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Etiquetas:   Política

Política y familia

Luis del Val
martes, 7 de febrero de 2023, 08:01 h (CET)
MADRID, 6 (OTR/PRESS) Mi admiración por la ministra Irene Montero no deja de crecer. Este fin de semana, por ejemplo, mientras un porcentaje considerable de personas la acusaban de facundia, cabezonería, insensatez, engreimiento y altanería, ella dio pruebas de profunda humildad: en lugar de organizar una gran manifestación con sus seguidoras, y llenar las calles de Madrid de personas que la aplaudirían con entusiasmo, prefirió reunirse, a puerta cerrada, en el Círculo de Bellas Artes, con invitación personal y control de entrada.

Con ello exhibe su coincidencia con el presidente del Gobierno, que también lleva, más de seis meses, rechazando las muestras de afecto y solidaridad del pueblo soberano, huye de los gritos de apoyo, prefiere encerrarse con los suyos, siempre más comedidos en elogios y vítores.

Descubrir que los jueces españoles son machistas -ese gran mérito de Irene Montero- acarrea soportar los problemas que ha acompañado a todos los grandes descubridores. Ha enfadado a una minoría de jueces -los machos- y ha enfadado a las que ocupan la mayoría de los juzgados de lo Penal -las hembras- porque, de cada cien jueces, hay unas sesenta jueces hembras. Así que cuando Irene Montero, hace público su descubrimiento, y afirma que los jueces son machistas, queda claro que la mayoría de LAS jueces serán lesbianas activas, porque ser mujer y ser machista no parece muy comprensible.

Cualquiera, en su caso, con menos temple, menos paciencia, y más orgullo, es posible que hubiera presentado la dimisión de manera irrevocable, ante el cinismo de Pedro Sánchez que, en una primera parte, apareció presumiendo de la Ley y, luego, se ha dedicado a reformarla, sin tener en cuenta que la madre de la ley del sí es sí, y salgo porque me toca, es la ministra a la que ni siquiera se le tienen en cuenta sus opiniones.

Y ahí es donde mi admiración por esta mujer alcanza sus cotas máximas, porque veo en ella a una defensora de la familia tradicional, una madre coraje, que no va a renunciar a los 79.415 euros anuales de sueldo de ministra, porque es capaz de unir su ideología política con la defensa de la familia. Ejemplar: una lección de cómo pueden cohabitar Política y Familia.

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