Leo, en diferentes medios de comunicación digital, una información que me pone los pelos de punta. El titular: «La política del Gobierno legalizrá a ETA como partido».
Una acusación como ésta, claro está, sólo puede proceder de alguno de esos simpares miembros del PP, cuyo único objetivo es el de acosar al Gobierno a costa de lo que sea. Sin embargo, incluso en política, deben existir unos límites.
Esa frase, vomitada con vocación de titular, ha sido pronunciada, ni más ni menos, que por un exministro de Interior: Jaime Mayor Oreja.
En democracia, los partidos políticos juegan un papel insustituible a la hora de posibilitar la representación ciudadana, en las múltiples instituciones de gobierno. Pero, aun con ello, el partidismo debe desaparecer en cuestiones tan sensibles como la seguridad interior de nuestro país.
Desde que los españoles expulsamos al PP de la Moncloa, ha pasado tiempo suficiente para que aprendieran la lección. Sin embargo, aquellos a quienes apeamos del poder por su falta de escrupulos y por su –más que manifiesta– intención de manipular un hecho terrorista trágico –el 11M– para sacar rédito electoral, siguen en sus trece de utilizar el terrorismo como baza política.
La falta de escrúpulos del PP, hartamente demostrada en la mayoría de los campos políticos existentes, cruza la frontera de lo indeseable y repugnante en lo referente a la cuestión vasca.
En el Pais Vasco, todo aquel que no represente sus ideas, es un enemigo a batir. Los múltiples insultos que –por ejemplo– los socialistas han tenido que soportar, demuestran una falta de proyecto que sólo puede ser disimulado tras la barrera de lo soez.
Por otra parte, el señor Oreja, ese hombre que en su propia Comunidad Autónoma no ha ganado nunca una sola elección, es el mejor ejemplo para describir la actitud de los populares frente a todo. Así, si en la campaña a las elecciones al Parlamento europeo el candidato Oreja –PP–, decía de Borrell –PSOE– que representaba un modelo de entender la política europea que perjudicaría a España, poco después no dudó en votar como presidente de la eurocámara a quien había dedicado tan hermosos elogios.
Son personas como éstas, acostumbradas a la impunidad de sus aberraciones, las que hacen del primer partido de la oposición un ejemplo de las miserias que, algunos, están dispuestos a realizar con tal de volver a ser alguien.