MADRID (OTR/PRESS)Carmen MartÃnez-Bordiú quiere ser la II duquesa de Franco. La nieta del dictador desea heredar este tÃtulo que ostentó hasta la muerte su madre, Carmen Franco, y ya lo ha reclamado oficialmente. El ducado, tÃtulo nobiliario con grandeza de España, fue creado deprisa y corriendo, tan sólo seis dÃas después de la muerte del dictador, y fue concedido a su hija Carmen Franco Polo por el rey Juan Carlos "en atención a las excepcionales circunstancias y merecimientos que en ella concurren". Es de esas fórmulas administrativas que producen sonrojo y que devalúan el pretendido reconocimiento porque, salvo ser hija de quien fue, no se le conocen a la difunta señora ni a la actual pretendiente especiales merecimientos.
En la Transición se hicieron cosas notables y algunas que nunca debieron hacerse. Y entre ellas cabe destacar la creación de un tÃtulo semejante en honor de una persona cuya memoria sólo merecÃa ser enterrada por la incipiente democracia. Asà que no es que la reclamante merezca o no ostentar este tÃtulo nobiliario, sino que lo más razonable serÃa que el tÃtulo desapareciese definitivamente y quedase en la historia como una triste anécdota.
Y ya de paso, serÃa interesante revisar el sentido de estos tÃtulos aristocráticos en una democracia moderna. Y, sobre todo, acabar con su carácter hereditario. Todos los paÃses tienen distinciones que buscan reconocer el perfil de ciudadanos notables, desde la Legión de Honor francesa a la Medalla del Congreso de Estados Unidos. Aquà también tenemos reconocimientos nacionales, autonómicos y locales para ciudadanos con acreditados merecimientos en todos los ámbitos. Y todos ellos señalan a personas concretas que los disfrutan mientras viven y quedan asociados a su memoria para la posteridad, pero no forman parte de su herencia. Porque si hay algo que no puede heredarse por decreto y en virtud de circunstancias como la primogenitura y la sangre es la nobleza. Nuestra historia está llena de reyes, condes, duques y marqueses que lo avalan.
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