Desde hace un tiempo se viene hablando de los raros de la narrativa contemporánea en castellano. Ahora, intentemos entender a qué nos referimos cuando catalogamos a un escritor de raro. Al respecto se pueden decir muchas cosas, podemos pasar horas de horas buscando definiciones, hurgando en la tradición, tensando el discurso pedante para pintarnos de inteligentes e interesantes. En lo personal, no me hago problemas. Llamamos raros a los escritores que hacen obra en la más absoluta libertad, a aquellos que conociendo la tradición idiomática a la que pertenecen, la trastocan en pos del reforzamiento de su poética. Pintarse de raro u original, en primera instancia, podría ser lo más fácil en el oficio literario, como si bastara un argumento sugerente, una escritura de corte experimental, al menos esta parece ser la idea. Por eso hoy en día nos topamos con muchos escritores que apelan a la supuesta originalidad, a los que no demoramos en calificar de estafadores y vendedores de sebo de culebra.
Con el escritor argentino César Aira no dejo de tener problemas. Lo he leído como a pocos y pese a que no sintonice con su poética, puedo decir que es uno de los más originales y proyectivos en castellano, de los pocos que dejarán huella, una escuela. ¿Raro?... ¿Original?... Lo justo sería no perdernos en potenciales definiciones, puesto que Aira es quien más ha explorado en las fronteras de la escritura, y con este detalle basta y sobra. Cada novela suya es una puerta abierta a un universo distinto y entre ellas ocasionalmente encontramos lazos en común. Entonces, si nos preguntamos en qué radica su originalidad/rareza, no tendríamos que ir a sus libros, sino a su cabeza, a su mente.
Si deseamos ingresar a su almacén de secretos, qué mejor que explorando las páginas de ‘Continuación de ideas diversas’ (Ediciones UDP, 2014), en donde el autor cabalga en los caprichos de la memoria y de la reflexión, que bien dan forma a esa caja china de la que extrae todos los recursos que nutren sus ficciones/maldades. Aquí el escritor escribe de todo, de películas, sueños, libros, autores, héroes de historietas y de su familia, en la voz de la primera persona y en pasado. Accedemos pues a su mente y somos partícipes de su mirada, en una suerte de viaje calmado y psicodélico que nos permite tener nociones de los tópicos que lo alimentan como el estupendo y referencial creador que es y que también nos muestra su posición política ante la vida, porque Aira es un escritor político, mucho más político de lo que podamos pensar.
Habrá que esperar a mediados del siglo XIII para encontrar en castellano cuentos de procedencia oriental. Los cristianos no solo se interesan por las obras filosóficas o científicas que circulan entre los árabes, sino también por una serie de textos didácticos, colecciones de cuentos y de sentencias.
¿Cuántos de nosotros no hemos escuchado en nuestras familias algún dicho o refrán para alguna situación? Desde niños, en la asignatura de lenguaje y comunicación, hemos estudiado los dichos y refranes. La diferencia entre ambos términos no es abismal, pero sí significativa. Aunque ahora se toman como sinónimos, en realidad no lo son; tienen pequeñas diferencias.
Agradezco a quienes han hecho posible, una vez más, que Filigramma esté al alcance de los amantes de la cultura, el arte y, en particular, de las letras.