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¿Por qué en Siria no?

Andrés Aberasturi
sábado, 8 de octubre de 2016, 08:00 h (CET)
MADRID, 7 (OTR/PRESS) Las cifras que ofrece ACNUR se quedan trágicamente anticuadas día a día. En todos los periódicos aparecen fotos de la última oleada de refugiados atendidos por Italia: son casi once mil en sólo 48 horas y en uno de los viejos barcos se podían contemplar los cadáveres amontonados que se iban recogiendo. Es aterrador y absolutamente injusto, pero si no se bate un récord, como en esta ocasión, la noticia ya empieza a pasar desapercibida para los europeos.

Hasta el día 9 del pasado septiembre ACNUR cifraba en 381.442 las personas que habían cruzado el Mediterráneo para llegar a Europa. ¿Cuánto muertos? No se sabe, nunca se sabrá porque resulta muy difícil hacer un cálculo riguroso de la gente que pierde la vida en el intento; la cifra oficial era de 2.850 personas este año, pero todos sabemos que si se abrieran un día las aguas de nuestro mar común, el espectáculo sería dantesco.

Hay una inmensa mayoría que vienen de Siria, un país en guerra desde hace cinco años, un país -o lo que queda de él- sobre el que parece que todos tienen derecho para bombardear sin ni siquiera preocuparse por aquel eufemismo que dimos en llamar "daños colaterales". En Siria se vuelan hospitales, colegios, mercados... da igual. Siria está al margen de cualquier tratado internacional, es un campo de pruebas, un pueblo que a nadie le importa y cada potencia tiene derecho de pernada parapetándose en extrañas alianzas, en apoyos egoístas, en "operaciones de castigo" que no son sino venganzas. Siria es un escenario de ruinas para una película de guerra en el que se libran muy distinta batallas con muy distintos aliados.

Desde 2011, cuando comenzaron las llamada "primaveras árabes" estallaron las protestas contra el presidente sirio, Bashar el Asad, cabeza del régimen del partido Baaz, tras el arresto y tortura de unos adolescentes que pintaron en un muro de su escuela: "Es tu turno, Doctor", en referencia a la profesión de Asad, oftalmólogo. Y a partir de ahí se juntaros intereses de todo tipo: Irak, Irán apoyaron al dictador mientras sus opositores recibía la ayuda de países árabes y cada vez más de yihadistas. Un rompecabezas difícilmente entendible con EEUU y Rusia en la trastienda de todo. Las imágenes que nos llegan desde Siria son de ciudades en ruina, gentes deambulando por unas calles llenas de polvo y de pobreza, hospitales de pesadilla y niños que esperan también su dudosa oportunidad para llegar a esa esperanza fallida llamada Europa. Gracia está desbordada; Italia no puede más y en el resto de UE en lugar de crecer la piedad solidaria, toman fuerza los movimientos extremistas xenófobos.

Yo no tengo la solución pero veo el desastre y lo que veo son niños muertos, niños vagando solos por campos de refugiados y muchas conferencias elegantes para llegar a acuerdos que no llegan o no se cumplen. Yo ignoro qué se puede hacer con todos los refugiados que ya están y que seguirán llegando. Pero si sé que por menos de lo que está ocurriendo en Siria, la ONU ha tomado cartas en el asunto y ha mandado tropas internacionales para acabar con el terror. ¿Por qué en Siria no? Esa es la pregunta.

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