Aunque parecía difícil o, incluso, imposible, el Partido Popular ha conseguido dar una voltereta más sobre el abismo de lo absurdo para sorprender, a propios y extraños, con otras simpares afirmaciones. ¿Por donde empezar?
Quizá un buen punto de partida sean las amistades peligrosas de las que se rodea ese partido que, un día, quiso ser el referente del centro reformista en España. Me refiero, como no, al maravilloso catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense, don Aquilino Polaino, a quienes los populares llamaron a comparecer ante el Senado para vergüenza de esta institución. El señor Polaino, ni corto ni perezoso, afirmó rotundamente que las personas con conducta homosexual padecen una patología. Sin embargo, a pesar de lo aberrante de estas palabras, lo peor no fueron las declaraciones del señor catedrático, sino la alegría no contenida del representante del PP en aquella comisión, que tampoco pudo ocultar su satisfacción ante tan vergonzosa insinuación, agradeciendo las valiosas aportaciones.
Tampoco vamos a engañarnos. ¿Qué se puede esperar de quienes ven en la normalización de la homosexualidad un peligro para la institución familiar? Aunque algo debe estarle saliendo mal al PP ya que, en caso contrario, no se explicaría por qué altos dirigentes del partido han comenzado a levantar su voz en contra de la doctrina emanada desde la calle Génova.
Con todo, el PP nos lo está poniendo difícil a los comentaristas de actualidad. ¿Alguien podría contenerlos? Darnos tantas noticias por minuto, no es nada bueno para ellos. Así, cuando aún no nos habíamos recuperado del “sobresalto patológico”, el señor Zaplana se descuelga ante el Congreso con la proposición de que la Cámara Baja redacte una contestación a la famosa tregua parcial dictada por ETA. Como es lógico, todos los grupos parlamentarios, salvo el PP (coletilla que ya viene siendo habitual), se han opuesto. Pues bien, en un ejemplo más de cómo tergiversar las cosas, Zaplana no ha dudado en achacar a este Gobierno una falta de claridad a la hora de posicionarse frente a ETA.
Pero bueno ¿acaso creen que somos imbéciles? Cómo que el Gobierno no tiene clara cuál es su posición frente al terrorismo. Entonces ¿cómo es que desde el Ministerio del Interior se sigue, eficazmente, en la tarea de detener y procesar a quienes colaboran con ETA?
Señor Zaplana y demás señores y señoras del Partido Popular, no nos tomen el pelo. El Congreso nunca ha contestado a una carta de ETA y es lógico que no lo haga. ¿Acaso quieren legitimar sus aberraciones? Para contestar, en todos los sentidos, a la banda terrorista ya está el Poder Ejecutivo.