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Puerto Banús: el más seguro de Europa

Rosa Villacastín
viernes, 27 de julio de 2018, 08:06 h (CET)
MADRID, 26 (OTR/PRESS) Marbella, desde su irrupción como centro turístico de lujo, ha estado en el punto de mira de quienes la contemplan con recelo. Antes incluso de que aparecieran en escena Jesús Gil, Julián Muñoz, Juan Antonio Roca o Mayte Zaldivar, ya había quien se ponía galones criticando a los que hicieron posible que este pequeño pueblo de pescadores, se convirtiera en lugar de encuentro de millonarios, aristócratas, nuevos y viejos ricos, actores o actrices americanos, europeos y gente de la farándula y, en definitiva, enclave turístico privilegiado de la clase media española y europea.

No voy a negar que a Marbella llegaron también personajes y personajillos que se aprovecharon del desconcierto que reinaba a finales de los 80, donde cualquiera que fuera un poco astuto se podía hacer rico en tiempo récord. Algunos lo hicieron ilegalmente, saltándose a la torera todas las leyes porque lograron introducirse en los centros de poder municipales, utilizando los mismos métodos que Al Capone: aprobaban sus propias leyes, con las que se movían ante la indiferencia de unos y la complacencia de quienes vieron la posibilidad de vivir mejor bajo la sombra de unos personajes que terminaron con sus huesos en la cárcel. Pero ese tiempo pasó y, desde entonces, tanto la actual alcaldesa del PP, María Ángeles Muñoz, como el ex alcalde del PSOE, Pepe Bernal, han intentado pasar página a ese periodo negro de la historia de la ciudad. Ha costado mucho, pero hace años ya que Marbella es lo que siempre debió ser: centro turístico de lujo, donde te puedes encontrar en el Trocadero, en El Ancla, o en un chiringuito de playa, con el propietario de unos de los principales bancos de Holanda, a un multimillonario mexicano aficionado al golf y la buena mesa, ya que Marbella cuenta con magníficos hoteles, con cocineros de prestigio y varias estrellas Michelin como Dani García, y tantos otros, y con muchos campos de golf, lo cual atrae un turismo de calidad, pero sobre todo un turismo que no hace ruido, al que se han sumado los nórdicos, y los latinoamericanos. Conseguir que toda esta gente vuelva no ha sido fácil y los empresarios han invertido mucho en publicidad para conseguirlo, por eso sorprende que todavía hoy, gente que no pisa Marbella, que escribe sin mover el culo de la redacción, eche por tierra todo ese trabajo y tantos puestos de trabajo, solo para darse el gusto de que alguien haga clip o retuitee sus artículos desde la otra punta del mundo.

Si alguien piensa que los miembros de la familia real saudí, los multimillonarios americanos, marroquíes o británicos, atracarían sus megayates en un lugar donde la seguridad no estuviera garantizada al cien por cien, es no conocer la mentalidad de esta gente. De ahí que cada año depositen sus barcos, algunos de hasta 85 metros de eslora, en el primer puerto deportivo de España -tercero entre los más top de Europa- que tiene capacidad para más de 900 embarcaciones y que a día de hoy está ya al 90% de su capacidad: Puerto Banús.

El éxito de Puerto Banús que se inauguró en mayo de 1970, con la asistencia de los entonces Príncipes de España Juan Carlos y Sofía, los Príncipes de Mónaco Grace Kelly y Rainiero, el director de cine Román Polanski, el Aga Khan y el cirujano sudafricano Christian Barnard, se debe no solo al clima de Marbella, que también, sino a que fue el famoso arquitecto norteamericano Noldi Schreck, que ya había levantado el Marbella Club, quien decidió junto a José Banus, que tenía que hacer algo diferente a lo ya existente. Quería darle ese toque andaluz que ha permanecido pese a los muchos cambios que ha sufrido la arquitectura, la sociedad española, incluso la Costa del Sol, tan diferente la de hoy a la de entonces, cuando empezaron a desembarcar en Marbella las grandes estrellas de Hollywood, al reclamo de un pueblo de pescadores que lo tenía todo para encandilar al más exquisito de los veraneantes.

Es precisamente para evitar que los turistas de bañador y camiseta se adueñen de tan exclusivo lugar, por lo que los nuevos gestores Puerto Banús se están esforzando en aplicar una política que consiste en triplicar la presencia de policías y coches patrulla, además de policía nacional -cada mes se reúnen con los miembros de las Fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, con el fin de prevenir sorpresas desagradables en un lugar estratégico de la Costa del Sol-. De ahí que aunque quienes habitualmente pasemos por la zona seamos incapaces de detectar a los miembros de la policía secreta, tanto española como la que habitualmente acompaña a las personalidades que atracan sus barcos en esta zona, la realidad es que son bastantes los que se mueven por ese kilómetro de calles que algunos han bautizado como la "milla de oro" de la moda más internacional. No hay firma de prestigio que no tenga un local donde exhibir sus últimos modelos. Propuestas muy atractivas, solo aptas para quienes poseen tarjetas oro y platino, que funden tarde sí y noche también.

Dicen que la limpieza y el orden de una ciudad o de un determinado punto de encuentro de la gente joven y menos joven, se ve no por la noche, sino a primera hora de la mañana. Por eso yo invitaría a quienes no ven la luz del día desde que desembarcan hasta que se van, que se levanten pronto y se vayan una mañana, a eso de las 9 o las 10 a desayunar a Puerto Banús, para que se den cuenta de que a esa hora la actividad es grande y muchos los trabajadores de limpieza que empiezan a trabajar cuando otros apuran la noche. El número de trabajadores de la limpieza ha aumentado considerablemente y se esfuerzan por dejar las calles y las zonas comunes como los chorros del oro, la mayoría de las cuales ha sufrido un buen lavado de imagen, pues no hay que olvidar que ya está en marcha la celebración del cincuenta aniversario de su inauguración, que curiosamente coincide con el triunfo de Julio Iglesias en el Festival de Benidorm y que fue quién actuó esa noche en la gala que organizó José Banús y a la que acudió la crême de la crême española y europea.

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