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Hay ecos marineros en muchas de las historias que la madre (o hermana; nunca he sabido exactamente cómo referirme a las monjas) Pepa Crespo Juncosa me contó a lo largo de los años en los que nos tratamos. La conocí de niño, pero no comencé a visitarla con regularidad hasta mucho tiempo después, siendo ella ya una luminosa anciana de ojillos vivarachos verde mar (otra alusión a lo marinero).
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