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Etiquetas:   Política

Una anormalidad

Cayetano González
martes, 15 de mayo de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID, 14 (OTR/PRESS) La elección de Quim Torra como nuevo Presidente de la Generalitat de Cataluña será todo lo legal que se quiera pero está absolutamente trufada de una anormalidad democrática si se analiza con atención todo lo que el nuevo jefe del Gobierno de Cataluña ha anunciado que piensa hacer: instaurar la República, recuperar todas las leyes impugnadas por el Gobierno de España ante el Tribunal Constitucional, poner en marcha una comisión de investigación sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución, constituir una Asamblea de electos.

Hace ya tiempo que la política en Cataluña es presa de una esquizofrenia que en los últimos meses no ha hecho más que aumentar. Que la formación de un gobierno autonómico tras la celebración de las elecciones hace cinco meses, que el normal funcionamiento de las Instituciones dependa exclusivamente de la voluntad, del capricho, del interés de un fugado de la justicia como es Carles Puigdemont, da una idea bastante exacta de lo que está pasando en esa Comunidad Autónoma.

Torra ha reconocido explícitamente y sin ningún rubor que él es un títere en manos de Puigdemont. Ha dicho que su presidencia es provisional, que incluso no utilizará el despacho oficial de quien considera es el Presidente legítimo de la Generalitat. Todo un esperpento que no vaticina nada bueno para el tiempo inmediato que viene en Cataluña. Además, la elección de Torra ha estado hasta el último momento en manos de cuatro diputados de ese partido antisistema que es la CUP, lo cual no es la mejor carta de presentación.

El Estado, el Gobierno de la Nación que lo representa, tendrá que plantearse muy en serio que hacer con un Presidente de la Generalitat, con un gobierno autonómico, que desde el primer momento van a desafiar a ese Estado. Sabido es que Rajoy está deseando que haya un gobierno en la Generalitat para levantar un artículo, el 155 de la Constitución, que aplicó de esa manera el pasado mes de octubre. Que lo hizo forzado por los acontecimientos y convocando simultáneamente de forma precipitada unas elecciones autonómicas que por un lado trajeron una mayoría de los partidos independentistas y por otra, la práctica desaparición del PP en Cataluña. Muy probablemente, en las próximas semanas, Rajoy se va a ver obligado a aplicar medidas drásticas en Cataluña para ser fiel a lo que se comprometió cuando tomó posesión de su cargo: cumplir y hacer cumplir la ley. En Cataluña, el nuevo Presidente de la Generalitat ha anunciado a bombo y platillo que piensa saltársela a la torera. Rajoy tendrá que volver a hacer algo que no le gusta, que le incomoda, pero que no tendrá más remedio. Y si no se encuentra capaz de hacerlo, ya sabe cuál puede ser una solución: que dé un paso atrás, que convoque elecciones y que el pueblo hable.

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