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Etiquetas:   Política

La numantina resistencia de Cifuentes, salta por los aires.

Rosa Villacastín
lunes, 30 de abril de 2018, 20:13 h (CET)
MADRID, 26 (OTR/PRESS) La situación del PP es compleja, después de la publicación del bochornoso video en el que Cristina Cifuentes es requerida por un guarda jurado de Eroski, un conocido supermercado, que le insta a abrir el bolso del que saca unas cremas de Olay antiedad, que no había pagado. Si a eso le sumas cómo obtuvo el famoso Master en la Universidad Rey Juan Carlos, la situación, repito, del PP es límite, por dejar pudrirse los temas de corrupción convencidos como están de que el paso del tiempo resuelve los problemas.

La dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid llega tarde, empeñada en permanecer al frente de un gobierno que es vital para el futuro del Partido Popular, pero también de cara a un posible adelanto de elecciones generales o autonómicas, con un partido pisándole los talones, Ciudadanos que según las encuestas le va a arrebatar millones de votantes. Gente honesta, que se gana los garbanzos trabajando duramente pero que anteponen su ideología a cualquier otra consideración. Muchos de los cuales hoy miran asqueados la televisión, por el espectáculo diario de ver desfilar a algunos de sus barones emblemáticos por los juzgados, acusados de prevaricación, por haber utilizado el dinero público en actos electorales del partido en Valencia, Madrid, Murcia...

Un escándalo sin precedentes teniendo en cuenta que es una corrupción trasversal de la que se han alimentado ayuntamientos, comunidades autónomas, constructores, y políticos elegidos por los ciudadanos para solucionar sus problemas, que son numerosos, no para que se enriquezcan personalmente.

Cristina Cifuentes no hubiera llegado a la Puerta del Sol sin la ayuda inestimable de Dolores de Cospedal, Secretaría General del PP a nivel nacional, que algo tendrá que decir sobre la defensa numantina que ha hecho en estas últimas semanas de su amiga. Una defensa que le honra si no fuera porque lo que está en juego es el futuro de su partido, el prestigio de una formación que cuenta con centenares de miles de afiliados, de cargos que han trabajado honestamente, de políticos que se han jugado la vida por defender unas siglas. Siglas que han pisoteado dirigentes como Cifuentes, Granados, Ignacio González, Bárcenas, Matas, Camps...

Esa es la cruda realidad que el presidente del Gobierno no quiere ver, que se niega a ver, amparándose en el galleguismo, en ese refrán que dice: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

He hablado con votantes del PP, están desolados por lo ocurrido. Lo estaban ya, porque en el PP como en todas las formaciones políticas, hay gente honesta, que vota con el corazón, que piensa que los suyos son los mejores y los de enfrente, la izquierda, son los representantes del mal. Quienes así piensan deberían ampliar el ángulo de su mirada, y aceptar que ha llegado la hora de hacer una limpia, aunque eso le suponga al partido en el gobierno pasar a la oposición, vivir su propio calvario. De no hacerlo, el futuro que les espera es muy triste.

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