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El nuevo panorama internacional nos convida a trabajar en pro de la innovación. Debemos reinventarnos a partir de la disrupción

El desarrollo social de los territorios y la innovación

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Estos tiempos de pandemia han imprimido en la sociedad actual una situación de parálisis en los países que ha afectado a sus tejidos económicos, sociales y culturales, en un acto sin precedentes. Donde todos sus habitantes han sufrido y sufren un entorno que se ha recrudecido, sobre todo en las regiones del sur y, aún más si cabe, en América Latina y África. Obligando, de una manera u otra, a trabajar de forma conjunta y coordinada para superarla. Y si este último extremo no se ha definido aún, es fundamental que se adopte tan pronto como sea posible. Porque de no hacerse así, sería una gran oportunidad perdida que podría ahondar mucho más en la crisis y en la recuperación de los territorios. Así, la innovación, la solidaridad, la cooperación y el multilateralismo deben ser la piedra angular para el desarrollo económico, cultural y social de los Estados.


Nos enfrentamos a una oportunidad única de activar todos los mecanismos que están a nuestro alcance para transformar las estructuras e infraestructuras sociales y económicas de los territorios. Y este cambio se puede llevar a cabo si somos capaces de incentivar la innovación abierta. Permitiendo la conexión entre las pequeñas y grandes empresas, entre las universidades y los emprendedores, entre la administración pública y la iniciativa privada. Y la clave está en la perfecta conjunción entre las grandes empresas que son capaces de identificar las diferentes dinámicas emprendedoras, junto con la fluidez de propuestas de innovación; y las pymes, que son el soporte y el origen del talento emprendedor de las startups y que con la creación de sinergias pueden logran la posibilidad de adquirir estudio y volumen de negocio.


La digitalización y las nuevas tecnologías se han convertido en un factor decisivo y también se han convertido en uno de los sectores económicos, sociales y culturales de mayor pujanza para todas las sociedades.


Una de las características más acuciantes de este nuevo periodo por el que pasan las diferentes naciones y territorios es la velocidad de cambio que imprime la carrera tecnológica. Ciclos de vida en los productos y en los servicios que se generan a partir de las nuevas propuestas, junto con los modelos de negocio que cada vez son más cortos y que obligan a las sociedades a estar alerta en cuanto a investigación, desarrollo e innovación se refiere. Articulando universidades, emprendedores, banca y administración pública como ejes centrales de la transformación, para poder seguir avanzando y mantener el liderazgo con sociedades más respetuosas con el medio-ambiente, pero productivas y prácticas. Capaces de afrontar el desarrollo sostenible de las regiones con las máximas garantías. En disposición de nutrir a las estructuras sociales de formación, preparación y estabilidad que, a posteriori, dotará de mayor inversión en el plano económico y en el de la responsabilidad social. Conservando y mejorando el estado de confort y bienestar, el desarrollo social, cultural y el respeto de los Derechos Humanos en los países de origen.


También la pandemia ha constatado la necesidad de abordar seriamente, más que nunca, el compromiso con la Agenda 2030 y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde la innovación cumple una papel importante y vertebrador y que la transición a esta nueva distribución, no sólo debe ser tecnológica, sino también social, cultural y comprometida con los Derechos Humanos. Siendo inclusiva y con la convicción de que debemos generar un crecimiento global, a partir de lo local, responsable y sostenible.


El nuevo panorama internacional nos convida a trabajar en pro de la innovación. Debemos reinventarnos a partir de la disrupción. Una oportunidad para afrontar la transformación y transición de la productividad, disminuir la brecha tecnológica y fomentar la interacción entre los stakeholders de las diferentes empresas. Elementos de cohesión que permitirán mantener relaciones de beneficio recíproco y que incentivarán la creación de plataformas, foros, congresos de colaboración entre los territorios. Incentivando las networking de valor.


Quizás, por todo ello, se precisa apostar por la innovación, el desarrollo y la investigación. Una innovación abierta que busque su máxima en la colaboración entre empresas, administración pública y universidades, para multiplicar su aportación en el contexto económico, social y cultural en el que nos encontramos.


La innovación, el desarrollo y la investigación se deben tratar como una herramienta práctica para dar respuestas a un población que exige la excelencia como guía, la gestión responsable de los recursos como marco y la generación de un sociedad competitiva que sea capaz de mantener los estándares de bienestar, confort y sostenibilidad. 

El desarrollo social de los territorios y la innovación

El nuevo panorama internacional nos convida a trabajar en pro de la innovación. Debemos reinventarnos a partir de la disrupción
Guillermo de Jorge
miércoles, 20 de septiembre de 2023, 09:39 h (CET)

Estos tiempos de pandemia han imprimido en la sociedad actual una situación de parálisis en los países que ha afectado a sus tejidos económicos, sociales y culturales, en un acto sin precedentes. Donde todos sus habitantes han sufrido y sufren un entorno que se ha recrudecido, sobre todo en las regiones del sur y, aún más si cabe, en América Latina y África. Obligando, de una manera u otra, a trabajar de forma conjunta y coordinada para superarla. Y si este último extremo no se ha definido aún, es fundamental que se adopte tan pronto como sea posible. Porque de no hacerse así, sería una gran oportunidad perdida que podría ahondar mucho más en la crisis y en la recuperación de los territorios. Así, la innovación, la solidaridad, la cooperación y el multilateralismo deben ser la piedra angular para el desarrollo económico, cultural y social de los Estados.


Nos enfrentamos a una oportunidad única de activar todos los mecanismos que están a nuestro alcance para transformar las estructuras e infraestructuras sociales y económicas de los territorios. Y este cambio se puede llevar a cabo si somos capaces de incentivar la innovación abierta. Permitiendo la conexión entre las pequeñas y grandes empresas, entre las universidades y los emprendedores, entre la administración pública y la iniciativa privada. Y la clave está en la perfecta conjunción entre las grandes empresas que son capaces de identificar las diferentes dinámicas emprendedoras, junto con la fluidez de propuestas de innovación; y las pymes, que son el soporte y el origen del talento emprendedor de las startups y que con la creación de sinergias pueden logran la posibilidad de adquirir estudio y volumen de negocio.


La digitalización y las nuevas tecnologías se han convertido en un factor decisivo y también se han convertido en uno de los sectores económicos, sociales y culturales de mayor pujanza para todas las sociedades.


Una de las características más acuciantes de este nuevo periodo por el que pasan las diferentes naciones y territorios es la velocidad de cambio que imprime la carrera tecnológica. Ciclos de vida en los productos y en los servicios que se generan a partir de las nuevas propuestas, junto con los modelos de negocio que cada vez son más cortos y que obligan a las sociedades a estar alerta en cuanto a investigación, desarrollo e innovación se refiere. Articulando universidades, emprendedores, banca y administración pública como ejes centrales de la transformación, para poder seguir avanzando y mantener el liderazgo con sociedades más respetuosas con el medio-ambiente, pero productivas y prácticas. Capaces de afrontar el desarrollo sostenible de las regiones con las máximas garantías. En disposición de nutrir a las estructuras sociales de formación, preparación y estabilidad que, a posteriori, dotará de mayor inversión en el plano económico y en el de la responsabilidad social. Conservando y mejorando el estado de confort y bienestar, el desarrollo social, cultural y el respeto de los Derechos Humanos en los países de origen.


También la pandemia ha constatado la necesidad de abordar seriamente, más que nunca, el compromiso con la Agenda 2030 y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde la innovación cumple una papel importante y vertebrador y que la transición a esta nueva distribución, no sólo debe ser tecnológica, sino también social, cultural y comprometida con los Derechos Humanos. Siendo inclusiva y con la convicción de que debemos generar un crecimiento global, a partir de lo local, responsable y sostenible.


El nuevo panorama internacional nos convida a trabajar en pro de la innovación. Debemos reinventarnos a partir de la disrupción. Una oportunidad para afrontar la transformación y transición de la productividad, disminuir la brecha tecnológica y fomentar la interacción entre los stakeholders de las diferentes empresas. Elementos de cohesión que permitirán mantener relaciones de beneficio recíproco y que incentivarán la creación de plataformas, foros, congresos de colaboración entre los territorios. Incentivando las networking de valor.


Quizás, por todo ello, se precisa apostar por la innovación, el desarrollo y la investigación. Una innovación abierta que busque su máxima en la colaboración entre empresas, administración pública y universidades, para multiplicar su aportación en el contexto económico, social y cultural en el que nos encontramos.


La innovación, el desarrollo y la investigación se deben tratar como una herramienta práctica para dar respuestas a un población que exige la excelencia como guía, la gestión responsable de los recursos como marco y la generación de un sociedad competitiva que sea capaz de mantener los estándares de bienestar, confort y sostenibilidad. 

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