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Etiquetas:   Política

En el tejado de Puigdemont

Cayetano González
martes, 30 de enero de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID, 29 (OTR/PRESS) Es ahí donde el Tribunal Constitucional ha colocado la pelota tras las medidas cautelares adoptadas el pasado sábado. Puigdemont tiene ahora la palabra: o acude mañana en carne mortal al Parlamento de Cataluña, previa autorización judicial, para ser investido Presidente, o no podrá serlo ni por vía telemática ni por delegación en otro diputado de su discurso de investidura. Lo que hará en las próximas horas el ex-presidente de la Generalitat huido en Bruselas desde el 24 de octubre es una incógnita, pero seguro que intentará buscar algún resquicio y retorcer al máximo las posibilidades que le brinda eso que el se ha saltado a la torera, el Estado de Derecho. Lo que pasa es que cada vez lo tiene más difícil y no son pocas las voces dentro de las propias filas independentistas que le piden ya que se aparte y que deje paso a otro candidato que no tenga el lastre judicial que él lleva.

La decisión del Tribunal Constitucional dificulta enormemente la investidura de Puigdemont que era por otra parte el gran temor que tenía y en estas horas sigue teniendo el gobierno de Rajoy. Porque evidentemente sería un escándalo internacional que un prófugo de la justicia pudiera ser elegido Presidente del Gobierno de una Comunidad Autónoma después de haber propiciado con el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre y con la proclamación en el Parlamento catalán de la República Independiente de Cataluña un auténtico golpe de Estado a las Instituciones españolas.

Llegados a este punto quizás convenga subrayar como con la situación creada por Puigdemont con su huida a Bruselas se ha puesto más en evidencia los dos graves errores que cometió Rajoy tras la consumación del desafío independentista. El primero fue aplicar con enorme cautela el artículo 155 de la Constitución, y unido a este el convocar de forma precipitada unas elecciones autonómicas -las celebradas el pasado 21 de diciembre- en lugar de esperar unos meses más hasta que se sustanciaran los procesos judiciales pendientes. Si Rajoy hubiera optado por esta segunda opción, ahora no nos encontraríamos con esta situación verdaderamente kafkiana, donde un solo individuo ha puesto en jaque a todo un Estado y a sus Instituciones.

Ha dado toda la impresión que tanto Rajoy, como Soraya Sáenz de Santamaría pilotando la cuestión catalana, han ido siempre por detrás de los acontecimientos, con ciertas dosis de improvisación, delegando en exceso sus responsabilidades en las instancias judiciales o en el propio Tribunal Constitucional. Y al final, el mejor instrumento que tenía el ejecutivo -el artículo 155 de la Constitución- para parar el golpe separatista quedó en casi nada: en unas elecciones precipitadas en su convocatoria que volvieron a dar una mayoría a los independentistas, aunque eso sí, fuera un partido constitucionalista, Ciudadanos, quien ganara esas elecciones.

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