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Pedro García. Gerona

​Paternidad perenne y urgente

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Es verdad que la emergente, falta de paternidad, no es algo inmediato pues viene de lejos, pero el hoy contemporáneo no trasluce una tendencia a aminorar esta falta de paternidad, sino más bien a agravarla, a dejar que aparezcan concreciones nuevas, con pretensiones novedosas, y no sólo relacionadas con la reconfiguración de modelos y estructuras familiares, sino con la puesta en marcha de tendencias pedagógicas surrealistas.


Me comentaba hace unos días un profesor que unos padres, en una entrevista en el colegio, manifestaron su disconformidad con que su hija de primero de primaria recibiera correcciones, pues, según decían, había que dejarla expresarse libre y completamente. Ciertamente, no corregir es una dejación del ejercicio de la paternidad. Los niños tienen derecho a ser atendidos, cuidados y formados de la mejor manera, fundamentalmente por sus padres, pero también por sus educadores. En correspondencia, unos y otros ostentan el derecho a ser obedecidos y respetados por aquellos. Sin embargo, ¿quién se atreve hoy a ejercer la autoridad que supone la paternidad? Hay una renuncia porque hay una sospecha. Y la consecuencia son tantos adolescentes frustrados, aburridos, neuróticos… que luego serán adultos desnortados y narcisistas, sin una identidad sólida.


Por cierto, el cardenal alemán Paul Josef Cordes, fallecido el pasado 15 de marzo, explica con lucidez esta cuestión en “El eclipse del padre”, donde analiza cómo el concepto y la realidad del padre parecen desdibujarse en nuestra sociedad con consecuencias que pueden ser desastrosas no sólo para los hijos, sino también para los hombres y las mujeres.


Un segundo nivel argumentativo pediría atender a los rasgos distintivos del varón en su paternidad. Esbozarlos requeriría meterse de lleno en lo políticamente incorrecto (que siempre es un reto justo y apasionante) puesto que ser padre es algo indefectiblemente unido a la naturaleza masculina, tan cuestionada y malherida. No obstante, la pretensión de estas líneas ha sido, sencillamente, recordar en el día que la paternidad se trata de una palabra incesante y necesaria. Una palabra mayúscula.

​Paternidad perenne y urgente

Pedro García. Gerona
Lectores
sábado, 27 de abril de 2024, 10:49 h (CET)

Es verdad que la emergente, falta de paternidad, no es algo inmediato pues viene de lejos, pero el hoy contemporáneo no trasluce una tendencia a aminorar esta falta de paternidad, sino más bien a agravarla, a dejar que aparezcan concreciones nuevas, con pretensiones novedosas, y no sólo relacionadas con la reconfiguración de modelos y estructuras familiares, sino con la puesta en marcha de tendencias pedagógicas surrealistas.


Me comentaba hace unos días un profesor que unos padres, en una entrevista en el colegio, manifestaron su disconformidad con que su hija de primero de primaria recibiera correcciones, pues, según decían, había que dejarla expresarse libre y completamente. Ciertamente, no corregir es una dejación del ejercicio de la paternidad. Los niños tienen derecho a ser atendidos, cuidados y formados de la mejor manera, fundamentalmente por sus padres, pero también por sus educadores. En correspondencia, unos y otros ostentan el derecho a ser obedecidos y respetados por aquellos. Sin embargo, ¿quién se atreve hoy a ejercer la autoridad que supone la paternidad? Hay una renuncia porque hay una sospecha. Y la consecuencia son tantos adolescentes frustrados, aburridos, neuróticos… que luego serán adultos desnortados y narcisistas, sin una identidad sólida.


Por cierto, el cardenal alemán Paul Josef Cordes, fallecido el pasado 15 de marzo, explica con lucidez esta cuestión en “El eclipse del padre”, donde analiza cómo el concepto y la realidad del padre parecen desdibujarse en nuestra sociedad con consecuencias que pueden ser desastrosas no sólo para los hijos, sino también para los hombres y las mujeres.


Un segundo nivel argumentativo pediría atender a los rasgos distintivos del varón en su paternidad. Esbozarlos requeriría meterse de lleno en lo políticamente incorrecto (que siempre es un reto justo y apasionante) puesto que ser padre es algo indefectiblemente unido a la naturaleza masculina, tan cuestionada y malherida. No obstante, la pretensión de estas líneas ha sido, sencillamente, recordar en el día que la paternidad se trata de una palabra incesante y necesaria. Una palabra mayúscula.

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