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Con la reciente aparición del número quince de Filigramma, la revista del Círculo de Escritores Sabersinfin, nuevamente tengo la oportunidad de reflexionar sobre varios asuntos que están detrás de la publicación. Me queda claro que más allá del cúmulo de letras e imágenes, hay un profundo convencimiento de que algo se aporta desde esta trinchera.
No sé cómo explicar lo que siento cada vez que tengo en mis manos el más reciente número de Filigramma, la revista del Círculo de Escritores Sabersinfin, pero de lo que sí estoy seguro, es que es más parecido a la alegría que a cualquier otra emoción negativa.
Aprender y desaprender son indisolubles. Aprender es evidente, desaprender no siempre, porque los sistemas educativos formales suelen desarrollar su quehacer en medio de la hegemonía monetarista predominante de acumulación. Cargando a cuestas grandes cúmulos de información vamos por la vida creyendo que lo sabemos todo, hasta que tenemos encontronazos con la realidad y caemos en cuenta que, sinceramente, solo creemos saber.
Filigramma número seis es producto del talento de cada uno de los participantes, pero nada de eso sería posible si no estuviera como trasfondo la persistencia de quienes han creído en el proyecto.
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