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Etiquetas:   Política

El caso del poli que tal vez leyó a Jorge Amado

Rafael Torres
martes, 7 de febrero de 2023, 08:01 h (CET)
MADRID, 6 (OTR/PRESS) Todos mentimos algo, todos somos infiltrados de alguna manera en una relación "sexoafectiva", por emplear el término usado por las denunciantes del espía policial con el que intimaron bastante, pero no lo suficiente para conocer su verdadera identidad. La desnudez es a menudo el mejor disfraz, y el agente que mantuvo relaciones "sexoafectivas" con numerosas activistas anti-sistema durante su intrusión, o bien dominaba la industria del enmascaramiento en cueros tan cara al espionaje, o bien se había imbuido del tremendo proverbio bahiano que el escritor brasileño Jorge Amado usó como cita en su novela "Los pastores de la noche": "No puede uno acostarse con todas las mujeres del mundo, pero merece la pena intentarlo".

Que el tal policía utilizó su disfraz de ácrata y de okupa con todos los aditamentos correspondientes para infiltrarse en sus predios, está demostrado, entre otras cosas porque sus correligionarios de ocasión acabaron descubriendo que se apellidaba igual, Hernández Pons, que el anterior espía que Interior les había mandado, un dislate de la "inteligencia policial" que debería acarrear, por cierto, algún cese por flagrante incompetencia. Que el joven lúbrico era un poli infiltrado se acabó descubriendo, en fin, tras los dos años que estuvo espiando en ese mundillo vaya usted a saber qué, pero lo que suscita dudas es si fue el disfraz de ácrata (tatuajes, camisetas y esas cosas) o el de la desnudez el que le proporcionó mayores frutos. Lo más probable es que al ministerio de Grande-Marlaska, pocos, y a él, bastantes más por lo que se ve.

Ahora bien; las muchachas que yacieron de grado con él durante ese tiempo se sintieron después ultrajadas de súbito al descubrirse que en vez de haber mantenido relaciones "sexoafectivas" con un coleguilla, las habían mantenido con un agente de la Policía Nacional. En realidad, uno y otro eran el mismo, pero las ahora denunciantes aducen que de haber sabido que era un poli, nunca, bajo ningún concepto, se habrían entregado con él a las expansiones propias del "sexoafecto".

Recorrido judicial no parece que vayan a tener ninguno las denuncias, por mucho que se adoben con toda la batería de frases hechas pseudofeministas que maneja el ministerio de Irene Montero, batería a la que la ínclita Ángela Rodriguez, su segunda, la que se partía de risa hablando de los aberrantes efectos prácticos de la ley del solo sí es sí, ha querido contribuir afirmando que lo del poli espía salaz es violencia contra las mujeres. Violenta fue solo la pesadumbre posterior, al conocer el verdadero oficio del sujeto. Le creían, pues así lo decía, instalador de aire acondicionado.

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