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Opinión
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¿Para cuando los bancos van a conceder créditos?

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Thomas Carlyle (1.795-1881) escocés de nacimiento, estudio, como muchos otros personajes históricos, teología y fue historiador, crítico social y ensayista. En su obra La Revolución Francesa se puede leer el siguiente párrafo “La banca rota es algo grandioso: es el abismo inmenso y sin fondo donde se sumergen y desaparecen todas las falsedades, públicas y privadas”. Precisamente en nuestro país, en España, hemos tenido la oportunidad de comprobar la veracidad de los asertos del ilustre historiador. El estado de pre bancarrota al que, desgraciadamente, hemos llegado; por la abulia y la desfachatez del anterior gobierno socialista del señor Zapatero, nos ha permitido que, a medida que transcurren los meses desde que el PP se hizo cargo del gobierno de la nación, no pase día sin que nos sorprendan nuevos episodios de la corrupción, el clientelismo, la prodigalidad y la poco seriedad con la que, los distintos gobiernos autonómicos, bajo el mando del PSOE, han venido actuando desde que, en marzo del 2004,  vencieron a los populares. Ahora, que está en cuestión quién será el que venza en Andalucía, una comunidad en la que se está jugando el último baluarte del PSOE y que, debido a ello, tanto del PP como en PSOE, están nutriendo sus campañas con pólvora gruesa y munición de gran calibre, seguramente tendremos ocasión de contemplar, si como las encuestas predicen vence el PP, lo que se esconde debajo de los 30 años de dominio de los socialistas. Nada nos extrañaría que, debajo de las alfombras de la Administración y los municipios de Andalucía, aparecieran verdaderos depósitos de facturas sin pagar, corruptelas y despilfarros, que puede que dejen entre renglones al famoso asunto de los ERE’s.

El PP parece que se ha tomado en serio su tarea de intentar levantar el país y sus primeras actuaciones vienen a verificar que van por el buen camino para cumplir con lo que nos piden desde Europa, para que se recobre la confianza en nuestras posibilidades de salir del mal paso y para que los inversores vayan aceptando el hecho de que somos una nación con intención y capacidad de cumplir nuestros compromisos de deuda. Al PP le queda ahondar en la supresión de esta estructura agigantada y desproporcionada en la que se ha convertido la Administración pública y, ya no hablemos, de este abismo sin fondo en el que las comunidades autónomas han venido sepultando miles de millones de euros, llevando a cabo inversiones faraónicas, algunas de las cuales parece que van a quedar como meros testigos, por su inoperancia e inutilidad, de la estupidez y megalomanía de algunos políticos incompetentes. Si algo tuviéramos que reprocharle al señor Rajoy y a sus ministros es que, a la par que van apretando las tuercas sobre los ciudadanos de a pie, fuere con impuestos o con otro tipo de recortes que sabemos que son imprescindibles; quizá debiera de haber tomado medidas más severas y más urgentes para descargar al Estado de toda la carga excesiva derivada de tanto exceso de burocracia, endogamia y clientelismo. Un problema provocado, en parte, por el hecho de que las autonomías y el Estado han mantenido sus plantillas sin que se haya notado, casi en nada, las transferencias hechas por éste a aquéllas, en cuanto a sus plantillas.

Pero lo que, sin duda, es imprescindible, aún que la reforma laboral debemos reconocer que ha sido un paso importante, a pesar de las críticas absurdas de los Sindicatos ( que ven perder parte de su poder, especialmente económico) y del PSOE ( que tiene la poca vergüenza de criticar aquello que ellos hubieran hecho presionados por Bruselas); es, evidentemente, buscar una solución urgente al estancamiento económico, una vía para reactivar la industria y el comercio, que son las que, al fin y al cabo, tienen la llave para frenar la sangría del paro y para impulsar la recuperación. Debemos felicitar al Gobierno por la idea de dotar un fondo de 35.000 millones de euros para pagar facturas atrasadas de las distintas administraciones, algo que ha llevado de cabeza a muchas empresas, un gran número de las cuales se han visto obligadas a bajar sus persianas. Es un paso en la buena dirección que, como dijo el señor Montoro va a impedir que  75 o 100 mil trabajadores aumenten las listas del paro. Sin embargo, hay un paso pendiente que debe dar el Gobierno y que, no sabemos por qué motivos parece reacio a dar: el facilitar a las pequeñas y medianas empresas canales de financiación que les permitan reanudar sus actividades, mejorar sus perspectivas de venta y animarlas a modernizarse, ser más competitivas y contratar nuevo personal.

Claro que, a pesar de que pueda resultar poco popular, no debemos olvidarnos de que la actividad sumergida se calcula – creo que equivocadamente – ¬ en un 20% que, probablemente, en estos momentos pudiera estar más cerca de un 30%. Nadie puede poner en duda que si, en España, hubiera en realidad 5’3 millones de parados, algunos sin cobrar cantidad alguna y otros con 400 euros mensuales, sin que ninguno de ellos se ganara la vida por los cauces ilegales, con toda seguridad que ya habríamos tenido graves percances sociales. El Gobierno tiene la obligación de revisar los casos de los parados de larga duración, para comprobar si, en primer lugar,  los hay que hubieren rechazado los empleos que se les han ofrecido, si han intentado encontrar trabajo y si se han buscado ayudas en trabajos no declarados. Una medida que, seguramente, sería positiva, es la que propone el Gobierno de obligarles a asistir a cursillos de capacitación o, en su caso, a llevar a cabo actividades al servicio de la sociedad. Porque el cobrar un subsidio por no poder trabajar no debe de estar reñido con que, la Administración, no les exija a sus beneficiarios que colaboren en beneficio de la sociedad civil, que es quien, al fin y a cabo, la que paga, con sus impuestos, las ayudas estatales que reciben.

Han pasado ya los primeros 100 días del nuevo gobierno de la nación y, a criterio de la mayoría de los ciudadanos, creo que se puede decir que ha llevado a cabo decisiones muy importantes y poco populares, pero necesarias. Ahora le queda culminar el proceso haciendo que las entidades crediticias aporten su granito de arena al proceso, dediquen una parte de las ayudas que, tan generosamente, reciben del BCE, a un interés módico del 1%; a dales créditos a aquellas entidades dispuestas a arriesgarse en el desarrollo de un proyecto novedoso y con futuro y, con ello, pongan en marcha el proceso de lubricar los engranajes, algo oxidados por un quinquenio de recesión, de nuestra actividad industrial y económica. Es preciso que las entidades financieras no se limiten a pedir ayudas estatales, hagan fusiones entre ellas y reciban miles de millones (se dice que la mitad de los créditos que concede el BCE se los lleva la banca española) que, en lugar de emplearlos en la apertura de créditos a sus clientes parece que prefieren volverlos a invertir en deuda pública, a más interés, sin correr riesgo alguno.

Al PP le falta un poco de empuje para enfrentarse a los poderosos lobbies de la economía española. No olvidemos que, en una gran parte, los motivos de la gran recesión española se debe a la burbuja inmobiliaria que, sin duda, fue fomentada y financiada por los bancos y cajas, hasta puntos tan disparatados que, a muchos de los que fomentaron tales prácticas tan poco ortodoxas, con la colaboración e inoperancia del propio Banco de España, les ha costado rozar la quiebra o ser intervenidos por el FROP. En fin, es evidente que, sin empresas e industrias que funcionen debidamente, no va a haber contratación ni reactivación económica. O eso, señores, es lo que pienso yo.

¿Para cuando los bancos van a conceder créditos?

Miguel Massanet
sábado, 17 de marzo de 2012, 07:31 h (CET)

Thomas Carlyle (1.795-1881) escocés de nacimiento, estudio, como muchos otros personajes históricos, teología y fue historiador, crítico social y ensayista. En su obra La Revolución Francesa se puede leer el siguiente párrafo “La banca rota es algo grandioso: es el abismo inmenso y sin fondo donde se sumergen y desaparecen todas las falsedades, públicas y privadas”. Precisamente en nuestro país, en España, hemos tenido la oportunidad de comprobar la veracidad de los asertos del ilustre historiador. El estado de pre bancarrota al que, desgraciadamente, hemos llegado; por la abulia y la desfachatez del anterior gobierno socialista del señor Zapatero, nos ha permitido que, a medida que transcurren los meses desde que el PP se hizo cargo del gobierno de la nación, no pase día sin que nos sorprendan nuevos episodios de la corrupción, el clientelismo, la prodigalidad y la poco seriedad con la que, los distintos gobiernos autonómicos, bajo el mando del PSOE, han venido actuando desde que, en marzo del 2004,  vencieron a los populares. Ahora, que está en cuestión quién será el que venza en Andalucía, una comunidad en la que se está jugando el último baluarte del PSOE y que, debido a ello, tanto del PP como en PSOE, están nutriendo sus campañas con pólvora gruesa y munición de gran calibre, seguramente tendremos ocasión de contemplar, si como las encuestas predicen vence el PP, lo que se esconde debajo de los 30 años de dominio de los socialistas. Nada nos extrañaría que, debajo de las alfombras de la Administración y los municipios de Andalucía, aparecieran verdaderos depósitos de facturas sin pagar, corruptelas y despilfarros, que puede que dejen entre renglones al famoso asunto de los ERE’s.

El PP parece que se ha tomado en serio su tarea de intentar levantar el país y sus primeras actuaciones vienen a verificar que van por el buen camino para cumplir con lo que nos piden desde Europa, para que se recobre la confianza en nuestras posibilidades de salir del mal paso y para que los inversores vayan aceptando el hecho de que somos una nación con intención y capacidad de cumplir nuestros compromisos de deuda. Al PP le queda ahondar en la supresión de esta estructura agigantada y desproporcionada en la que se ha convertido la Administración pública y, ya no hablemos, de este abismo sin fondo en el que las comunidades autónomas han venido sepultando miles de millones de euros, llevando a cabo inversiones faraónicas, algunas de las cuales parece que van a quedar como meros testigos, por su inoperancia e inutilidad, de la estupidez y megalomanía de algunos políticos incompetentes. Si algo tuviéramos que reprocharle al señor Rajoy y a sus ministros es que, a la par que van apretando las tuercas sobre los ciudadanos de a pie, fuere con impuestos o con otro tipo de recortes que sabemos que son imprescindibles; quizá debiera de haber tomado medidas más severas y más urgentes para descargar al Estado de toda la carga excesiva derivada de tanto exceso de burocracia, endogamia y clientelismo. Un problema provocado, en parte, por el hecho de que las autonomías y el Estado han mantenido sus plantillas sin que se haya notado, casi en nada, las transferencias hechas por éste a aquéllas, en cuanto a sus plantillas.

Pero lo que, sin duda, es imprescindible, aún que la reforma laboral debemos reconocer que ha sido un paso importante, a pesar de las críticas absurdas de los Sindicatos ( que ven perder parte de su poder, especialmente económico) y del PSOE ( que tiene la poca vergüenza de criticar aquello que ellos hubieran hecho presionados por Bruselas); es, evidentemente, buscar una solución urgente al estancamiento económico, una vía para reactivar la industria y el comercio, que son las que, al fin y al cabo, tienen la llave para frenar la sangría del paro y para impulsar la recuperación. Debemos felicitar al Gobierno por la idea de dotar un fondo de 35.000 millones de euros para pagar facturas atrasadas de las distintas administraciones, algo que ha llevado de cabeza a muchas empresas, un gran número de las cuales se han visto obligadas a bajar sus persianas. Es un paso en la buena dirección que, como dijo el señor Montoro va a impedir que  75 o 100 mil trabajadores aumenten las listas del paro. Sin embargo, hay un paso pendiente que debe dar el Gobierno y que, no sabemos por qué motivos parece reacio a dar: el facilitar a las pequeñas y medianas empresas canales de financiación que les permitan reanudar sus actividades, mejorar sus perspectivas de venta y animarlas a modernizarse, ser más competitivas y contratar nuevo personal.

Claro que, a pesar de que pueda resultar poco popular, no debemos olvidarnos de que la actividad sumergida se calcula – creo que equivocadamente – ¬ en un 20% que, probablemente, en estos momentos pudiera estar más cerca de un 30%. Nadie puede poner en duda que si, en España, hubiera en realidad 5’3 millones de parados, algunos sin cobrar cantidad alguna y otros con 400 euros mensuales, sin que ninguno de ellos se ganara la vida por los cauces ilegales, con toda seguridad que ya habríamos tenido graves percances sociales. El Gobierno tiene la obligación de revisar los casos de los parados de larga duración, para comprobar si, en primer lugar,  los hay que hubieren rechazado los empleos que se les han ofrecido, si han intentado encontrar trabajo y si se han buscado ayudas en trabajos no declarados. Una medida que, seguramente, sería positiva, es la que propone el Gobierno de obligarles a asistir a cursillos de capacitación o, en su caso, a llevar a cabo actividades al servicio de la sociedad. Porque el cobrar un subsidio por no poder trabajar no debe de estar reñido con que, la Administración, no les exija a sus beneficiarios que colaboren en beneficio de la sociedad civil, que es quien, al fin y a cabo, la que paga, con sus impuestos, las ayudas estatales que reciben.

Han pasado ya los primeros 100 días del nuevo gobierno de la nación y, a criterio de la mayoría de los ciudadanos, creo que se puede decir que ha llevado a cabo decisiones muy importantes y poco populares, pero necesarias. Ahora le queda culminar el proceso haciendo que las entidades crediticias aporten su granito de arena al proceso, dediquen una parte de las ayudas que, tan generosamente, reciben del BCE, a un interés módico del 1%; a dales créditos a aquellas entidades dispuestas a arriesgarse en el desarrollo de un proyecto novedoso y con futuro y, con ello, pongan en marcha el proceso de lubricar los engranajes, algo oxidados por un quinquenio de recesión, de nuestra actividad industrial y económica. Es preciso que las entidades financieras no se limiten a pedir ayudas estatales, hagan fusiones entre ellas y reciban miles de millones (se dice que la mitad de los créditos que concede el BCE se los lleva la banca española) que, en lugar de emplearlos en la apertura de créditos a sus clientes parece que prefieren volverlos a invertir en deuda pública, a más interés, sin correr riesgo alguno.

Al PP le falta un poco de empuje para enfrentarse a los poderosos lobbies de la economía española. No olvidemos que, en una gran parte, los motivos de la gran recesión española se debe a la burbuja inmobiliaria que, sin duda, fue fomentada y financiada por los bancos y cajas, hasta puntos tan disparatados que, a muchos de los que fomentaron tales prácticas tan poco ortodoxas, con la colaboración e inoperancia del propio Banco de España, les ha costado rozar la quiebra o ser intervenidos por el FROP. En fin, es evidente que, sin empresas e industrias que funcionen debidamente, no va a haber contratación ni reactivación económica. O eso, señores, es lo que pienso yo.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

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Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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