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Etiquetas:   Política

Una hoja del calendario

Charo Zarzalejos
viernes, 31 de diciembre de 2021, 08:00 h (CET)
MADRID, 30 (OTR/PRESS) Siempre me ha sorprendido y nunca me ha gustado la alegría impostada. Huyo de ese momento en el que es obligado desbordar risas, entusiasmo y euforia. El paradigma de ese momento suele ser la Nochevieja, esa noche en la que si no te tomas una copa de más, te vistes de lentejuelas y te imaginas más feliz de lo que realmente eres, corres el riesgo de que los demás te consideren un poco cenizo.

Es verdad que con lo que estamos viviendo desde que el virus ha venido a condicionar nuestras vidas, a vestir de luto a miles y miles de familias, todos estemos necesitados de un respiro, de una pequeña ensoñación que nos invite a pensar que lo que ocurre es una pesadilla. Realmente lo es pero no afrontar con responsabilidad y fortaleza la adversidad sólo conduce a más adversidad, a más debilidad y este es un lujo que por nosotros y por los demás no nos lo podemos permitir.

Es seguro que con restricciones o sin ellas, se van a celebrar muchas fiestas. Unas legales y otras de estraperlo y aunque reniego de la alegría impostada, en esta ocasión puedo entender mejor que nunca la necesidad de unos momentos de ensoñación pese a que, con toda seguridad, la consecuencia no será otra que un terrible aumento de los contagios y quizás, solo quizás, y pese a todo , los que en ellas participen se sientan una pizca aliviados. Y ese alivio, pese a sus riesgos, es necesario.

No obstante, y aunque el fin de año no es más que arrancar una hoja del calendario, es también una ocasión en la que no debemos renunciar a desearnos unos a otros un año mejor, a encontrar cobijo en la esperanza de que las telarañas que en mayor o menor medida hemos ido acumulando en este año a punto de expirar, se irán cayendo y que más pronto que tarde nuestras vidas volverán a ser lo que eran antes del virus. Esta por ver que salgamos mejores y más fuertes. Bastante seria con que esta pandemia que se niega abandonarnos, nos haya enseñado a valorar lo que de verdad importa que no es otra cosa que los afectos ciertos, la salud, aunque de vez en cuando llegue un achaque,un trabajo que nos permita vivir con dignidad... esto es lo que realmente importa.

Como me gusta descansar en la esperanza apuesto firmemente por un 2022 mucho mejor que el que vamos a dejar atrás y que cada cual, con lentejuelas o sin ellas, arranque la hoja del calendario como mejor le parezca. En el fondo todos somos más parecidos de lo que a primera vista pueda suponerse. Para todos y todas, no sea que alguien se enfade por no puntualizar, un muy Feliz Año nuevo. Será mejor, no lo duden.

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