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La aprobación del pacto fiscal europeo, por el que Merkel tanto lleva luchando el último año y medio, depende en último término del apoyo de la oposición a la canciller. Para la aprobación del pacto, el gobierno de Berlín necesita un mínimo de dos tercios de los votos en el Bundesrat (Consejo Federal), lo que equivale a decir que necesita el sostén del Partido Socialdemócrata (SPD) y de Los Verdes.
Este apoyo, sin embargo, no corre peligro alguno: rojos y verdes ya han manifestado que será posible antes del verano acordar una posición común con el gobierno. Siempre y cuando se cumplan sus condiciones, claro está. El pacto fiscal comprometerá a los países de la Unión Europea que lo firmen a no sobrepasar el 0,5% del déficit en sus balances anuales, entre otra serie de medidas.
La baza de los eurobonos
Y la carta que juega la oposición para aprobar el pacto son los eurobonos, asunto del que Merkel no quiere oír hablar. Los eurobonos, títulos de deuda pública que serían emitidos colectivamente por todos los miembros de la zona euro, favorecerían la situación de los países en dificultades –los PIGS, para entendernos–, al estar avalados por el conjunto de la eurozona. Estos bonos de deuda comunes fueron una de las principales apuestas electorales de François Hollande, que le hicieron ganar el voto de muchos franceses y la esperanza de millones de europeos.
Sin embargo, las condiciones de socialdemócratas y ecologistas alemanes son de ida y vuelta, es decir, no solo valen para Merkel sino también para Hollande. Sigmar Gabriel, presidente del SPD, ha declarado en la televisión pública alemana que Europa necesita “un fondo de liquidación de la deuda”, a saber, que solo se pondría en común la parte de deuda que superase el 60% del PIB, y que dicha cantidad habría que devolverla en un plazo de 25 años.
Si el recién elegido presidente francés pensaba contar con un cheque en blanco del Partido Socialdemócrata Alemán estaba muy equivocado. No en vano fue el gobierno de Gerhard Schröder (canciller entre 1998 y 2005) el que impulsó en Alemania los recortes y reformas que muchos partidos de gobierno están aplicando en los últimos meses en Europa. Recortes y reformas, por cierto, que le acabaron costando el cargo y la desconfianza de gran parte de su electorado clásico, el mismo fenómeno que están experimentando últimamente la mayoría de (ex)gobiernos europeos.
La oposición alemana condiciona su apoyo al pacto fiscal europeo | |||
Socialdemócratas y ecologistas apoyan los eurobonos, aunque con matices respecto a François Hollande | |||
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La aprobación del pacto fiscal europeo, por el que Merkel tanto lleva luchando el último año y medio, depende en último término del apoyo de la oposición a la canciller. Para la aprobación del pacto, el gobierno de Berlín necesita un mínimo de dos tercios de los votos en el Bundesrat (Consejo Federal), lo que equivale a decir que necesita el sostén del Partido Socialdemócrata (SPD) y de Los Verdes. Este apoyo, sin embargo, no corre peligro alguno: rojos y verdes ya han manifestado que será posible antes del verano acordar una posición común con el gobierno. Siempre y cuando se cumplan sus condiciones, claro está. El pacto fiscal comprometerá a los países de la Unión Europea que lo firmen a no sobrepasar el 0,5% del déficit en sus balances anuales, entre otra serie de medidas. La baza de los eurobonos Y la carta que juega la oposición para aprobar el pacto son los eurobonos, asunto del que Merkel no quiere oír hablar. Los eurobonos, títulos de deuda pública que serían emitidos colectivamente por todos los miembros de la zona euro, favorecerían la situación de los países en dificultades –los PIGS, para entendernos–, al estar avalados por el conjunto de la eurozona. Estos bonos de deuda comunes fueron una de las principales apuestas electorales de François Hollande, que le hicieron ganar el voto de muchos franceses y la esperanza de millones de europeos. Sin embargo, las condiciones de socialdemócratas y ecologistas alemanes son de ida y vuelta, es decir, no solo valen para Merkel sino también para Hollande. Sigmar Gabriel, presidente del SPD, ha declarado en la televisión pública alemana que Europa necesita “un fondo de liquidación de la deuda”, a saber, que solo se pondría en común la parte de deuda que superase el 60% del PIB, y que dicha cantidad habría que devolverla en un plazo de 25 años. Si el recién elegido presidente francés pensaba contar con un cheque en blanco del Partido Socialdemócrata Alemán estaba muy equivocado. No en vano fue el gobierno de Gerhard Schröder (canciller entre 1998 y 2005) el que impulsó en Alemania los recortes y reformas que muchos partidos de gobierno están aplicando en los últimos meses en Europa. Recortes y reformas, por cierto, que le acabaron costando el cargo y la desconfianza de gran parte de su electorado clásico, el mismo fenómeno que están experimentando últimamente la mayoría de (ex)gobiernos europeos. |
Las crisis que se refuerzan mutuamente están afectando de manera desproporcionada a naciones en desarrollo, agravando las disparidades en materia de empleo entre países de altos y bajos ingresos, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se prevé que en 2023 el desempleo mundial disminuya a los niveles anteriores a la pandemia, hasta 191 millones de personas, pero con los países de bajos ingresos muy atrás en el proceso de recuperación.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha reclamado este viernes por el uso en México del programa israelí de espionaje telefónico Pegasus en contra de periodistas y defensores de los derechos humanos. Investigaciones de la prensa mexicana y extranjera han mostrado que el Ejército, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional y la Fiscalía General de la República adquirieron en 2011 ese programa espía.
El crecimiento exponencial de la cantidad de satélites y misiones que van al espacio exterior, para comunicaciones, exploración de recursos, turismo e investigación, aconseja la creación de nuevos marcos legales, según ha sostenido el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
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