Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas:   Política

El respeto y el LGTBI

Antonio Pérez Henares
martes, 30 de junio de 2020, 08:02 h (CET)
MADRID, 29 (OTR/PRESS) Hay gentes de colectivos antes acosados y vejados que ahora son quienes acosan, infaman y pretenden silenciar cualquier opinión que les molesta. No son desde luego todos, ni siquiera puede que mayoría, pero son los que gritan y marcan. Nunca vi tal desparrame de odio, curiosamente acusando de odio a los demás, e insultos como los de quienes ahora se lanzan al linchamiento, verbal pero en ocasiones ya también coactivo e intimidatorio de todo aquel que osa discutir o matizar incluso alguna de sus propuestas. Aunque algunas sean de aurora boreal.

Como es momento de hablar claro me estoy refiriendo, aunque hay otros en situaciones similares, al denominando movimiento LGTBI que agrupa y pretende ser portavoz único y absoluto de homosexuales, lesbianas y diversas formas de transexualidad en las más variadas posibilidades, que antes uno creía que solo eran dos, pasar de hombre o mujer o viceversa pero que me dicen que hay más. Mi posición solo es y ha sido siempre una: RESPETO. Cada cual en materia sexual es muy libre de hacer lo que le plazca siempre que no use violencia ni coacción ni nada que se le parezca sobre los demás.

Dicho y establecido lo anterior como base esencial, el respeto es preciso señalar, pues algunos parecen haberlo interesadamente olvidado, que este ha de ser mutuo y recíproco y sino que no vale y es todo menos ello. Es privilegio, desigualdad, imposición y ataque a la libertad. Así que, sin un pero que valga, respeto del conjunto de la sociedad con los LGTBI y ello inherente a lo anterior y también derecho humano y universal respeto por parte del LGTBI y sus gentes con todos los demás. Por cierto muy mayoritarios porque es mucho mas elegida tal opción y porque, esto ya es menos opcional, por aquello de la biología y la reproducción. Aunque decir esto ya puede suponer aunque sea una obviedad el sambenito y la hoguera.

Desde luego, es uno de los grades avances en las sociedades más democráticas y avanzadas. Está fenomenal que la gente si le viene en gana y tenga idénticos derechos sea homosexual, lesbiana, trans o lo que quiera ser pero que también y con esos e idénticos derechos, entre ellos el de expresión, también lógicamente ha de apreciarse de igual forma a quién por gusto e incluso devoción le guste el sexo con el otro sexo, o sea al hombre, la mujer y a la mujer, el hombre. Lo que ahora se llama heterosexual. Para vamos que es lo que les digo que es. Y no es más. Aunque oyendo determinadas cosas se diría que parece incluso un delito, sino hacerlo, si decirlo y parece que es mejor callarse y no alardear. De lo otro alardear es, y eso es entendible por tanto tiempo de represión, motivo de orgullo.

Pero señalar como inferiores a quienes no comparten tales opciones, eso no. Y ya está bien de silenciarse y no incurrir en las iras por no ofender a quienes se ofenden aunque se les trate con absoluto respeto, que en ocasiones ellos mismos no demuestran tener, pues no he visto a nadie excepto a alguno de ellos gritando desaforado y a voz en cuello que es "maricón" por la televisión. Jamás se nos ocurriría a los demás y de hacerlo seríamos lapidados hasta la muerte civil.

También es ya preciso hacer constar que ser LGTBI en cualquiera de sus formas es simplemente una opción sexual. Y en eso queda y nada más. Que te gusten los de tu mismo sexo es simplemente eso pero no aporta tal condición, como en ocasiones se parece pretender, que suponga cualquier forma de superioridad en ninguno de los aspectos, ni emocional, ni intelectual. Se es tonto o listo, sensible o brutal, y ni va la cosa por sexos ni porque el uso que de él haga cada cual. En todas las viñas hay de unos y de los otros.

Sin embargo exponer lo que aquí dejo por escrito empieza a ser peligroso. Ya es moneda común el miedo y la autocensura a opinar con libertad. Porque como comenzaba diciendo el acoso, la infamia, el insultos, la amenaza incluso y la estigmatización puede caer sobre uno acusado de inmediato con la palabra nada adecuada, pues significa odio al hombre, de homófobo que unida a machista y fascista son la Santísima Trinidad condenatoria de la Neo-Inquisición de los preceptos y "Mandamientos Teocráticos del Progre" cuya no aceptación se castiga con la exclusión a la tiniebla exterior.

Atreverse a señalar una extralimitación, osar responder y ya no digo criticar algunas de sus cada vez más extremas consideraciones y planteamientos supone tal catarata de denuestos y agresiones verbales y escritas sobre tu persona que más de tres se lo piensan y optan por callar. Lo he sufrido muy recientemente cuando además no señalaba al colectivo en absoluto sino a determinadas poses tomadas por organismos públicos que podía resultar no apropiadas y según han dictaminado los jueces del Supremo en casos similares de más que discutible legalidad. Nunca me ha caído tal avalancha de improperios, muchos de ellos desde el anonimato, y la cobardía, que las redes permiten. Pero ya les digo aquí como dije allá, que quienes tenemos edad y tuvimos, de verdad, que afrontar dictadura y fascismo no nos van a estas alturas hacernos callar y renunciar a nuestra libertad que tanto costó alcanzar y que pretenden ahora ser bien exclusivo de unos y ser negada y prohibida a los demás. Esa creciente pulsión liberticida, represora y totalitaria de quienes profieren de continuo el anatema de ¡fascista! Y en realidad se señalan a ellos mismos.

Noticias relacionadas

Buscan un pagafantas

Sanidad da alas a la picaresca

Mascarillas

Lo particular y lo general

Derroche y contaminación

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris