelas, ‘Yo también fui Jack el Destripador’ aúna ficción con datos reales, pero a simple vista no es fácil adscribirla a ninguna etiqueta precisa. Es probablemente un relato híbrido, fronterizo, a caballo entre varios géneros. “Bueno, tiene algo de híbrido, pero desde luego es una novela que cumple con los patrones clásicos del género: argumentación, escenario, personajes, entorno... La argumentación parte de algunas connotaciones reales para desarrollar una ficción y emitir una tesis sobre los crímenes”. Precisamente por esta mezcolanza y, qué duda cabe, por el tema que maneja, resulta un libro que incita a leer más, a documentarse, a buscar. “Quería que fuese una novela estimulante, que despertase la curiosidad. Uno trabaja este tipo de obras por sedimentos. En una primera capa, se encontraría el público que lee por distraerse. Más arriba estarían las capas intermedias de lectores, que se pueden interesar por aspectos sociopolíticos del momento, que a mí me atrajeron particularmente porque solo en épocas de grandes crisis pueden surgir personajes o soluciones extremas como Jack el Destripador. Hay que pensar que los asesinatos tenían una motivación y una fecha de caducidad y que el asesino con sus crímenes logró beneficios. Ese es el planteamiento que yo sigo en el libro”. Es curioso constatar que poco antes de que sucedieran los hechos, casualidad o no, estalló una crisis profunda dentro de la propia policía londinense. “En Scotland Yard se produjo un enfrentamiento entre los que habían desembarcado en el cuerpo, procedentes del ejército, cuyo cabecilla era Warren, y el sector más tradicional de la policía, encabezado por Monro. Monro dimitió y, tras los primeros crímenes, lo hizo Warren. Finalmente fue Monro quien de nuevo asumió el mando”.

Lewis Carroll está directamente implicado en la trama. En el capítulo quinto, alguien le atribuye la autoría de los asesinatos de Whitechapel. “Carroll, como profesor en Oxford, era un tipo aburrido y, sin embargo, resultaba divertido con los niños en sus ratos libres. Era muy aficionado a la fotografía y a la literatura, a la que llegó por su afán de jugar con las palabras más que por contar historias. De hecho, muchas de sus frases esconden dobles y triples sentidos. Forma parte importante de la novela porque a través de un anónimo alguien hace creer al protagonista, John Riordan, que su antiguo maestro se reconoce a sí mismo como el Destripador. Carroll, junto con otros escritores e intelectuales, formó parte del club Diógenes”. El club Diógenes fue uno de tantos centros sociales londinenses que proliferaron a partir del siglo XVII, en los que sus miembros se reunían con fines muy variados, no solo de esparcimiento. “Había clubes muy diversos, algunos existían solo para el puro divertimento de sus socios, que preferían estar allí fumando, bebiendo y leyendo el periódico que en sus propias cosas. El Diógenes nació con el claro propósito de derrocar, si era posible, al gobierno y acabar con las costumbres tan conservadoras de la época”. Otra figura relacionada igualmente con los clubs es la de Sherlock Holmes, que desfila junto con otros escritores y personajes literarios en ‘Yo también fui Jack el Destripador’. “La aparición de Sherlock y de autores como Stevenson, Bram Stoker o Bernard Shaw en el libro es un homenaje a la escritura. La gran cuestión que se suscita sobre el final del siglo XIX es cómo, frente a una sociedad en decadencia, surgen grandes escritores capaces de manejar la dualidad moral del momento y convertirla en literatura”. Una anécdota curiosa sobre Holmes proviene del hecho de que un banco asentado en el 221B de Baker Street, su supuesto domicilio, se dedicó a atender la correspondencia que los lectores dirigían al detective creado por Conan Doyle. “Ése es un dato cierto y muy curioso. Efectivamente el banco dedicó una secretaría para atender la gran cantidad de cartas que se recibían dirigidas a Sherlock Holmes y, lo que es más grave, a contestarlas. Los ingleses son capaces de generar un mito y, además, saben cómo manejarlo”.

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El proceso de documentación para escribir su obra le ha ocupado bastante tiempo a Fernando García Calderón, aunque ha resultado menos costoso de lo que pueda parecer. “Ha sido extenso, pero no complejo. En Inglaterra lo tienen todo muy organizado y he podido encontrar con facilidad cualquier información sobre los crímenes, desde los certificados de defunción, hasta las actas de los forenses. Al final de la novela, aunque no acostumbro hacerlo, menciono el nombre de una página web, casebook:jacktheripper, que es realmente espectacular para informarse sobre este tema. Aquí lo difícil ha sido resistir la tentación de contar todo lo que había aprendido mientras investigaba”.

Además de esta historia, García Calderón prepara actualmente dos libros de ficción. “Tengo dos proyectos en curso. Uno es un volumen de relatos, que se encuentra en fase de galeradas, y el otro es una novela de aventuras sobre un personaje español, nacido en 1900 y muerto en Zanzíbar en 1976. He invertido varios años en escribirlo y transcurre durante la época de la independencia de Kenia”.

“Solo en épocas de grandes crisis pueden surgir personajes o soluciones extremas como Jack el Destripador”

Entrevista a Fernando García Calderón
Herme Cerezo
viernes, 1 de mayo de 2015, 22:02 h (CET)



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Fernando García Calderón (Sevilla, 1959) es autor de decenas de relatos reconocidos en los más prestigiosos cerámenes, habiendo publicado hasta la fecha dos volúmenes de cuentos, ‘El mal de tu ausencia’ y ‘Sedimentos en un pantano’. Su primera novela, ‘El vuelo de los halcones en la noche’ fue galardonada con el premio Félix Urabayen, a la que siguieron ‘El hombre más perseguido’, Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, ‘Lo que sé de ti’, ‘La noticia’, ‘La judía más hermosa’ y ‘La resonancia de un disparo’.

Jack el Destripador es una figura legendaria dentro del mundo del crimen. ¿Quién fue? ¿Por qué lo hizo? ¿Se oculta alguna trama oscura detrás de sus asesinatos? Son preguntas que han quedado sin respuesta a pesar del tiempo transcurrido o, quizá, precisamente por eso. En su nueva novela, ‘Yo también fui Jack el Destripador’, publicada por Ediciones del Viento, Fernando García Calderón plantea la posibilidad de que Lewis Carroll, diácono, matemático, fotógrafo y autor de ‘Alicia en el país de las maravillas’, fuese en realidad el famoso asesino. Para ello, se vale de un anónimo que contiene la confesión del propio Carroll y utiliza como protagonista a John Riordan, un octogenario forense de Scotland Yard, que en su tiempo fue ayudante del inspector Abberline, responsable de la investigación de los crímenes.


Para García Calderón, “escribir es una necesidad, por una serie de circunstancias y connotaciones la vida no es absolutamente placentera y cuando escribo me evado y lo paso bien”. Durante un tiempo fue escritor de cuentos, pero abandonó el género y dio el salto a territorios de mayor extensión, a la novela. “Empecé dentro del relato, participando en concursos literarios por toda España. Cuando sentí la necesidad de pasar a la novela lo hice. En aquel tiempo yo era director de una empresa semipública y decidí dejarlo y ponerme a escribir. En 1997 gané el premio Félix Urabayen y después el Ateneo de Sevilla y, aunque ahora no participo en concursos, afortunadamente continúo publicando.”

Jack el Destripador, en inglés Jack The Ripper, es un personaje fascinante. A pesar del tiempo transcurrido desde que sucedieron los hechos, continúa centrando la atención de los aficionados a los relatos policiacos. “Jack el Destripador resulta atrayente no solo por sí mismo, sino también por su circunstancia. Actuó en la época victoriana, en el momento de la gran crisis del Imperio Británico, un mundo con perspectivas de cambio y con los movimientos sociales en plena efervescencia, sin olvidar sus crímenes enormemente teatrales”. Para el escritor sevillano los asesinatos no fueron obra de una sola persona. “Estoy convencido de que los distintos escenarios donde aparecieron los cadáveres estaban preparados. Por la documentación que he manejado intuyo que no se trataba de un psicópata sexual que mataba al azar y por impulsos. Los que lo hicieron estaban muy bien organizados y la propia elección de las víctimas, prostitutas muy mayores, algunas enfermas, parece indicar que fueron escogidas a conciencia. No quiero revelar nada de la trama, pero por muy bueno y osado que hubiera sido Jack como cirujano, teniendo en cuenta que el entorno donde sucedieron los hechos estaba muy poblado incluso de madrugada, resulta sencillo pensar que una sola persona no pudo hacerlo todo”. Los crímenes acontecieron en la zona de Whitechapel, dentro del East End londinense, un barrio poco recomendable. “El East End era un espacio reducido, terrible, en el que vivían hacinados dos millones de habitantes, gente que con lo que ganaba en su trabajo no tenía para cenar cada noche. Las condiciones de salubridad eran mínimas, carecían de casi todos los derechos que conocemos hoy y la tasa de criminalidad era tres veces superior a la de cualquier ciudad europea, como por ejemplo Madrid o Berlín de entonces, cuyos cifras de población eran inferiores en número a las de este barrio”.

0205154Como hacen muchas otras novelas, ‘Yo también fui Jack el Destripador’ aúna ficción con datos reales, pero a simple vista no es fácil adscribirla a ninguna etiqueta precisa. Es probablemente un relato híbrido, fronterizo, a caballo entre varios géneros. “Bueno, tiene algo de híbrido, pero desde luego es una novela que cumple con los patrones clásicos del género: argumentación, escenario, personajes, entorno... La argumentación parte de algunas connotaciones reales para desarrollar una ficción y emitir una tesis sobre los crímenes”. Precisamente por esta mezcolanza y, qué duda cabe, por el tema que maneja, resulta un libro que incita a leer más, a documentarse, a buscar. “Quería que fuese una novela estimulante, que despertase la curiosidad. Uno trabaja este tipo de obras por sedimentos. En una primera capa, se encontraría el público que lee por distraerse. Más arriba estarían las capas intermedias de lectores, que se pueden interesar por aspectos sociopolíticos del momento, que a mí me atrajeron particularmente porque solo en épocas de grandes crisis pueden surgir personajes o soluciones extremas como Jack el Destripador. Hay que pensar que los asesinatos tenían una motivación y una fecha de caducidad y que el asesino con sus crímenes logró beneficios. Ese es el planteamiento que yo sigo en el libro”. Es curioso constatar que poco antes de que sucedieran los hechos, casualidad o no, estalló una crisis profunda dentro de la propia policía londinense. “En Scotland Yard se produjo un enfrentamiento entre los que habían desembarcado en el cuerpo, procedentes del ejército, cuyo cabecilla era Warren, y el sector más tradicional de la policía, encabezado por Monro. Monro dimitió y, tras los primeros crímenes, lo hizo Warren. Finalmente fue Monro quien de nuevo asumió el mando”.

Lewis Carroll está directamente implicado en la trama. En el capítulo quinto, alguien le atribuye la autoría de los asesinatos de Whitechapel. “Carroll, como profesor en Oxford, era un tipo aburrido y, sin embargo, resultaba divertido con los niños en sus ratos libres. Era muy aficionado a la fotografía y a la literatura, a la que llegó por su afán de jugar con las palabras más que por contar historias. De hecho, muchas de sus frases esconden dobles y triples sentidos. Forma parte importante de la novela porque a través de un anónimo alguien hace creer al protagonista, John Riordan, que su antiguo maestro se reconoce a sí mismo como el Destripador. Carroll, junto con otros escritores e intelectuales, formó parte del club Diógenes”. El club Diógenes fue uno de tantos centros sociales londinenses que proliferaron a partir del siglo XVII, en los que sus miembros se reunían con fines muy variados, no solo de esparcimiento. “Había clubes muy diversos, algunos existían solo para el puro divertimento de sus socios, que preferían estar allí fumando, bebiendo y leyendo el periódico que en sus propias cosas. El Diógenes nació con el claro propósito de derrocar, si era posible, al gobierno y acabar con las costumbres tan conservadoras de la época”. Otra figura relacionada igualmente con los clubs es la de Sherlock Holmes, que desfila junto con otros escritores y personajes literarios en ‘Yo también fui Jack el Destripador’. “La aparición de Sherlock y de autores como Stevenson, Bram Stoker o Bernard Shaw en el libro es un homenaje a la escritura. La gran cuestión que se suscita sobre el final del siglo XIX es cómo, frente a una sociedad en decadencia, surgen grandes escritores capaces de manejar la dualidad moral del momento y convertirla en literatura”. Una anécdota curiosa sobre Holmes proviene del hecho de que un banco asentado en el 221B de Baker Street, su supuesto domicilio, se dedicó a atender la correspondencia que los lectores dirigían al detective creado por Conan Doyle. “Ése es un dato cierto y muy curioso. Efectivamente el banco dedicó una secretaría para atender la gran cantidad de cartas que se recibían dirigidas a Sherlock Holmes y, lo que es más grave, a contestarlas. Los ingleses son capaces de generar un mito y, además, saben cómo manejarlo”.

0205152

El proceso de documentación para escribir su obra le ha ocupado bastante tiempo a Fernando García Calderón, aunque ha resultado menos costoso de lo que pueda parecer. “Ha sido extenso, pero no complejo. En Inglaterra lo tienen todo muy organizado y he podido encontrar con facilidad cualquier información sobre los crímenes, desde los certificados de defunción, hasta las actas de los forenses. Al final de la novela, aunque no acostumbro hacerlo, menciono el nombre de una página web, casebook:jacktheripper, que es realmente espectacular para informarse sobre este tema. Aquí lo difícil ha sido resistir la tentación de contar todo lo que había aprendido mientras investigaba”.

Además de esta historia, García Calderón prepara actualmente dos libros de ficción. “Tengo dos proyectos en curso. Uno es un volumen de relatos, que se encuentra en fase de galeradas, y el otro es una novela de aventuras sobre un personaje español, nacido en 1900 y muerto en Zanzíbar en 1976. He invertido varios años en escribirlo y transcurre durante la época de la independencia de Kenia”.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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