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La política estadounidense alcanzaba esta semana un punto de inflexión

La semana en que cambió la política

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WASHINGTON --. Un nuevo discurso definirá ahora la forma en que los votantes y los medios interpretan lo que pasa. Desde las elecciones de 2010, la narrativa imperante ha hablado de un conservadurismo renaciente, un presidente a la defensiva, un estado intervencionista bajo ataque, el déficit como cuestión dominante y el movimiento fiscal tea party como principal motor del sistema político. El decorado de este drama ha sido una tesitura económica pésima.

La mala situación económica, por desgracia, sigue con nosotros. Pero todo lo demás se está moviendo. Considere los tres vuelcos al sistema de la semana.

En primer lugar, la decisión del Gobernador de Nueva Jersey Chris Christie de renunciar a la carrera presidencial Republicana cierra casi seguro el elenco de candidatos del partido. Esto significa que los próximos meses versarán totalmente sobre Mitt Romney y lo que defiende realmente.

Romney quiere seguir postulándose contra el Presidente Obama y una mala situación económica. Sus rivales -- el Gobernador de Texas Rick Perry sobre todo, que sigue siendo su principal rival a pesar de numerosos tropezones -- quieren que la campaña trate de ideología y de la falta de compromisos filosóficos discernibles por parte de Romney. Cuanto más destaque la ideología la campaña, más incómodas se pondrán las cosas para Romney.

En segundo lugar, Obama marcó un hito. Después de haber retado a los congresistas Republicanos en términos genéricos, daba el paso siguiente y atacaba concretamente al secretario de la mayoría en la Cámara Eric Cantor por poner trabas a la ley de empleo de la administración. "¿No cree en reconstruir las carreteras y los puentes de América?" preguntaba Obama. "¿No cree en deducciones fiscales a la pequeña empresa o en iniciativas para ayudar a nuestros veteranos?"

Los estadounidenses están hartos claramente de "Washington" y "la política". La maniobra de Obama demuestra lo decidido que está a recordar al país que él no dirige la administración en solitario y que los congresistas Republicanos son legisladores titulares ya y no sólo la oposición. Se presentará como el tipo con ideas, y a los Republicanos como los reaccionarios gruñones que impedirán que suceda cualquier cosa buena.

Por último, las manifestaciones anti-Wall Street han creado un nuevo polo en política. Los estadounidenses siempre han desconfiado del poder concentrado. El movimiento de protesta fiscal tea party tuvo gran éxito a la hora de focalizar las inquietudes en torno a lo que, argumenta, es una administración de competencias demasiado concentradas. Ahora un grupo indignado y activo de ciudadanos insiste en que el poder concentrado al que los estadounidenses tienen que tener más miedo existe en Wall Street y en el sistema financiero.

Observe que tanto la iniciativa de Obama como la revuelta contra el sector financiero marcan un cambio en el bando progresista de la postura defensiva a la ofensiva. Durante las últimas semanas, el debate acerca del déficit y el gasto público ha retrocedido, reemplazado por un nuevo diálogo sobre creación de empleo, impuestos más justos y los abusos de los financieros que desde el principio metieron al país en dificultades económicas. Y el movimiento de protesta fiscal ha sido objeto de mayor escrutinio, gracias a los miembros de las audiencias Republicanas que abuchearon a un soldado homosexual y que jalearon tanto la mención de la administración de la pena capital como la perspectiva de que un ciudadano sin seguro pueda ser abandonado a su suerte por no pagar la cobertura sanitaria.

Romney sabe lo que le hace falta para apaciguar a la derecha Republicana al tiempo que evita su apoyo. Se da cuenta de que al dirigir sus críticas hacia Obama y la pésima situación económica, puede unir al Partido Republicano y atraer al votante indeciso simultáneamente. Quiere administrar al votante de las primarias Republicanas la ideología conservadora justa para lograr la cantidad justa de sus votos para hacerse con la candidatura.

Pero lo que convierte a Romney en un candidato potente en las generales es también lo que le debilita en las primarias. Muchos votantes moderados sospechan que Romney no está convencido realmente de todas las cosas de derechas que está diciendo ahora. Esto le protege como alternativa a Obama. Pero muchos votantes conservadores sospechan también que Romney no cree todo lo que dice. Esto les empuja hacia los demás candidatos. Perry y los demás candidatos tienen interés en hacer hincapié directamente en esta tensión dentro de la estrategia Romney. Los Demócratas esperan que hagan justamente eso.

En el ínterin, los congresistas Republicanos se encuentran defendiendo una serie de posturas impopulares. A los votantes no les gustan las subidas tributarias en general, pero sí que creen que las rentas altas deberían acarrear un porcentaje mayor de la carga tributaria. La regulación puede ser un objetivo fácil, pero los estadounidenses no están de humor para dejar a su aire al sector financiero. Y el estado puede ser despreciado en abstracto, pero los detalles de lo que quiere Obama que haga el estado a través de su ley de empleo tienen amplio atractivo.

Obama está muy lejos de poder cantar el "Los días felices han vuelto". Pero para los conservadores, los días de vino y rosas han terminado.

La semana en que cambió la política

La política estadounidense alcanzaba esta semana un punto de inflexión
E. J. Dionne
viernes, 7 de octubre de 2011, 07:33 h (CET)
WASHINGTON --. Un nuevo discurso definirá ahora la forma en que los votantes y los medios interpretan lo que pasa. Desde las elecciones de 2010, la narrativa imperante ha hablado de un conservadurismo renaciente, un presidente a la defensiva, un estado intervencionista bajo ataque, el déficit como cuestión dominante y el movimiento fiscal tea party como principal motor del sistema político. El decorado de este drama ha sido una tesitura económica pésima.

La mala situación económica, por desgracia, sigue con nosotros. Pero todo lo demás se está moviendo. Considere los tres vuelcos al sistema de la semana.

En primer lugar, la decisión del Gobernador de Nueva Jersey Chris Christie de renunciar a la carrera presidencial Republicana cierra casi seguro el elenco de candidatos del partido. Esto significa que los próximos meses versarán totalmente sobre Mitt Romney y lo que defiende realmente.

Romney quiere seguir postulándose contra el Presidente Obama y una mala situación económica. Sus rivales -- el Gobernador de Texas Rick Perry sobre todo, que sigue siendo su principal rival a pesar de numerosos tropezones -- quieren que la campaña trate de ideología y de la falta de compromisos filosóficos discernibles por parte de Romney. Cuanto más destaque la ideología la campaña, más incómodas se pondrán las cosas para Romney.

En segundo lugar, Obama marcó un hito. Después de haber retado a los congresistas Republicanos en términos genéricos, daba el paso siguiente y atacaba concretamente al secretario de la mayoría en la Cámara Eric Cantor por poner trabas a la ley de empleo de la administración. "¿No cree en reconstruir las carreteras y los puentes de América?" preguntaba Obama. "¿No cree en deducciones fiscales a la pequeña empresa o en iniciativas para ayudar a nuestros veteranos?"

Los estadounidenses están hartos claramente de "Washington" y "la política". La maniobra de Obama demuestra lo decidido que está a recordar al país que él no dirige la administración en solitario y que los congresistas Republicanos son legisladores titulares ya y no sólo la oposición. Se presentará como el tipo con ideas, y a los Republicanos como los reaccionarios gruñones que impedirán que suceda cualquier cosa buena.

Por último, las manifestaciones anti-Wall Street han creado un nuevo polo en política. Los estadounidenses siempre han desconfiado del poder concentrado. El movimiento de protesta fiscal tea party tuvo gran éxito a la hora de focalizar las inquietudes en torno a lo que, argumenta, es una administración de competencias demasiado concentradas. Ahora un grupo indignado y activo de ciudadanos insiste en que el poder concentrado al que los estadounidenses tienen que tener más miedo existe en Wall Street y en el sistema financiero.

Observe que tanto la iniciativa de Obama como la revuelta contra el sector financiero marcan un cambio en el bando progresista de la postura defensiva a la ofensiva. Durante las últimas semanas, el debate acerca del déficit y el gasto público ha retrocedido, reemplazado por un nuevo diálogo sobre creación de empleo, impuestos más justos y los abusos de los financieros que desde el principio metieron al país en dificultades económicas. Y el movimiento de protesta fiscal ha sido objeto de mayor escrutinio, gracias a los miembros de las audiencias Republicanas que abuchearon a un soldado homosexual y que jalearon tanto la mención de la administración de la pena capital como la perspectiva de que un ciudadano sin seguro pueda ser abandonado a su suerte por no pagar la cobertura sanitaria.

Romney sabe lo que le hace falta para apaciguar a la derecha Republicana al tiempo que evita su apoyo. Se da cuenta de que al dirigir sus críticas hacia Obama y la pésima situación económica, puede unir al Partido Republicano y atraer al votante indeciso simultáneamente. Quiere administrar al votante de las primarias Republicanas la ideología conservadora justa para lograr la cantidad justa de sus votos para hacerse con la candidatura.

Pero lo que convierte a Romney en un candidato potente en las generales es también lo que le debilita en las primarias. Muchos votantes moderados sospechan que Romney no está convencido realmente de todas las cosas de derechas que está diciendo ahora. Esto le protege como alternativa a Obama. Pero muchos votantes conservadores sospechan también que Romney no cree todo lo que dice. Esto les empuja hacia los demás candidatos. Perry y los demás candidatos tienen interés en hacer hincapié directamente en esta tensión dentro de la estrategia Romney. Los Demócratas esperan que hagan justamente eso.

En el ínterin, los congresistas Republicanos se encuentran defendiendo una serie de posturas impopulares. A los votantes no les gustan las subidas tributarias en general, pero sí que creen que las rentas altas deberían acarrear un porcentaje mayor de la carga tributaria. La regulación puede ser un objetivo fácil, pero los estadounidenses no están de humor para dejar a su aire al sector financiero. Y el estado puede ser despreciado en abstracto, pero los detalles de lo que quiere Obama que haga el estado a través de su ley de empleo tienen amplio atractivo.

Obama está muy lejos de poder cantar el "Los días felices han vuelto". Pero para los conservadores, los días de vino y rosas han terminado.

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