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Me declaro agnóstico

Francisco Muro de Iscar
jueves, 24 de junio de 2021, 08:00 h (CET)
MADRID, 23 (OTR/PRESS) Alguien a quien respeto, como es Javier Cercas, ha escrito un artículo a favor de la concesión de los indultos a los políticos catalanes juzgados y condenados por delitos incontestables de sedición y malversación de fondos públicos, por no decir lo que fue de verdad: un intento de golpe de estado interruptus, cuando se dieron cuenta de dónde se habían metido y de las consecuencias legales de saltarse la Constitución y las leyes.

Cercas dice que hace "un acto de fe" en la concordia ante los catalanes, en la buena voluntad de nuestros conciudadanos, en el futuro de España y, también, un acto de fe en el Gobierno, "el Gobierno de todos". Un acto de fe es, a la pata la llana, creer en lo que no se ve, esperar en lo inesperado y apostar a ciegas. Y creo que, si cualquier ciudadano de este país pensara que, como ha dicho el presidente Sánchez -en distintas tribunas, pero todavía no en el Parlamento, donde debía haber empezado-, los indultos sirvieran para "sumar a millones de ciudadanos a la convivencia", para restituir la concordia y para pasar página de "los errores de todos" (de unos más que de otros, de los ciudadanos catalanes queremos la convivencia, la concordia y el trabajo en común, como recoge y promueve nuestra Constitución.

El problema es que el presidente de la Generalitat, que es el principal aliado de Moncloa - "una cosa es lo que nos dicen a nosotros y otra la que dicen fuera", dicen fuentes monclovitas- ya ha dicho que "los indultos son un reconocimiento de que las condenas fueron injustas", que "los presos salen con las ideas intactas y las frentes bien altas", que tiene que cesar "la represión" y que esto tiene que acabar "en la amnistía y en el referéndum". Su consellera de Justicia, Lourdes Ciurò, ha explicado que "los indultos servirán para reparar una represión del Estado muy aguda y desproporcionada" y que "Cataluña no lucha por sacar a los presos de la cárcel sino por la autodeterminación": La presidenta del Parlament ha "explicado" que lo que busca el Gobierno es "conseguir clemencia en Europa".

El fugado Puigdemont, al que Aragonés fue a rendir pleitesía en Bruselas, desprecia los indultos y reclama amnistía para poder volver cuando quiera, después de fugarse y dejar en la estacada a sus compañeros de Gobierno. Artur Mas, el que encendió la hoguera que había dejado preparada Jordi Pujol aclara que solo la amnistía podrá poner el contador a cero. Y para rematar la faena, Jaume Aséns, de Podemos, el socio de Sánchez en el Gobierno, ha pedido "perdón a los presos independentistas por el retraso en la concesión de los indultos". Si algo queda claro es que la decisión del Gobierno da más fuerzas y argumentos al soberanismo, que se reitera en sus peticiones de amnistía, referéndum y regreso de los "exiliados"- y deja a la intemperie todo lo demás.

Este Gobierno no ha defendido a los tribunales españoles ni en España ni en Europa y ha burlado sus decisiones, lo que pone en entredicho la independencia judicial. Este Gobierno deja a la Corona y al Rey Felipe VI en una posición precaria, ya veremos con qué consecuencias futuras. Este Gobierno ha dado una patada en el trasero a ese más del 50 por ciento de los catalanes que no quiere la independencia y los deja a merced de Junts, ERC y la CUP, la extraña alianza entre la burguesía conservadora catalana de siempre, la izquierda republicana y los antisistema, con el apoyo de los empresarios y de la Iglesia catalana.

No ha habido ni un solo gesto por parte del Gobierno o del Govern hacia la reconciliación y la concordia entre catalanes. Mucho menos entre los independentistas y el resto de los españoles. No creo que lo vaya a haber. Tampoco el PP tiene una alternativa ni es posible un acuerdo con el PSOE. Por eso no hago un acto de fe como Javier Cercas. Por eso me declaro agnóstico. Y me gustaría equivocarme.

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