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El verano trastoca nuestros horarios y los hábitos que mantenemos en otras épocas del año. Con la llegada del calor pasamos más tiempo al aire libre, viajamos y aumentamos las comidas fuera del domicilio. De hecho, las altas temperaturas debilitan nuestro sistema inmunológico y la humedad y el sudor aumentan el riesgo de infecciones cutáneas y fúngicas.
La Real Sociedad Canina de España (RSCE) ha lanzado en la antesala de la operación salida del verano una campaña informativa para advertir sobre los riesgos de una exposición excesiva al sol para la salud de los perros, porque ellos también son susceptibles a sufrir quemaduras solares y a desarrollar algún tipo de cáncer de piel.
En la nueva normalidad, las mascarillas de protección son de uso obligatorio en espacios cerrados, transporte público y en aquellas ocasiones en las que no se pueda garantizar la distancia de seguridad de dos metros. Los tejidos poco transpirables y la sudoración propia del verano pueden acabar asfixiando nuestros poros, provocando erupciones con pústulas similares a los granos de acné. Además, la presión y roce que ejerce sobre nuestra piel puede generar irritaciones, descamación, picor y escozor.
El verano avanza y las prisas por conseguir un bronceado intenso o los abusos por no cuidarnos de la forma correcta bajo el sol pueden pasar factura.
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