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Etiquetas:   Política

Un Gobierno débil, endeudado y sin proyecto

Francisco Muro de Iscar
jueves, 22 de abril de 2021, 08:02 h (CET)
MADRID, 21 (OTR/PRESS) Este Gobierno es bastante más débil que hace apenas unos meses por el propio desgaste de una forma errática de gobernar, la inoperancia de muchos ministros y de no pocos bandazos. Pero, sobre todo, la implicación y protagonismo del presidente Sánchez en la campaña electoral del 4-M en Madrid, con una previsible y abultada derrota del PSOE, que fue la fuerza más votada en las anteriores elecciones, aunque no lograra formar gobierno, sería un espaldarazo al PP y una derrota personal de Sánchez que ha anulado a su candidato. La salida de Pablo Iglesias, que aspira a encabezar la quinta fuerza política en la Comunidad de Madrid, y su creciente radicalización, tal vez haga más fácil la convivencia diaria en el seno del Gobierno, pero va a extremar aún más las demandas de los podemitas y les va a ir alejando lenta pero inexorablemente. Es un adiós pausado. Sánchez lo romperá definitivamente cuando otee las elecciones.

Pero, además, Pedro Sánchez, que siempre ha estado dispuesto a ceder lo que fuera para mantener el poder - lo último, las competencias en prisiones al PNV y el acercamiento de presos etarras para mantener los apoyos de EH Bildu- está empezando a perder la confianza de sus socios. ERC, al borde del abismo de una nueva convocatoria electoral, sabe que, si quiere gobernar en Cataluña, estará sometida al chantaje permanente de Junts y de la CUP, lo que significa guerra abierta con el Gobierno de España. Las decisiones no se toman ya en Barcelona sino en la prisión de Lledoners y en Bruselas.

Tan enfadados están los socios de Sánchez que parecen dispuestos a apoyar el plan del PP para salir del estado de alarma, ante la negativa del Gobierno a tomar medidas que den seguridad jurídica a las autonomías.

Bruselas es el otro punto de referencia. Aunque algunos lo quieran presentar como una victoria del Gobierno, la Unión Europea ha obligado al Gobierno a retirar la reforma de la elección del Consejo del Poder Judicial que eliminaba las mayorías reforzadas que prevé la Constitución. El proyecto, 40 por ciento del PSOE y 60 por ciento de Podemos, no ha sido retirado hasta el ultimátum europeo. Y, además, Europa, exige renovación ya de los vocales del Consejo, pero también una reforma de fondo para que los jueces elijan directamente al menos a la mitad de esos vocales, que es a lo que se oponía el PSOE. Pero no es lo que más preocupa a Bruselas.

Ni siquiera otras reformas básicas pendientes como la laboral o la fiscal. Lo que más dudas suscita es el uso y gestión de los fondos europeos y su control. El Gobierno español todavía no ha presentado un plan y, lo que es mucho más grave, no lo ha discutido ni con los agentes sociales y económicos ni con los partidos de la oposición. Europa teme que una España incapaz de consensos y endeudada - ya nos hemos gastado muchos miles de millones de unos ingresos fiscales, que estaban en los Presupuestos pero que no se van a producir y, también, de los fondos que todavía no han llegado-, con un déficit disparado y un paro apenas sostenido con los ERTEs- convierta los fondos europeos en un nuevo Plan E, el de Rodríguez Zapatero. De infausta memoria el Plan y el expresidente.

PP y PSOE - no solo ellos, pero sobre todo ellos- tienen que sentarse a negociar y a cerrar acuerdos. La renovación del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional con urgencia. Pero también la gestión de la vacunación y la salida de estado de alarma con criterios científicos, el apoyo concreto a los sectores básicos de la economía, el uso y control de los fondos europeos y las reformas imprescindibles. Tenemos un Gobierno débil, cada día más débil, pero también tenemos una oposición débil, frágil. Solo el acuerdo de unos y otros puede hacer que construyan algo eficiente y duradero pensando en los ciudadanos en lugar de hacerlo solo en sus intereses.

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