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Etiquetas:   Política

La inutilidad de Casado

Antonio Pérez Henares
martes, 22 de febrero de 2022, 08:00 h (CET)
MADRID, 21 (OTR/PRESS) La tentación de glosar el esperpento suicida perpetrado por Casado contra Ayuso, que ha tenido culminación esta semana, es tremenda. Es difícil encontrar semejante degollina autodestructiva y, desde luego, nunca perpetrada con tanta idocia y tan impactante despliegue de estupidez.

Pablo Casado ha logrado suscitar en las filas de su propio partido y del electorado del PP una creciente reacción de rechazo que ahora se ha convertido ya en clamor. Su alucinante deriva bien pudo dar comienzo aquella misma noche el 4 de Mayo en el balcón de Génova donde no paraba de hablar, quizás al darse cuenta de que no era a él a quien querían escuchar y que el triunfo no era suyo por más que se lo quisiera apuntar. El ataque de envidia, la peor consejera, y las covachuelas del peor valido, García Egea, le han llevado hasta aquí.

Desde entonces hasta hoy no ha hecho otra cosa que dilapidar todo un capital electoral, que tuvo prestado y hasta regalado, y que no solo ha despilfarrado sino con el que pretendió acogotar a quien se lo daba. De aportar poco pasó a no sumar y de ahí a restar cada vez más. La más reciente prueba ha sido la de Castilla y León donde estuvo a punto, tras destrozarles la campaña tras el desembarco masivo de pijos genovitas de corral en corral, de hacerles perder una elección de inicio sobradamente ganada (de 39% y 39 escaños a 31, y gracias, en los dos) y rematar con vetos a los votos y hasta proponiendo repetición.

Ahora, tras el bochornoso espectáculo ofrecido durante toda la semana pasada, que llegó el viernes en la COPE a un paroxismo de latidos concluido el sábado en una retirada de can acobardado, pretende en medio de los escombros, un "no ha pasado nada", cuando a quien se le ha caído hasta el último palo de sombrajo encima es a él. Aunque, en el tiempo que pase desde que escribo hasta que lean, no se si no pueden caerse ya los muros también

La quiebra de imagen, autoridad y liderazgo de Casado es brutal e irreversible. Lo dicen los sondeos, la calles, los bares, la comida familiar, del abuelo hasta la niña y, en proporción de 9 a 1, quienes fueron votantes del PP. Ha quedado inhabilitado como cartel electoral. De no sumar a lastre letal, de voto útil y mal menor a espanto del elector, seguro de desplome y garantía de hecatombe de la sigla popular. Por ello su salida, la de Egea es un primer paso urgente e imprescindible, no es que sea inevitable, es cuestión de simple, pura y dura supervivencia. O eso o acaba con todos y con el propio PP.

Lo saben y no pueden mirar para otro lado porque esta vez les va la piel en ello. Las elecciones andaluzas, que ahora Moreno retrasará hasta el último día que le permita la ley, y las municipales y autonómicas el año que viene, no pueden afrontarlas con un peso muerto tan letal que se los lleve al abismo con él. Tienen un tiempo para preparar un entierro digno o, si no, una descarnada ejecución. Pero incluso desde dentro del tablero es obvio que no les queda otra solución. Los primeros pellejos en juego son los suyos esta vez.

El todavía presidente del PP ha perdido y eso es crucial y lo que han de intentar como sea restablecer, el argumento de mayor calado de su partido con respecto a los votantes de derecha. Aquel con el cual el mismo se arropaba y con el que se le avalaba como líder a falta de otros méritos apreciables: el del "mal menor", el "voto útil" para librar a España del sanchismo y sus aliados frankestein. Ya no lo es. Y no solo ha perdido eso, sino que es aún peor. De la inutilidad ha pasado encima a percibirse al revés en la ecuación. El de seguro de vida del Sánchez. Con Pablo Casado enfrente, Pedro Sánchez tiene garantizada la Moncloa a perpetuidad y hasta que se harte del colchón.

Este es el cambio cualitativo, la hazaña que han conseguido Casado, Egea y es tropilla genovita menor de edad en talla política y sobrada de soberbia adolescente. Un daño que será muy, muy difícil reparar. Pero que o reparan, o ya no es que se les cae el tejado, es que se les viene abajo la casa entera.

Pero lo que no alcanzo a comprender, y esto es personal, me supera, lo confieso, es como no se daba cuenta de donde le conducía tal empecinado, contumaz y suicida proceder teniendo en su mano, y pudiendo también rectificar, las más sencillas, sensatas y provechosas vías. ¿Cómo ha podido ser tan tonto y contra sí mismo, además?

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