Hoy, un total de 1.799.500 vascos estamos llamados a acudir a las urnas para elegir la composición de nuestro Parlamento autonómico. Sin duda alguna, ésta sería una de las formas más asépticas y objetivas de describir lo que supone una jornada electoral, pero, a pesar de la dictadura de lo políticamente correcto, yo me niego a reducir al absurdo lo que estas elecciones significan, no ya para Euskadi y los vascos, puesto que me parecería pretencioso erigirme en voz única de una sociedad tan plural como la vasca, sino para mí mismo. Y es que, a pesar de que algunos traten de englobarnos en bloques absurdos como “nacionalistas” y “no nacionalistas” o en “vascos” y “españoles que viven en Euskadi”, para después arrogarse la voz única de la vasquidad, creo necesario partir de la premisa individual para después conformar un todo.
Yo, personalmete, estoy un poquito harto de que desde los dos nacionalismos presentes en Euskadi, el vasco del señor Ibarretxe y el español de la Señora San Gil, me quieran decir qué es lo que soy, cómo tengo que serlo y quién es mi enemigo o adversario.
Por eso mismo, uno, se extraña cuando un político como Patxi López no le viene a dar lecciones de nada, sino a explicar, simple y llanamente, cuál es su proyecto para Euskadi y para los vascos; por eso, uno, se llena de alegría cuando inesperadamente un candidato le trata de tú a tú y le habla, frente a nacionalismos excluyentes, de las mil y una posibilidades del concepto democrático de ciudadanía; por ello, uno, se llena de emoción cuando ve que, de una vez por todas, un político está preparado para traernos el cambio que necesitamos.
A lo largo de la campaña, sólo un candidato ha hablado más de problemas reales como el empleo, la vivienda, la educación..., que de esos problemas ficticios que aquellos políticos carcas nos han creado al querer enfrentarnos entre nosotros.
Hoy, en mi caso, y sin necesidad de elevar a categoría absoluta mi simple apreciación, no es un día cualquiera. No es un día más. Hoy, domingo día diecisiete, para mí, es el día de la ilusión, el día de los jóvenes, el día de los pensionistas, el día del empleo digno y de una vivienda mejor, el día de la alegría y el día en el que podemos acabar con el desencuentro. Hoy, en mi corazón, es el día del cambio.