A tan sólo una semana de la jornada electoral que decidirá la composición del Parlamento vasco, algunos partidos políticos han decidido que es hora de dejar atrás la presentación de los programas y propuestas, para centrarse en el cálculo electoral. Sin duda alguna, hay muchos a los que, tras hacerse con mil y una encuestas de intención de voto, no les salen las cuentas.
Uno de estos casos, esclarecedor en grado sumo, es el de la candidata popular María San Gil. De repente, esta donostiarra que se vendía a sí misma como única verdadera defensora de los valores democráticos frente al nacionalismo imperante, ahora nos sorprende con intervenciones que, lejos de centrarse en la crítica al señor Ibarretxe, buscan la confrontación directa con el candidato socialista, Patxi López. La verdad es que no lo entiendo. Pero no lo entiendo, por muchas vueltas que le de.
Si con este giro, la señora San Gil, lo que pretende es salir al paso de los malos resultados que todas las encuestas le otorgan a su formación, cómo va a explicar a su tradicional electorado ese abandono de la crítica al nacionalismo vasco. Pero voy más allá. ¿No se da cuenta la candidata San Gil de que lo único que con esa actitud consigue es reforzar la centralidad del socialista Patxi López?
Por otro lado, la coalición PNV-EA, tampoco deja de asombrarme. Seguramente, ustedes recordarán a la perfección, cómo el propio Ibarretxe, acusaba a socialistas y populares de ilegalizar a Aukera Guztiak, por razones de cálculo electoral. Pues bien, ahora, dando un paso más en el sendero que nos aleja de la cordura, desde las filas nacionalistas, se acusa eso sí, con la boca pequeña, porque cara al público no quedaría bonito al gobierno socialista de permitir la presentación del PCTV-EHAK, por aquellas mismas razones electorales. ¿En qué quedamos? No decía el señor Ibarretxe que la no concurrencia de la izquierda abertzale a estos comicios beneficiaba a PSE y PP. Pues digo yo que, siguiendo su mismo razonamiento, ahora tendría que perjudicarles. Entonces por qué están tan nerviosos en su coalición.
Menos mal, que entre tantos giros de campaña, descalificaciones y demás artimañas, encontramos, al menos, un candidato que aún prefiere explicarnos sus propuestas, en vez de caer en un juego que poco nos interesa a los ciudadanos.
Sinceramente, creo que cuando, con perspectiva, aquellos políticos de vieja escuela se paren a pensar en las razones de sus fracasos, tendrán que ver, en el candidato socialista, la nueva manera de hacer política a la que ellos rehusaron. Los ciudadanos, queremos oír soluciones a nuestros problemas reales y no aquellas rancias cantinelas que algunos y alguna nos siguen entonando. Vivienda digna, empleo estable, medidas sociales que mejoren nuestras vidas, soluciones a una Osakidetza en claro declive, apuestas audaces y creíbles que conduzcan al fin de la violencia…; y, claro está, que aquellas no lo son si vienen de quienes durante veinticinco años nos han gobernado llevándonos hasta donde hoy estamos. Pero tampoco lo son, si quien las pronuncia no es sino clara sucesora de aquellas tesis aznarista-orejianas que hace un año quisimos desterrar.