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Se le abren diligencias por presunto delito contra la Corona al coronel Amadeo Martínez Inglés, un caso que se las promete de revelador

La valentía del coronel Martínez Inglés

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Parece que, como dicen tantos por esos mundos de Dios, vivimos tiempos en que lo oscuro va a ponerse por fin a la luz…, si es que la Justicia no lo remedia. Efectivamente, como consecuencia de un artículo que el coronel Amadeo Martínez Inglés publicó en Canarias Semanal el pasado mes de diciembre, titulado “¿Por qué te callas ahora?”, ha sido imputado por un delito contra la Corona, en respuesta de lo cual, el mismo coronel ha replicado con un escrito al juez que entiende del caso, en el que no sólo se reafirma en las severísimas acusaciones primeras que vertió en el citado artículo contra don Juan Carlos, sino en la que también pide que se investiguen ciertos aspectos de su denuncia y solicita la citación a declarar de importantes personajes de la Historia reciente de España, desde don Antonio Tejero a don Mario Conde.

Parece que este coronel tiene los suficientes entresijos y cobrada valentía como dar un jaque que, con mayor o menor entusiasmo, merece el aplauso general de la ciudadanía por cuanto servirá para aclarar lo que no son sino cernidas o muy tenebrosas tinieblas en la más oscura época de nuestra Historia reciente, particularmente en la Transición y en algunos de los episodios más cuestionables de nuestra joven y no tan transparente democracia, tales como la bochornosa huida del Sahara, nuestro sometimiento a intereses extranjeros, la tan macabra Guerra Sucia contra ETA o aún el no menos escandaloso y nunca aclarado 23F. Tal vez sea hora, gracias a la valentía que ha mostrado este coronel, de que la Justicia tome al toro de la verdad por los cuernos y lo lidie con todas sus consecuencias. Una faena que abarca desde el ahoguío de la dictadura hasta los recientes escándalos financieros que están en la mente de todos, incluidas las presuntas maniobras de influencias para hacerse con fortunas indecorosas por parte de algunos personajes próximos a la Corona, así como los propios haberes de la Corona que se publicitan en Forbes. Una hora de la verdad que, podría ser, quedara en nada, porque los fantasmas que deambulan por los siniestros corredores de todos esos casos son pavorosos, y demasiados intereses hay en juego como para que no surja una oportuna mano negra que dé carpetazo al asunto y permita a la mayoría durmiente de los españoles que sigan acunados por Morfeo. Veremos.

De quienes tenemos cierta edad, a ninguno nos hubiera gustado tener que haber entrado en guerra con Marruecos por el Sahara, especialmente a los estábamos en pleno servicio militar; pero mucho menos nos gustó que saliéramos corriendo como conejos asustados, dejando abandonados a su suerte a quienes eran ciudadanos españoles, pues que de una provincia de España se trataba lo mismo que Badajoz, Sevilla o Madrid. Una humillación nacional sin parangón que quedó en los anales de nuestra Historia como uno de los graves delitos de cobardía que jamás hayamos cometido, acaso el único. Y, encentado este jamón del todo vale, se llegó a la democracia y se trató, según el criterio de muchos, de enderezar los caminos que se torcían aplicando viejas medidas, tales como un revival de la Dictadura de Primo de Rivera con el nunca aclarado satisfactoriamente 23F, y aún se llegó más lejos con la llamada Guerra Sucia que presuntos aliados del ignominioso episodio golpista llevaron al alimón a cabo contra ETA unos años después.

La valentía sin par de este coronel puede que sea la causa más interesante de democracia, porque si se investigan todas las acusaciones que ha vertido, aparentemente con una muy sólida base, es más que posible que se caigan muchas caretas, y no sólo de la Corona. Las sospechas que continúan latentes en los corazones de una gran parte de los españoles pensantes, debieran ser definitivamente aclaradas, acaso metiendo en el mismo saco al mismísimo 11M, cueste lo que cueste, se descubra lo que quiera que sea, y caiga quien caiga. Queremos la verdad y nada más que la verdad de por qué huimos del Sahara y vendimos a nuestros ciudadanos, por qué se está desmantelando España desde 1975 a favor de otras potencias, quién es la X, la Y y la Z de la Guerra Sucia, quién organizó y financió en realidad el 23F y quiénes de sus señorías estaban en el ajo, quién y cómo ha movido los hilos para ciertos personajes se enriquezcan de esta manera indecorosa y ciertamente delictiva que lo han hecho y quién y cómo organizó el 11M, pero sin componendas ni tiquismiquis. La verdad y sólo la verdad, que es algo que todavía nadie ha revelado.

La verdad debe resplandecer, y hay demasiadas tinieblas que enceguecen nuestro reciente pasado, cubriéndonos a todos de vergüenza e ignorancia. Una cuestión que para conseguirla no basta con juicios de compromiso o con investigaciones que no resuelven nada o que escondan lo que no conviene que se sepa, sino que deben revisarse en profundidad por personas de probada ética, moralidad, justeza e independencia de criterios. Nos va mucho y muy importante en ello, y es más que posible que gracias a los resultados de esa concienzuda investigación, si se llegare a realizar, podamos contemplar el verdadero semblante de los personajes que nos han dirigido, no tan honrados como muchos piensan ni tan luminosos como demasiados creen. Verán cómo se las ingenian para que todo esto quede en agua de borrajas.

Por la propia condición doble de militar e intelectual del coronel, es de suponerse que la información a la que tiene o ha tenido acceso es lo suficientemente sensible y veraz cono no sólo para formalizar las gravísimas acusaciones que ha hecho en su artículo, primero, y en su escrito al juez, después, sino también para afirmarse y sostenerse en ellas, citando documentos y fuentes –algunos de los propios Servicios de Inteligencia- que, de ser ciertos, dan que pensar si no es posible que la demanda dé un giro de 180º y quienes deban dar explicaciones y rendir cuentas sean “otros”. La cuestión, en fin, es tan peliaguda como excitante, y pudiera resultar que a la par sea un punto de inflexión en nuestro reciente devenir, por cuanto al ponerse a la luz la verdad de lo sucedido realmente, muchos no tendrían más remedio que despertar y enfrentarse a la realidad. Tal vez la mejor ocasión para asumir en verdad nuestro pasado, con todas sus vergüenzas, saber que hemos sido manejados espuriamente y, de ahí en más, comenzar de nuevo sabiendo en quién hemos sido capaces de depositar nuestra confianza.

De lo que no cabe duda es que en el asunto de la huida del Sahara hubo mucho más que intereses espurios –no debe olvidarse, entre otras cosas a Fosbucráa, la mayor mina de fosfatos del mundo-, de que el asunto 23F apesta todavía a cadáveres atiborrando armarios, que la Guerra Sucia está todavía sin ser esclarecida y sin ser descubierto el cerebro, que la entrada en la OTAN tiene su aquél –especialmente por cuanto se hizo de la mano de los antiotan del PSOE-, y aún la actual liquidación y demolición controlada del Estado desde el interior, en lo que todo hace pensar una maniobra orquestada. Todos, todos estos asuntos deben ser urgente y profundísimamente esclarecidos, y sería posible hacerlo si la Justicia se toma el deber de demostrar fehacientemente la veracidad de las acusaciones que ha vertido el coronel Martínez Inglés. Es una demanda, un grito, un alarido popular que, manifestado o no, abruma muchas de las mentes y los corazones de los españoles, quienes en su ocultación o en las soluciones dadas hasta el día de hoy, no vemos sino maniobras de camuflaje para que la verdad no resplandezca.

Por todo ello, animo desde aquí a la Justicia a una investigación profundísima e incontestable llevada a cabo por expertos honestos e independientes reconocidos que no cesen en su empeño de arrojar luz sobre las más profundas sombras de toda ese cajón de horrores que les ha caído entre las manos, y que el proceso que se abra, a la vez que dirima el contencioso preciso que potencialmente encausa a unos u otros, sea también un juicio riguroso y descarnado a nuestra muy oscura y manipulada Historia reciente. Y, eso sí, que caiga todo el peso de la ley sobre quienes deba caer, que seguro, completamente seguro, van a ser muchos más que quien está encausado por ahora. Al menos, así lo creo, como creo que hay que ser extraordinariamente valeroso y estar profundamente convencido –con pruebas- como para que un coronel en solitario se enfrente a todo el aparato del Estado y sus colaterales. Sólo ese gesto y esa firmeza de convicciones, al menos a mí, me merecen no sólo todo el respeto, sino también toda la admiración.

Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos)

La valentía del coronel Martínez Inglés

Se le abren diligencias por presunto delito contra la Corona al coronel Amadeo Martínez Inglés, un caso que se las promete de revelador
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 12 de abril de 2012, 07:36 h (CET)
Parece que, como dicen tantos por esos mundos de Dios, vivimos tiempos en que lo oscuro va a ponerse por fin a la luz…, si es que la Justicia no lo remedia. Efectivamente, como consecuencia de un artículo que el coronel Amadeo Martínez Inglés publicó en Canarias Semanal el pasado mes de diciembre, titulado “¿Por qué te callas ahora?”, ha sido imputado por un delito contra la Corona, en respuesta de lo cual, el mismo coronel ha replicado con un escrito al juez que entiende del caso, en el que no sólo se reafirma en las severísimas acusaciones primeras que vertió en el citado artículo contra don Juan Carlos, sino en la que también pide que se investiguen ciertos aspectos de su denuncia y solicita la citación a declarar de importantes personajes de la Historia reciente de España, desde don Antonio Tejero a don Mario Conde.

Parece que este coronel tiene los suficientes entresijos y cobrada valentía como dar un jaque que, con mayor o menor entusiasmo, merece el aplauso general de la ciudadanía por cuanto servirá para aclarar lo que no son sino cernidas o muy tenebrosas tinieblas en la más oscura época de nuestra Historia reciente, particularmente en la Transición y en algunos de los episodios más cuestionables de nuestra joven y no tan transparente democracia, tales como la bochornosa huida del Sahara, nuestro sometimiento a intereses extranjeros, la tan macabra Guerra Sucia contra ETA o aún el no menos escandaloso y nunca aclarado 23F. Tal vez sea hora, gracias a la valentía que ha mostrado este coronel, de que la Justicia tome al toro de la verdad por los cuernos y lo lidie con todas sus consecuencias. Una faena que abarca desde el ahoguío de la dictadura hasta los recientes escándalos financieros que están en la mente de todos, incluidas las presuntas maniobras de influencias para hacerse con fortunas indecorosas por parte de algunos personajes próximos a la Corona, así como los propios haberes de la Corona que se publicitan en Forbes. Una hora de la verdad que, podría ser, quedara en nada, porque los fantasmas que deambulan por los siniestros corredores de todos esos casos son pavorosos, y demasiados intereses hay en juego como para que no surja una oportuna mano negra que dé carpetazo al asunto y permita a la mayoría durmiente de los españoles que sigan acunados por Morfeo. Veremos.

De quienes tenemos cierta edad, a ninguno nos hubiera gustado tener que haber entrado en guerra con Marruecos por el Sahara, especialmente a los estábamos en pleno servicio militar; pero mucho menos nos gustó que saliéramos corriendo como conejos asustados, dejando abandonados a su suerte a quienes eran ciudadanos españoles, pues que de una provincia de España se trataba lo mismo que Badajoz, Sevilla o Madrid. Una humillación nacional sin parangón que quedó en los anales de nuestra Historia como uno de los graves delitos de cobardía que jamás hayamos cometido, acaso el único. Y, encentado este jamón del todo vale, se llegó a la democracia y se trató, según el criterio de muchos, de enderezar los caminos que se torcían aplicando viejas medidas, tales como un revival de la Dictadura de Primo de Rivera con el nunca aclarado satisfactoriamente 23F, y aún se llegó más lejos con la llamada Guerra Sucia que presuntos aliados del ignominioso episodio golpista llevaron al alimón a cabo contra ETA unos años después.

La valentía sin par de este coronel puede que sea la causa más interesante de democracia, porque si se investigan todas las acusaciones que ha vertido, aparentemente con una muy sólida base, es más que posible que se caigan muchas caretas, y no sólo de la Corona. Las sospechas que continúan latentes en los corazones de una gran parte de los españoles pensantes, debieran ser definitivamente aclaradas, acaso metiendo en el mismo saco al mismísimo 11M, cueste lo que cueste, se descubra lo que quiera que sea, y caiga quien caiga. Queremos la verdad y nada más que la verdad de por qué huimos del Sahara y vendimos a nuestros ciudadanos, por qué se está desmantelando España desde 1975 a favor de otras potencias, quién es la X, la Y y la Z de la Guerra Sucia, quién organizó y financió en realidad el 23F y quiénes de sus señorías estaban en el ajo, quién y cómo ha movido los hilos para ciertos personajes se enriquezcan de esta manera indecorosa y ciertamente delictiva que lo han hecho y quién y cómo organizó el 11M, pero sin componendas ni tiquismiquis. La verdad y sólo la verdad, que es algo que todavía nadie ha revelado.

La verdad debe resplandecer, y hay demasiadas tinieblas que enceguecen nuestro reciente pasado, cubriéndonos a todos de vergüenza e ignorancia. Una cuestión que para conseguirla no basta con juicios de compromiso o con investigaciones que no resuelven nada o que escondan lo que no conviene que se sepa, sino que deben revisarse en profundidad por personas de probada ética, moralidad, justeza e independencia de criterios. Nos va mucho y muy importante en ello, y es más que posible que gracias a los resultados de esa concienzuda investigación, si se llegare a realizar, podamos contemplar el verdadero semblante de los personajes que nos han dirigido, no tan honrados como muchos piensan ni tan luminosos como demasiados creen. Verán cómo se las ingenian para que todo esto quede en agua de borrajas.

Por la propia condición doble de militar e intelectual del coronel, es de suponerse que la información a la que tiene o ha tenido acceso es lo suficientemente sensible y veraz cono no sólo para formalizar las gravísimas acusaciones que ha hecho en su artículo, primero, y en su escrito al juez, después, sino también para afirmarse y sostenerse en ellas, citando documentos y fuentes –algunos de los propios Servicios de Inteligencia- que, de ser ciertos, dan que pensar si no es posible que la demanda dé un giro de 180º y quienes deban dar explicaciones y rendir cuentas sean “otros”. La cuestión, en fin, es tan peliaguda como excitante, y pudiera resultar que a la par sea un punto de inflexión en nuestro reciente devenir, por cuanto al ponerse a la luz la verdad de lo sucedido realmente, muchos no tendrían más remedio que despertar y enfrentarse a la realidad. Tal vez la mejor ocasión para asumir en verdad nuestro pasado, con todas sus vergüenzas, saber que hemos sido manejados espuriamente y, de ahí en más, comenzar de nuevo sabiendo en quién hemos sido capaces de depositar nuestra confianza.

De lo que no cabe duda es que en el asunto de la huida del Sahara hubo mucho más que intereses espurios –no debe olvidarse, entre otras cosas a Fosbucráa, la mayor mina de fosfatos del mundo-, de que el asunto 23F apesta todavía a cadáveres atiborrando armarios, que la Guerra Sucia está todavía sin ser esclarecida y sin ser descubierto el cerebro, que la entrada en la OTAN tiene su aquél –especialmente por cuanto se hizo de la mano de los antiotan del PSOE-, y aún la actual liquidación y demolición controlada del Estado desde el interior, en lo que todo hace pensar una maniobra orquestada. Todos, todos estos asuntos deben ser urgente y profundísimamente esclarecidos, y sería posible hacerlo si la Justicia se toma el deber de demostrar fehacientemente la veracidad de las acusaciones que ha vertido el coronel Martínez Inglés. Es una demanda, un grito, un alarido popular que, manifestado o no, abruma muchas de las mentes y los corazones de los españoles, quienes en su ocultación o en las soluciones dadas hasta el día de hoy, no vemos sino maniobras de camuflaje para que la verdad no resplandezca.

Por todo ello, animo desde aquí a la Justicia a una investigación profundísima e incontestable llevada a cabo por expertos honestos e independientes reconocidos que no cesen en su empeño de arrojar luz sobre las más profundas sombras de toda ese cajón de horrores que les ha caído entre las manos, y que el proceso que se abra, a la vez que dirima el contencioso preciso que potencialmente encausa a unos u otros, sea también un juicio riguroso y descarnado a nuestra muy oscura y manipulada Historia reciente. Y, eso sí, que caiga todo el peso de la ley sobre quienes deba caer, que seguro, completamente seguro, van a ser muchos más que quien está encausado por ahora. Al menos, así lo creo, como creo que hay que ser extraordinariamente valeroso y estar profundamente convencido –con pruebas- como para que un coronel en solitario se enfrente a todo el aparato del Estado y sus colaterales. Sólo ese gesto y esa firmeza de convicciones, al menos a mí, me merecen no sólo todo el respeto, sino también toda la admiración.

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