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Etiquetas:   Política

Presupuestos y Juan Carlos

Pedro Calvo Hernando
miércoles, 9 de diciembre de 2020, 08:00 h (CET)
MADRID, 8 (OTR/PRESS)En vísperas ya de las Navidades, la pandemia parece entre decreciente y estancada, mientras que la vida política de España sigue su curso, con un par de temas dominantes del panorama: la aprobación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y la petición del rey emérito de regularizar su situación fiscal. Ya no habrá nueva prórroga de los Presupuestos de Montoro, lo que significa un avance en el proceso de normalización democrática y una demostración de que la derecha española va a sudar tinta antes de situarse en disposición de predominio político en la vida de este país, lo que se convierte en el dato más sobresalente en el panorama de la vida pública.

El tema significa también que la situación política española y también la del presidente Pedro Sánchez muestran que el bloque de la izquierda es bastante más potente que el de la derecha, a lo que hay que añadir que la presencia parlamentaria de Vox numéricamente es relevante pero políticamente lo es mucho menos al significar que es una fuerza poco susceptible de poder actuar con valor de protagonismo, sobre todo por el complejo que eso crearía en el conjunto PP-Cs. Esta es una de las realidades políticas más claras y que pesan protagónicamente en el panorama de la vida pública española, algo que el bloque de Casado-Arrimadas se niega a reconocer públicamente.

Tampoco tiene mucho fundamento la machacona afirmación de esos dos líderes de la derecha sobre el pretendido subvalor del bajo significado de sus afirmaciones permanentes en torno al carácter pretendidamente menos relevante repetidas y repetidas por el sector PP-Cs. Olvidan tal vez que en una democracia no se puede desconocer la importancia de ningún partido, ya que todos representan a una parte del electorado. Y el bloque PP-Cs no creo que caiga en la trampa de creerse de verdad sus afirmaciones rebajadoras de la importancia presencial de once partidos en el bloque aprobador de los Presupuestos.

Y sobre el asunto del rey emérito y su situación fiscal, nos encontramos con un tema cargado de toda clase de significados, conteniendo todos ellos delicadísimas materias, todas capaces de hacer saltar chispas a los fundamentos mismos del régimen político salido del final del franquismo. Pero lo que debe quedar más claro que cualquier otra cuestión es que la presencia en la jefatura del Estado de Felipe VI es un dato altamente dominante que juega en favor de la tranquilidad con la que las gentes del régimen pueden contemplar el problema Juan Carlos. No hay que ser monárquico ni republicano para percatarse de que el rey reinante en la actualidad posee bazas suficientes para contrarrestar las flaquezas de su padre.

El tema hay que juzgarlo con calma y desapasionamiento, pase lo que pase con los problemas de don Juan Carlos, sobre los que, por cierto, no existe todavía ningún pronunciamiento definitivo. Yo estoy muy seguro de que los problemas que aquejan hoy al padre del actual monarca no van a provocar la caída de la Monarquía ni de su actual titular. Tal caída, de producirse, tendría que deberse a otras circunstancias. Y no veo fácil ese cambio, al menos de momento. Ahora mismo no tengo claro si el cambio sería favorable o perjudicial para nuestro sistema político y para nuestra convivencia democrática. Eso es algo que hay que meditar mucho más y este no es el momento.

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