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La historia del Sargento Cooney es un ejemplo de la típica campaña de Operaciones Psicológicas para convencer a la población de la legitimidad de la OTAN en el país

Amador Guallar, corresponsal en Afganistán

Bienvenido Mr. Marshall, pero con armas y en Afganistán

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Kabul- Historias heroicas y con final feliz. Normalmente soldados que conectan con los afganos a los que protegen y, así, establecen un vínculo más allá de la guerra que demuestra y legitima la presencia de las tropas extranjeras en Afganistán.


El sargento Cooney y el Comandante Yatimake / Foto: ISAF


Este podría ser uno de los mensajes típicos de un departamento, el de Operaciones Psicológicas o más conocido como PSYPOS, muy presente entre los relaciones públicas de la Fuerza Internacional para la Asistencia en la Seguridad (ISAF).

Siguiendo esa línea el pasado 20 de septiembre el Departamento de Prensa de ISAF hizo pública una historia humana y con ánimo de sensibilizar a la opinión pública sobre su carácter reconciliador en el país, que por otro lado demuestra como la guerra sigue necesitando de la propaganda más directa y sin tapujos.

De esta manera, el día a día del conflicto también se convierte una arma arrojadiza contra el enemigo que, además, la Inteligencia Militar de la OTAN estima esencial para ganarse “los corazones y mentes”, término popularizado durante la guerra de Vietnam, de los civiles en una zona de conflicto.

La historia del Sargento Ryan Cooney
La nota de prensa publicada por ISAF cuenta como el Sargento Ryan Cooney, perteneciente al 1er Batallón del Regimiento Blindado 67 de la 4ª División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos, después de luchar con sus compañeros en la conflictiva zona de Arghandab, situada en el corazón de la provincia de Kandahar, al sur del país y lugar de nacimiento del movimiento Talibán, “se detuvo a tomar té con el comandante de la Policía Nacional Afgana (ANP) de la zona, Yatimake-y Oyla”.

Algo que “hace un año hubiese sido totalmente imposible porque esa zona estaba siendo intimidada por miembros de la Insurgencia, por lo que los habitantes de la zona tenían miedo a salir de sus casas por la noche”, según advierte el comunicado.

Asimismo ISAF proporciona una fotografía que captura el momento en el que Sargento Cooney toma té con el comandante Yatimake-y. Tomada por la noche para evidenciar la nueva seguridad proporcionada por ISAF, la instantánea muestra al soldado norteamericano sin chaleco antibalas, casco y sin su rifle de asalto MP4, el arma estándar del Ejército de EEUU, con una actitud relajada pero seria y con cara de interés.

En cambio su interlocutor afgano aparece con su AK-47 a sus pies descalzos, con la radio en una mano para estar al tanto de cualquier suceso, y de tras suyo uno de los guardias vestido con el nuevo uniforme del Ejército Nacional Afgano (ANA) sostiene un fusil ametrallador M16, de fabricación norteamericana, con el dedo del gatillo a punto para proteger a su comandante.

Con historias como la del Sargento Cooney ISAF intenta ganarse la confianza de la población afgana, así como mostrar que las fuerzas de la Coalición Internacional no son un contingente de invasión sino de liberación. Un ejército amigo.

Pero lo que el servicio de noticias de ISAF no tiene en cuenta es que esta historia sólo ha sido publicada en su página web y en inglés, y la mayoría de afganos ni si quiera tiene electricidad y no habla o lee inglés.

Lo que significa que probablemente el objetivo de este tipo de propaganda no es el pueblo afgano sino los medios de comunicación internacionales, a los que lanza un mensaje simplón pero que evidencia un hecho muy importante: la guerra en las provincias no ha terminado, el enemigo Talibán sigue siendo fuerte.

O lo que es lo mismo, la transición militar que debe terminar en 2014 comienza a estar muy cerca, y quizás ISAF necesita más tiempo para vencer a los Insurgentes antes de que el Ejército afgano, acuciado por las deserciones y la corrupción, según informes producidos por la propia ISAF, tome las riendas del país definitivamente.

Amador Guallar

Bienvenido Mr. Marshall, pero con armas y en Afganistán

La historia del Sargento Cooney es un ejemplo de la típica campaña de Operaciones Psicológicas para convencer a la población de la legitimidad de la OTAN en el país

Amador Guallar, corresponsal en Afganistán
Amador Guallar
miércoles, 28 de septiembre de 2011, 07:24 h (CET)
Kabul- Historias heroicas y con final feliz. Normalmente soldados que conectan con los afganos a los que protegen y, así, establecen un vínculo más allá de la guerra que demuestra y legitima la presencia de las tropas extranjeras en Afganistán.


El sargento Cooney y el Comandante Yatimake / Foto: ISAF


Este podría ser uno de los mensajes típicos de un departamento, el de Operaciones Psicológicas o más conocido como PSYPOS, muy presente entre los relaciones públicas de la Fuerza Internacional para la Asistencia en la Seguridad (ISAF).

Siguiendo esa línea el pasado 20 de septiembre el Departamento de Prensa de ISAF hizo pública una historia humana y con ánimo de sensibilizar a la opinión pública sobre su carácter reconciliador en el país, que por otro lado demuestra como la guerra sigue necesitando de la propaganda más directa y sin tapujos.

De esta manera, el día a día del conflicto también se convierte una arma arrojadiza contra el enemigo que, además, la Inteligencia Militar de la OTAN estima esencial para ganarse “los corazones y mentes”, término popularizado durante la guerra de Vietnam, de los civiles en una zona de conflicto.

La historia del Sargento Ryan Cooney
La nota de prensa publicada por ISAF cuenta como el Sargento Ryan Cooney, perteneciente al 1er Batallón del Regimiento Blindado 67 de la 4ª División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos, después de luchar con sus compañeros en la conflictiva zona de Arghandab, situada en el corazón de la provincia de Kandahar, al sur del país y lugar de nacimiento del movimiento Talibán, “se detuvo a tomar té con el comandante de la Policía Nacional Afgana (ANP) de la zona, Yatimake-y Oyla”.

Algo que “hace un año hubiese sido totalmente imposible porque esa zona estaba siendo intimidada por miembros de la Insurgencia, por lo que los habitantes de la zona tenían miedo a salir de sus casas por la noche”, según advierte el comunicado.

Asimismo ISAF proporciona una fotografía que captura el momento en el que Sargento Cooney toma té con el comandante Yatimake-y. Tomada por la noche para evidenciar la nueva seguridad proporcionada por ISAF, la instantánea muestra al soldado norteamericano sin chaleco antibalas, casco y sin su rifle de asalto MP4, el arma estándar del Ejército de EEUU, con una actitud relajada pero seria y con cara de interés.

En cambio su interlocutor afgano aparece con su AK-47 a sus pies descalzos, con la radio en una mano para estar al tanto de cualquier suceso, y de tras suyo uno de los guardias vestido con el nuevo uniforme del Ejército Nacional Afgano (ANA) sostiene un fusil ametrallador M16, de fabricación norteamericana, con el dedo del gatillo a punto para proteger a su comandante.

Con historias como la del Sargento Cooney ISAF intenta ganarse la confianza de la población afgana, así como mostrar que las fuerzas de la Coalición Internacional no son un contingente de invasión sino de liberación. Un ejército amigo.

Pero lo que el servicio de noticias de ISAF no tiene en cuenta es que esta historia sólo ha sido publicada en su página web y en inglés, y la mayoría de afganos ni si quiera tiene electricidad y no habla o lee inglés.

Lo que significa que probablemente el objetivo de este tipo de propaganda no es el pueblo afgano sino los medios de comunicación internacionales, a los que lanza un mensaje simplón pero que evidencia un hecho muy importante: la guerra en las provincias no ha terminado, el enemigo Talibán sigue siendo fuerte.

O lo que es lo mismo, la transición militar que debe terminar en 2014 comienza a estar muy cerca, y quizás ISAF necesita más tiempo para vencer a los Insurgentes antes de que el Ejército afgano, acuciado por las deserciones y la corrupción, según informes producidos por la propia ISAF, tome las riendas del país definitivamente.

Amador Guallar

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