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Opinión
Etiquetas:   Política

Cambios que hacen historia

José Luis Gómez
domingo, 22 de abril de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID (OTR/PRESS)Los grandes barcos no viran en ángulo recto como si fuesen la rueda de una bicicleta. No es que no quieran hacerlo así sus capitanes, es que no pueden, ya que para cambiar de rumbo --o de bordada--, pasando de una amura a otra, deben maniobrar a su ritmo. Incluso los veleros deben hacerlo así de forma que viniendo el viento por un costado, después de haber virado venga por el opuesto. Con la política y ciertos fenómenos conexos, como el terrorismo o las guerras, pasa un poco lo mismo. Incluso con procesos políticos complejos como el catalán.

A todo el mundo le gustaría que la desaparición de ETA se hiciera de otro modo, sin tanta parsimonia, sin matices ni trampas dialécticas. También, que el encaje de Cataluña en España se lograse de común acuerdo. Pero no es así. ETA tiene su estrategia -ahora política- y el independentismo, la suya. Aunque se trata de casos muy distintos que no conviene confundir ni mezclar, es evidente que hay algo en común: viran como los grandes barcos, necesitan espacio y tiempo. Pero están virando. Traen cambios que hacen historia.

Hay discursos políticos vidriosos que quienes no los comparten demonizan con palabras altisonantes. Están en su derecho, faltaría más. Pero nadie puede olvidar que ciertos discursos políticos no siempre son para todo el mundo, sino simplemente para sus seguidores. ETA habla para los suyos, hace pedagogía entre los suyos, incluidos sus presos. El independentismo catalán también habla para los suyos. Y partidos como el PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos también se dirigen a veces exclusivamente a sus militantes, adscritos y votantes. Perderlo de vista o confiar en que todo el mundo es bueno son meras ingenuidades.

ETA introduce una obscena distinción entre sus víctimas, que no es aceptable, pero el conjunto de su mensaje hay que saber interpretarlo, sin por ello compartirlo. Está virando para desaparecer, para morir. Lo importante ahora --y siempre-- deben ser las víctimas y sus familias, por supuesto, pero también la reconciliación y la paz. Al tiempo que ETA muere, revive la democracia y se abren muchas esperanzas en Euskadi, en Navarra y en España.

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