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Con Alfredo Pérez, más que digno sucesor de Zapatero, se inicia el derrumbe absoluto de una política ya caduca que actualmente sobrevive mediante el sectarismo de muchos de sus simpatizantes

La inminente caída del sectario resquicio rojo

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El socialismo como tal tiene los días contados ya que contados son aquellos conceptos políticos que hoy pueden ofrecer a la sociedad.

Un partido, una política, que emerge en virtud de contrarrestar los añejos abusos del capitalismo, por muy enraizada que esté, es inviable una vez que las generaciones más fanáticas, de las cuales se nutre el actual socialismo, van desapareciendo.

Y es que, en un mundo donde impera el capitalismo como el sistema menos malo de convivencia social, después de probar otros, al socialismo, socialismo, no le queda otra alternativa que el mensaje del miedo, la confrontación, y otras políticas encaminadas a la corrupción moral de nuevas generaciones mediante el adoctrinamiento.

Si repasamos las políticas practicadas estos últimos años por el socialismo nos daremos cuenta de que lo dicho se ajusta a la realidad.

La ley de la educación para la ciudadanía es un engendro de los líderes socialistas para conseguir adeptos.

El eje de la política socialista se centra en un progresismo que raya lo inmundo: El “todo vale”. El “todo es lícito mientras el vivo viva, el muerto muera y los de por venir que se las apañen”.

La “maldad” del capitalismo, que antaño vendían a la sociedad, actualmente se les ha vuelto en contra, puesto que los mayores capitalistas del mundo se declaran socialistas.

Repasando nuestra piel de Toro, observamos que entre los más fervientes simpatizantes del socialismo, se hallan los denominados “titiriteros”, hombres y mujeres del cine y el espectáculo, que llegan a las manifestaciones en un Ferrari con conductor incluido, cosa para la cual “hay que tener mucha mierda en el corazón además de infinita cara”. Pero lo más aberrante de todo es la suprema imbecilidad de aquellos obreros que en verdad lo son, dejándose acompañar por estos ricachones titiriteros que viven entre el vicio y la lujuria.

Si quieren hablamos de Bono, Felipe González, Elena Salgado o el propio Alfredo Pérez…En definitiva, un elenco de sinvergüenzas adinerados que tienen la cara de decirse representantes del indigente proletariado del cual nació el verdadero Socialismo.

Otra de las políticas usadas para captar los votos de los más imberbes fue la ley “de la interrupción voluntaria del embarazo voluntario” infame ley propia de asesinos inmundos, cuyo objetivo no es otro que eximirles de toda responsabilidad a las nuevas generaciones, tratando de que estos capten el mensaje de que “la gran fiesta de la lujuria Sodomita, o el sideral botellón eterno de Gomorra” es posible votando socialismo.

El socialismo subvenciona los vicios de la juventud porque sus ideales no pueden competir con aquellos que solicitan deberes y derechos. El socialismo nació en virtud de exigir al capitalismo las clases medias. Actualmente estas ya existen. Luego conseguido ya el objetivo, toca renovarse o perecer. Sin embargo su política centrada únicamente en la tiranía del capitalismo, carece de militantes capaces de insuflar nuevas ideas al partido: para muestra, muestra un lóbrego botón llamado Alfredo cuya única virtud es ser el personaje más ladino de toda la tropa socialista

Lo mismo se puede decir de los sindicatos mayoritarios, apéndices directos del gobierno socialista, culpables en gran medida del descomunal paro.

Me explicaré: Hace décadas que estos nacieron con el objetivo de defender los derechos de los trabajadores. Sin embargo, la época de las grandes fábricas en las cuales trabajaban la mayoría de los españoles, en muchos casos, en precarias condiciones, bajo el yugo de los grandes capitalistas, hoy ya no existen. Hoy el mercado laboral español se nutre, bueno, se nutría, de pequeñas y medianas empresas. Es decir, empresas de media docena de empleados donde el empresario también trabaja, alterna con ellos y en muchos casos además de empleados son amigos. Esta enorme diferencia entre el mercado laboral aún sigue sin ser comprendida por estos fenómenos demagogos denominados sindicalistas. O tal vez la comprendan pero no interesa.

La aplicación de las mismas armas que empleaban en sus comienzos contra los empresarios, es la razón por la cual el mercado laboral español se está muriendo a pasos agigantados.

En otros países cercanos, el paro es infinitamente menor debido en una gran parte a que los sindicatos se han ido adaptando a los tiempos: mientras que en España además de estar subvencionados, auténtica desidia mental propia del país de las maravillas, continúan enquistados en el pasado.

Hoy el empresario medio en muchos casos es amigo de sus empleados y no un tirano: en su mayoría son jóvenes provenientes de las clases medias e incluso bajas, que se arriesgan tanto o más que sus empleados, para poder vivir y dar para vivir a otros:

Aquellas grandes infraestructuras laborales bunkerizadas en manos de unas docenas de “tiranos” pasaron a mejor vida; sin embargo, estos dos triperos analfabetos, denominados líderes sindicales, siguen emponzoñados en tiempos pasados y por aquello de defender cuestiones laborales, muchas ya superadas, se empecinan en “asegurar el despido” ajenos a que en la actualidad lo imprescindible es asegurar trabajo.

No hay que ser un lince para asegurar que si mañana a los cinco millones de parados se les ofrece un puesto de trabajo con un sueldo digno y se les dice que si en un mañana son despedidos por imperiosa necesidad, no recibirán cantidad alguna por despido, excepto el paro, al cual se puede incrementar su duración mediante una pequeña cuota a los empresarios, en compensación, acorde al volumen de negocio de cada uno, la cual iría destinada a la arcas del INEN.

No me queda duda de que excepto los liberados sindicales y algún que otro caradura, la mayoría aceptarían encantados.

En fin, resumiendo, el socialismo tiene los días contados ya que su política actualmente carece de fundamentos acordes a los tiempos.

Con la llegada de Alfredo el derrumbe del socialismo se acentúa aún más si cabe.

Porque digo yo, qué mente en su sano juicio puede dar su voto a un partido cuyo actual líder, hace bueno al peor presidente español en muchas décadas.

Aquellos que deseen que sus hijos sean adoctrinados, incapacitados, mediante el mayor de los vicios, en virtud de ser un parias en vez de un ciudadano, lo tiene fácil, voten el socialismo de Alfredo.

La inminente caída del sectario resquicio rojo

Con Alfredo Pérez, más que digno sucesor de Zapatero, se inicia el derrumbe absoluto de una política ya caduca que actualmente sobrevive mediante el sectarismo de muchos de sus simpatizantes
José Luis Palomera Ruiz
lunes, 17 de octubre de 2011, 07:30 h (CET)
El socialismo como tal tiene los días contados ya que contados son aquellos conceptos políticos que hoy pueden ofrecer a la sociedad.

Un partido, una política, que emerge en virtud de contrarrestar los añejos abusos del capitalismo, por muy enraizada que esté, es inviable una vez que las generaciones más fanáticas, de las cuales se nutre el actual socialismo, van desapareciendo.

Y es que, en un mundo donde impera el capitalismo como el sistema menos malo de convivencia social, después de probar otros, al socialismo, socialismo, no le queda otra alternativa que el mensaje del miedo, la confrontación, y otras políticas encaminadas a la corrupción moral de nuevas generaciones mediante el adoctrinamiento.

Si repasamos las políticas practicadas estos últimos años por el socialismo nos daremos cuenta de que lo dicho se ajusta a la realidad.

La ley de la educación para la ciudadanía es un engendro de los líderes socialistas para conseguir adeptos.

El eje de la política socialista se centra en un progresismo que raya lo inmundo: El “todo vale”. El “todo es lícito mientras el vivo viva, el muerto muera y los de por venir que se las apañen”.

La “maldad” del capitalismo, que antaño vendían a la sociedad, actualmente se les ha vuelto en contra, puesto que los mayores capitalistas del mundo se declaran socialistas.

Repasando nuestra piel de Toro, observamos que entre los más fervientes simpatizantes del socialismo, se hallan los denominados “titiriteros”, hombres y mujeres del cine y el espectáculo, que llegan a las manifestaciones en un Ferrari con conductor incluido, cosa para la cual “hay que tener mucha mierda en el corazón además de infinita cara”. Pero lo más aberrante de todo es la suprema imbecilidad de aquellos obreros que en verdad lo son, dejándose acompañar por estos ricachones titiriteros que viven entre el vicio y la lujuria.

Si quieren hablamos de Bono, Felipe González, Elena Salgado o el propio Alfredo Pérez…En definitiva, un elenco de sinvergüenzas adinerados que tienen la cara de decirse representantes del indigente proletariado del cual nació el verdadero Socialismo.

Otra de las políticas usadas para captar los votos de los más imberbes fue la ley “de la interrupción voluntaria del embarazo voluntario” infame ley propia de asesinos inmundos, cuyo objetivo no es otro que eximirles de toda responsabilidad a las nuevas generaciones, tratando de que estos capten el mensaje de que “la gran fiesta de la lujuria Sodomita, o el sideral botellón eterno de Gomorra” es posible votando socialismo.

El socialismo subvenciona los vicios de la juventud porque sus ideales no pueden competir con aquellos que solicitan deberes y derechos. El socialismo nació en virtud de exigir al capitalismo las clases medias. Actualmente estas ya existen. Luego conseguido ya el objetivo, toca renovarse o perecer. Sin embargo su política centrada únicamente en la tiranía del capitalismo, carece de militantes capaces de insuflar nuevas ideas al partido: para muestra, muestra un lóbrego botón llamado Alfredo cuya única virtud es ser el personaje más ladino de toda la tropa socialista

Lo mismo se puede decir de los sindicatos mayoritarios, apéndices directos del gobierno socialista, culpables en gran medida del descomunal paro.

Me explicaré: Hace décadas que estos nacieron con el objetivo de defender los derechos de los trabajadores. Sin embargo, la época de las grandes fábricas en las cuales trabajaban la mayoría de los españoles, en muchos casos, en precarias condiciones, bajo el yugo de los grandes capitalistas, hoy ya no existen. Hoy el mercado laboral español se nutre, bueno, se nutría, de pequeñas y medianas empresas. Es decir, empresas de media docena de empleados donde el empresario también trabaja, alterna con ellos y en muchos casos además de empleados son amigos. Esta enorme diferencia entre el mercado laboral aún sigue sin ser comprendida por estos fenómenos demagogos denominados sindicalistas. O tal vez la comprendan pero no interesa.

La aplicación de las mismas armas que empleaban en sus comienzos contra los empresarios, es la razón por la cual el mercado laboral español se está muriendo a pasos agigantados.

En otros países cercanos, el paro es infinitamente menor debido en una gran parte a que los sindicatos se han ido adaptando a los tiempos: mientras que en España además de estar subvencionados, auténtica desidia mental propia del país de las maravillas, continúan enquistados en el pasado.

Hoy el empresario medio en muchos casos es amigo de sus empleados y no un tirano: en su mayoría son jóvenes provenientes de las clases medias e incluso bajas, que se arriesgan tanto o más que sus empleados, para poder vivir y dar para vivir a otros:

Aquellas grandes infraestructuras laborales bunkerizadas en manos de unas docenas de “tiranos” pasaron a mejor vida; sin embargo, estos dos triperos analfabetos, denominados líderes sindicales, siguen emponzoñados en tiempos pasados y por aquello de defender cuestiones laborales, muchas ya superadas, se empecinan en “asegurar el despido” ajenos a que en la actualidad lo imprescindible es asegurar trabajo.

No hay que ser un lince para asegurar que si mañana a los cinco millones de parados se les ofrece un puesto de trabajo con un sueldo digno y se les dice que si en un mañana son despedidos por imperiosa necesidad, no recibirán cantidad alguna por despido, excepto el paro, al cual se puede incrementar su duración mediante una pequeña cuota a los empresarios, en compensación, acorde al volumen de negocio de cada uno, la cual iría destinada a la arcas del INEN.

No me queda duda de que excepto los liberados sindicales y algún que otro caradura, la mayoría aceptarían encantados.

En fin, resumiendo, el socialismo tiene los días contados ya que su política actualmente carece de fundamentos acordes a los tiempos.

Con la llegada de Alfredo el derrumbe del socialismo se acentúa aún más si cabe.

Porque digo yo, qué mente en su sano juicio puede dar su voto a un partido cuyo actual líder, hace bueno al peor presidente español en muchas décadas.

Aquellos que deseen que sus hijos sean adoctrinados, incapacitados, mediante el mayor de los vicios, en virtud de ser un parias en vez de un ciudadano, lo tiene fácil, voten el socialismo de Alfredo.

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