Se llama Messi. No viene de mesías, pero es un dios. Es un dios de esos que los humanos idolatramos y adoramos. Los más veteranos que lean esto, ¿cuánto tiempo hace que no veían algo así? Los más jóvenes, quedaos bien con lo que veis, porque este niño, porque es un niño, levanta pasiones.
Decían y dicen de Maradona que es era como dios, que cuando marcaba con la mano, era la mano de dios. Pues este chiquillo debe ser descendiente. Jugadas calcadas, pases iguales, goles de repetición y hasta marcó con su mano, la mano del dios Messi. Además, argentino. Qué golazo ha marcado en la Copa América. De esos que uno mira y remira y vuelve a mirar y no se cansa de verlo, de lo espectacular que es, de lo magnífico, de lo increíble.
Cómo pudo sacarse de ese pie, de dios, esa toque divino para que el meta no supiera ni por dónde cogerlo. Qué picardía, qué eficacia, qué magistralidad, qué genio que es el chaval. Sin duda, el gol del campeonato. Nada más que por eso, se merece el galardón al mejor jugador; nada más que por eso, Argentina se merecía estar en la final.
Nos queda un último partido, un Brasil-Argentina. No creo que vuelva a marcar uno como ése, o quizás sí, quién sabe. Lo que no debe quedar en la duda, es que en el Barça, esta próxima temporada, tendrá un huequito en la delantera. En el Barça, sentará a medio Getafe y al que se ponga por delante y marcará goles y goles para disfrutar. Mientras tanto, siéntense y disfruten de las dos mejores selecciones, a mi parecer, del mundo.