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Etiquetas:   Política

Las mujeres plantan cara a Donald Trump

Rosa Villacastín
viernes, 9 de noviembre de 2018, 08:02 h (CET)
MADRID, 8 (OTR/PRESS) Lo peor que le podía ocurrir a Donald Trump, machista confeso, es que cien mujeres, cien, hayan conseguido que millones de demócratas de todos los colores y condición social, les hayan votado para conformar una mayoría considerable en la Cámara de Representantes. Un éxito que pone contra las cuerdas a un presidente que ha conseguido lo que ningún otro: dividir al país de las libertades en dos bloques irreconciliables, republicanos y demócratas. Dividirlos no solo ideológicamente, que también, sino poniendo la diana sobre la cabeza de los periodistas y medios más prestigiosos del país. Contra los periodistas, porque misógino como es, no permite que nadie cuestione sus decisiones, que critiquen su manera de llegar a la Casa Blanca, su estilo burdo que avergüenza a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad, su lenguaje soez contra las mujeres, sus políticas migratorias, de sanidad, de educación y, cómo no, por favorecer a los multimillonarios y abandonar a los más necesitados, evitando que les llegue la sanidad universal. Además, ha roto unilateralmente acuerdos firmados con la Unión Europea, Canadá, China, México e Irán, que daban una mayor estabilidad a este mundo tan convulso en el que vivimos. Que fueran las mujeres, actrices en su mayoría, las primeras en dar la voz de alarma, demuestra hasta qué punto las cosas están cambiando, no solo en Estados Unidos, también en Europa, aunque con menos intensidad, quizá porque fue en ese país donde surge un movimiento como el de MeToo que ha puesto contra las cuerdas a actores, productores y jueces de renombre. El último, el recién nombrado miembro del Tribunal Supremo, acusado de abusos sexuales. Un individuo que contó, pese a los testimonios en su contra, con el beneplácito de Trump, a quien estas cuestiones le parecen peccata minuta, acostumbrado como está a utilizar a las mujeres como kleenex de usar y tirar.

La movilización de los jóvenes en estas elecciones que se celebran a mediados de la legislatura -y que el inquilino de la Casa Blanca ha pretendido convertir en un plebiscito-, ha sido histórica, lo que demuestra lo avergonzada que se siente una buena parte de la población cuando al levantarse cada mañana para ir a sus trabajos tienen que desayunarse con los exabruptos que por la noche ha colgado Trump en las redes sociales.

Que entre esas cien heroínas destaquen representantes de las minorías raciales -una palestina, una jovencísima hispana camarera de profesión y la más joven de la historia, y una mujer de color, un musulmana-, demuestra hasta qué punto el empoderamiento de la mujer es una realidad, un avance, en lugares donde hasta ahora muchas habían permanecido calladas, apartadas de los centros de poder. De ahí que por más amenazas que les dedique Donald Trump cada mañana, la realidad es que la política americana ha dado un vuelco y que pueden ser las mujeres quienes dentro de dos años le desalojen de la Casa Blanca. La igualdad ha dejado de ser un sueño para convertirse en una esperanza de color azul en Estados Unidos, el país más poderoso, el que nos hizo pensar que cualquiera podía llegar a ser Presidente. Ojalá ese sueño se haga extensivo a otros muchos, en los que todavía la mujer no es dueña de su propio destino.

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