Ante las abrumadoras iniciativas disgregadoras, que nos lanzan a cada cual por las vías del aislamiento frustrante y desolador. Cuando la dialéctica olvida el concepto de intercambio, para doptar el de las imposiciones. Las actitudes integradoras cobran enorme relevancia, puesto que navegamos todos en el mismo barco. En un barco donde reinan potentes la polémica y la frustración, debido a la conjugación tan dificultosa de la DIVERSIDAD imperante. Por otra parte, en esas variaciones radica una de las principales esencias de la vida humana, no sería entendible bajo los rasgos uniformistas. ¿De qué nos sirve la razón, si no afrontamos ese reto con aires de superación? ¿Convertiremos alguna vez la necedad en brotes esperanzadores?
Aportaciones en la buena dirección no faltan, otra cosa será relegarlas a un olvido indolente, como tantas veces solemos hacer. El arte del recién fallecido Antoni Tápies fue una de las reiteradas llamadas hacia el impulso superador y participativo. ¡Quién no ha visto alguno de los cuadros inconfundibles del artista! Cuatro trazos desgarbados irrumpen en el primer vistazo a sus obras, con ellos rompe los esquemas rutinarios, acomodados a las actitudes inmovilistas. Apenas necesita de pequeños DETALLES INSINUANTES para inculcar una cierta orientación a la obra; ligeros signos apenas entrevistos, portadores de la fuerza estimulante. Sin la pretensión de conclusiones cerradas. Constituyen una invitación permanente a que cada uno disponga sus expresiones, aporte sus vivencias. Señala con singular perspicacia un cruce esencial para la vida humana y la convivencia; un punto de encuentro cuya clave reside en la insustituible postura de cada persona.
Entre la materia y el espíritu, lo que va del componente físico a las esferas del pensamiento, la distancia es de corto recorrido, muy a pesar de las primeras impresiones. Afortunadamente, nadie dispone de las condiciones de esa relación, las impondrían y negociarían enseguida; están abiertas a cada experiencia individual. En estas vivencias personales incide otro de nuestros artistas geniales, Eduardo Chillida; exterioriza ambas presencias, las masas de materia y la entrada en acción de los sentimientos y la inteligencia. Desde el proyecto de la montaña vacía para el diálogo, el peine de los vientos cósmicos y de manera especial sus variadas obras de manos enlazadas; ofrece para todas las miradas, una invitación al ensamblaje del fondo material con el espíritual. La percepción del cosmos, de la piedra, del hierro…o de las manos del otro que nos acompaña; congregan la experiencia individual e insustituíble. Configura un GRITO RADICAL desde el punto de partida innegociable, resistente frente a las globalidades dominadoras y agobiantes que nos acechan; económicas, educativas,políticas o religiosas. Es el clamor del aliento personal.
El bagaje de nuestra identidad es muy complejo. Recibimos las más variadas influencias, decisivas o intrascendentes, momentáneas o duraderas. Los ambientes actuales favorecen el PICOTEO por el sinfín de circunstancias exteriores, cogemos de aquí o de allá aquello que deseamos; sin olvidar la captatación involuntaria de ciertos conceptos y realidades, que serían influencias no sospechadas. En esa especie de bricolage vamos armando el propio rompecabezas; nunca mejor dicho, por que la cabeza corre serios riesgos, la cabeza bien armada pierde sus referencias, diluídas entre aquella proliferación de influencias. ¿Reduciremos la presencia individual a una suma proveniente de la “otra gente”? Es una exageración que distorsiona los funcionamientos. Sobre todo, por que la simple sumación de facetas no significa casi nada desprovista del núcleo original de cada sujeto.
La diversidad multiplica las opciones. Queda patente la insuficiencia de las etiquetas, puesto que simplifican en exceso las actitudes tomadas por las personas. A pesar de las limitaciones, el abanico de posibilidades es amplísimo, con el añadido del aspecto evolutivo de gran dinamismo, los cambios modifican el panorama a cada paso. No cabe duda, uno elige en cada una de las decisiones, ejerce su vitalidad; por eso, todo cuanto ahogue esa CAPACIDAD ELECTIVA está teñido de un colorido antinatural. La sugerencia que intente la consideración de todas las personas ha de pregonar el sentido contrario, el de facilitar a todos la posibilidad de sus elecciones vitales y contar después con sus aportaciones. ¿Será mucho pedir? Tratamos de una libertad intrínseca, como de manera tan gráfica nos indicaron los artistas mencionados.
De cara a los demás y de cara a nuestro propio futuro, las elecciones efectuadas persiguieron unos objetivos; desde la reivindicación personal o desde la necedad de un seguidismo a ultranza de los dictados ajenos. La trascendencia de las tendencias asumidas, constituye de por sí otra inmensidad. ¿Cuáles serán sus resultados y cómo repercutirán en el porvenir? Por mucho que respetemos los ámbitos particulares, la visión aislada no tiene sentido, la retícula de la sociedad implica a los diferentes sectores, en una mezcla viva de actores y receptores. Contando además, con unos conocimientos a determinados niveles, también cambiantes; pero con una gran amplitud ocupada por el sin sentido y las ignorancias. Es indispensable contar con los imprevistos y con los errores; añaden INCERTIDUMBRE a los procedimientos utilizados. Las repercusiones serán por lo tanto inevitables.
Los problemas acucian por todas partes, los manantiales de la intranquilidad no cesan en sus emisiones. Y las capacidades para afrontarlos muestran demasiadas carencias para cosa buena. Afrontamos la existencia muy desasistidos de conceptos y criterios seguros. De ahí, la importancia del apoyo de los demás, de la ideación de unas uniones fructíferas. Las agrupaciones son necesarias para aunar las mejores cualidades en beneficio de todos. Si bien, presentan un claro peligro en el horizonte; en la misma definición de cada grupo, suele aparecer el diablo EXCLUYENTE, dentro o fuera del grupo, según las determinaciones adoptadas. Pienso que todos hemos vivido experiencias cercanas de la violencia implícita en esas exclusiones. Si aumentan las agrupaciones, las tensiones también lo hacen. Eso, de entrada, puede ser bueno al favorecer los razonamientos y deliberaciones; pero siempre que mantengamos alejados a los diablos referidos. Es importante no marear a la brújula orientadora, aquel papel primordial que asienta en los núcleos personales, integrado con los demás, pero nunca aplastado por otros fines.
Son APLICACIONES muy ligadas a la realidad diaria. En la escuela observamos el dirigismo de la enseñanza, con la escasa valoración de las peculiaridades de cada inteligencia; los menos dotados, los fuera de serie o las diferentes sensibilidades (Numéricas, reflexivas, musicales, deportivas, artísticas…), transitan por unos programas demasiado uniformistas. En la política, mujeres y hombres, unos partidos u otros; las diferencias de las declaraciones quedan alejadas de la práctica, los lamentos los tenemos actualizados. El carácter integrador de las apetencias, sensibilidades y cualidades individuales, es un ave en riesgo de extinción. No me refiero a las declaraciones de los engolados parlantes. Los hechos mienten menos. Aunque parece evidente la necesidad sugerida, seguimos con los empeños de una construcción social diseñada desde arriba. Así, no puede extrañarnos la potencia de los desengaños, ni la ineptitud que ponen de manifiesto. ¿Nos daremos por enterados?