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Etiquetas:   Política

Enseñar anatomía

Luis del Val
martes, 21 de enero de 2020, 08:01 h (CET)
MADRID, 20 (OTR/PRESS) "¿Van prohibir enseñar anatomía en la escuela?" Se preguntó, con malicia, una de las componentes de la Conseja de Ministras, con el orgullo de quien ha descubierto un argumento irrefragable.

Pues no, ningún padre puede prohibir que se enseñe Anatomía en la escuela o la descripción del motor de cuatro tiempos, base del automóvil, pero eso no quiere decir que haya que enseñarle al alumno cómo se conduce un automóvil y le den un carnet de conducir.

Describir la masticación y digestión de los alimentos no implica derivarlo a clases de veganismo, y a exaltar las virtudes veganas. Y, de la misma manera, la descripción anatómica de los órganos sexuales no implica preferencias en la función sexual, ni la irrupción de admonitorias enemigas de la sociedad heteropatriarcal, que es la que puebla el planeta hace cientos de miles de años.

Anatomía proviene del griego "aná" (cortar) y "témnein" (hacia arriba) como sabe muy bien la ministra, y se refiere a la disección del cuerpo humano, a la descripción de los órganos y a sus funciones, estrictamente fisiológicas. La sexualidad tiene, naturalmente, una parte fundamental fisiológica, y, otra, cultural y emocional. En lo cultural se nota enseguida, porque en las ciudades los machos y las hembras no se comportan como los perros y las perras, y en lo emocional, porque sobre la base del instinto de reproducción el ser humano ha llegado a escribir sonetos como el de Quevedo "Amor más allá de la muerte" -serán cenizas, más tendrán sentido- o palacios como el Taj Mahal. La sublimación del instinto, la orientación sexual, el onanismo, la promiscuidad, el sadismo, el masoquismo no tienen nada que ver con la Anatomía, sino con la educación sexual, que está construida de información y emociones, y que es delicada y base de la educación sentimental. Anatomía, sí. Pero intrusos de LGTBI en la escuela, explicando el orgullo homosexual es exaltar el derecho de unos a base de pisotear el derecho de los niños, reconocidos por la ONU, desde 1959.

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