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Etiquetas:   Política

Salvar la vida y salvar el mar

Rosa Villacastín
viernes, 30 de noviembre de 2018, 08:01 h (CET)
MADRID, 29 (OTR/PRESS) El goteo de inmigrantes que cada día intenta llegar a nuestras costas se ha convertido en un run-run al que nadie parece prestar demasiada atención, excepto los hombres y mujeres de Salvamento Marítimo, que este año celebran su 25 aniversario. El nacimiento de una sociedad estatal que se aprobó en el Parlamento con el apoyo de todos los grupos políticos y que ha asistido en este tiempo a más de 350.000 personas, la mayoría de las cuales se han salvado, otras no. Otras se quedaron ahí, varadas en el mar, que las engulle, impidiendo que sus familiares y amigos puedan darles un último adiós.

Escenas que se repiten día tras día, lo que no impide que esas 1.600 personas que trabajan en Salvamento Marítimo, por tierra, mar y aire, puedan sustraerse al dolor que supone rescatar un cuerpo sin vida. Momento que todos ellos definen como de inmenso dolor, de ahí que su primer pensamiento cuando esto sucede, sea para las familias que les esperan en la otra orilla o en aldeas perdidas del África Subsahariana. Un dolor que les empuja a seguir adelante, rescatando vidas humanas, sin olvidarse de la educación y de la prevención, como la mejor manera de evitar accidentes en el mar y de luchar contra la contaminación.

Para conseguir un mar más limpio no dudan en utilizar las redes sociales, o campañas como Mares Limpios, con la que se adhieren al lema del Día de los Océanos propuesto por la ONU: "Limpiemos nuestros océanos".

Cuenta Antonio Ponte, Jefe de Máquinas del María Pita que el mar casi siempre devuelve los cuerpos a los 9 días, "por eso nosotros estamos ahí, intentando paliar el dolor de las familias. En momentos así, no piensas en ti, piensas en salvar vidas, aunque en ocasiones es como buscar una aguja en un pajar".

En Salvamento Marítimo el trabajo es de todos y de cada uno de ellos, porque todos son importantes y todos forman parte de una cadena humana, dispuesta siempre a actuar. Lo dice una controladora del Centro Nacional de Coordinación de Salvamento: "Los marinos que gestionan cada emergencia sueltan el aire, se ponen de pie y a falta de horizonte, miran dentro de sí mismos, buscando todos esos amaneceres que pasaron en mitad del Atlántico, completamente solos, bajo el amparo de un guardián invisible, que vela cuando al otro lado del teléfono, les avisan de que una vida se ha torcido en el mar". Hay imágenes impactantes y difíciles de olvidar, como la del marinero Oliver con Kamal, un albino perseguido por su blanca piel en su país de origen, o la de Miguel Ángel Blanco, que arropa con sus brazos al bebé llegado en una patera. Otras, tan tiernas como las protagonizadas este pasado verano en aguas del Mediterráneo por Salvamar Arehenar. Lo cuenta su patrón, Pablo Ochoa: "Nos avisaron de que había una nena de 4 años en el mar. Le había arrastrado un hinchable. Cuando encontramos el unicornio pensamos lo peor. Fueron los minutos más angustiosos de nuestra vida. Al poco la encontramos. Braceaba boca arriba sin saber nadar. La recogimos, le quitamos la ropa mojada y la vestimos como vamos nosotros. Todos acabamos llorando porque aunque nos dedicamos a esto, somos padres y seres humanos".

Son miles las historias que cuentan estos hombres y mujeres, cuya misión es salvar vidas, de ahí lo importante que para ellos supone es el apoyo ciudadano e institucional. Como el que tuvo lugar el pasado mes de junio, cuando el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, acudía junto a una representación de Salvamento y Seguridad Marítima, a la recepción ofrecida por el Rey Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela con motivo del 25 aniversario. Un acto con el que se reconocía la labor que realizan.

No ha sido la única, ni lo será en el futuro, ya que de estos hombres y mujeres dependen muchas vidas, no solo la de quienes intentan entrar en nuestro país en pateras inservibles, también de pescadores, de marineros que se ven envueltos en accidentes como el del Prestige o el Cheshire, que explotó minutos después de que los últimos tripulantes fueran izados a bordo de helicópteros.

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