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Etiquetas:   Política

Elio Berhanyer: se ha ido el gentleman de la costura española

Rosa Villacastín
viernes, 25 de enero de 2019, 08:01 h (CET)
MADRID, 24 (OTR/PRESS) Fue mi querido Antonio Gala quien me aconsejó que no dejara de incluir a Elio Berhanyer en un libro que estaba escribiendo sobre grandes artistas -Rocío Jurado, Joselito el torero, Joan Manuel Serrat, La Chunga, Cristóbal Toral, Paco Rabanne y algunos otros-, que de la nada habían llegado a lo más alto en sus profesiones. "Partir de cero" se titulaba. Pero si la vida de todos ellos merecía una biografía única, la de Elio me desbordó emocionalmente. Por muchas razones: por las dificultades que tuvo que sortear a la muerte de su padre, asesinado por los nacionales al inicio de la guerra civil con una crueldad que rayaba el sadismo, una circunstancia que obligó a su madre a trabajar y a repartir a sus dos hijos, Plinia y Elio, entre sus familiares más cercanos, al niño con una hermana del padre, y a la muchacha la envió al Puerto de Santa María.

Me contaba Elio, entre lágrimas, que no fue hasta los 15 o 16 años que pudo calzar unas zapatillas. Él, que ha sido uno de los modistos más exquisitos, con más gusto, de la moda española, anduvo descalzo por Córdoba, hasta que un alma caritativa lo acogió y le facilitó un trabajo, que le permitió comer y dormir caliente, pero sobre todo, le permitió asistir a clases de dibujo, su gran pasión, que después le sirvió para diseñar unos trajes que han lucido las mujeres más hermosas y acaudaladas de nuestro país.

Elio se casó con una colombiana genial, Mercedes Otero, Oterito la llamábamos, que le dio dos hijos: Juan Carlos y Elio. Juntos consiguieron el reconocimiento de la crítica española y norteamericana, así como la fidelidad de la alta sociedad madrileña. Eran los tiempos en los que vivieron a cuerpo de rey, hasta el punto de que adquirieron un palacete en Arcos de la Frontera y pisos, manteniendo un nivel de vida que pocos podían permitirse en aquel Madrid de los 60, que tan bien describe Paco León en la serie "Arde Madrid", en la que el mundo de la farándula y la aristocracia caminaban en paralelo.

Pasados los años, Elio y Oterito se separaron, ella se fue a vivir a Marbella donde se casó con un inglés y donde alternaba con Luis Miguel Dominguín casado todavía con Lucía Bosé y, más tarde, con Pilia Bravo, y ya al final de su vida con Rosario Primo de Rivera. A todos los conocía y todos la adoraban por su cercanía y por el cariño incondicional que sentía por su ex-marido, por Elio Berhanyer. A Elio le admiré por su humildad, nunca presumió de nada, ni siquiera de su capacidad para deslumbrar con su arte a gentes de toda condición social. Por su amor a los animales, vivía rodeado de gatos que entraban y salía de la casa que tenía en Pozuelo con toda naturalidad. Una casa llena de recuerdos, de las épocas en las que él era el rey de la moda española. Un trono que nadie le discutía y que tampoco lograron arrebatarle porque al contrario que otros, Elio supo evolucionar, adaptarse a los nuevos tiempos en los que la alta costura pasó a un segundo lugar, solo acto para millonarios, para dar paso al pret-a-porter.

A Elio como a tantos otros genios, nunca se le dieron bien las finanzas que le habrían capacitado para sortear las innumerables crisis a las que tuvo que hacer frente, él y otros muchos que, después de hacerse un hueco importante en el mundo del arte, de la música, de la pintura, lo perdieron todo, o casi. Elio con dificultad salió de todas, hasta que por la edad le fallaron las fuerzas.

Ha muerto a los 89 años, dejando huérfanos a sus dos hijos Juan Carlos y Elio, pero también a la moda española, que tanto tiene que aprender de un hombre que, contra todo pronóstico, logró llegar a lo más alto. De él nos queda su estilo, siempre atento, educado, como el más exquisito de los gentleman, y un documental que realizó TVE, en el que se analizaba su trayectoria como maestro del diseño que fue, capaz de transportar a la mujer normal y corriente, a las cuotas más altas de la elegancia. Qué pena no haberle hecho un gran homenaje en vida.

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