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MADRID, 18 (OTR/PRESS) Felipe no necesita a Pedro Sánchez --como sujeto político está ya en los libros de Historia--, es Sánchez quien necesitaba la foto de un abrazo que, repetida cien veces por los medios, transmite la idea de que el ex presidente avala a quien ha convertido el PSOE, en lo que nunca antes fue: un partido presidencialista. Una maquinaria al servicio de la ambición de poder de un hombre al que hace cinco años este mismo partido defenestró.
Pero Sánchez resistió, volvió y resucitó gracias a una moción de censura apoyada por Podemos y los partidos separatistas catalanes y vascos. A lo largo de estos años Felipe ha sido crítico con la deriva política de las decisiones de quien presidia ya el Gobierno de España, tanto que llegó a decir que no se sentía representado por ningún partido. Pero ha llovido y hasta nevado copiosamente durante estos años y el tiempo juega a favor de los jóvenes porque instala en los viejos nostalgia y revive el sentido de pertenencia, en el caso de Felipe González al partido en el que lo ha sido todo.
Conociendo el carácter de Sánchez, tengo para mí que ni ha olvidado ni perdonado las críticas vertidas por Felipe a lo largo de los últimos tiempos, pero en esta ocasión necesitaba la foto que simbolizara la vuelta a la unidad y la ha conseguido. Con casi 80 años -que cumplirá en el mes de marzo- Felipe González no podía romper con lo que ha sido parte de su vida. Pero una persona lúcida como es él no ha podido ignorar que le estaban utilizando y de ahí esas palabras suyas que, a modo de aviso, quedaran en la memoria del 40 Congreso instando a Pedro Sánchez a estimular en el seno del PSOE "la libertad de opinar críticamente" porque así -añadió- "es como se construye un partido". Blanco y en botella, que diría un castizo. Justo lo contrario que ha sido entronizado en este congreso en el que nadie osó cuestionar la forma presidencialista de gobernar de Sánchez, amo y señor del "Partido Sanchista".
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