Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Display Tienda Diseño Grupo Versión móvil
19º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas:   Hablemos sin tapujos   UARS   NASA  

Chatarra espacial ¿estamos seguros en la Tierra?

Los humanos, pocas veces dirigimos la mirada hacia esta cúpula azul que nos cubre, en la que el Sol describe su trayectoria cada día
Miguel Massanet
martes, 27 de septiembre de 2011, 06:45 h (CET)
El escritor romano Valerio Máximo (siglo 1 a.C.), dedicó al emperador Tiberio su Factorum et Dictorum Memorabilium, un tratado moralizante que ensalzaba las virtudes romanas por medio de anécdotas y relatos tradicionales, del que he escogido la siguiente frase: “Mirad, no suceda que mientras guardáis la tierra perdáis el cielo”. .Es evidente que la intención del escritor se refería al cielo u Olimpo, residencia donde pululaban los dioses romanos y griegos que, en multitud, disfrutaban de aquella vida sobrenatural si bien, no dejaban de mantener las imperfecciones propias de sus adoradores los humanos. Lo cierto es que, esta frase de Valerio, me ha hecho reflexionar respecto a un problema, puede que menos filosófico y, evidentemente, más materialista, que me ha traído a la mente una noticia, de la NASA, confirmando la caída de un satélite de 5.000 kilos sobre la superficie de la Tierra, sin que parezca que se sepa otra cosa que el preocupante hecho de que sus fragmentos se puedan haber esparcido por una superficie de unos 800 kilómetros cuadrados.

En efecto, debemos reconocer que, los humanos, pocas veces dirigimos la mirada hacia esta cúpula azul que nos cubre, en la que el Sol describe su trayectoria cada día sin que le demos la más mínima importancia Sin embargo, a pesar que nuestras máximas preocupaciones se engendran a ras de tierra y que, a lo máximo, nos preocupamos por las alturas cuando tenemos noticias de algún accidente aéreo o cuando un misil cruza el espacio para causar estragos en algún país subdesarrollado; deberíamos reconocer que, el máximo peligro para la humanidad entera, si descontamos la posibilidad de una hecatombe nuclear provocada por algún loco psicótico, seguramente, como parece que ya ha sucedido en otras épocas de la Tierra, nos puede llegar desde el exterior, desde las lejanías insondables del Universo, ya en forma de meteorito o debido a que, alguna estrella, se colapse ( podría ser el Sol) y nos arrastrase en su derrumbe. En todo caso, por mucho que nos creamos la sal del Universo, en un caso como los citados, poco podríamos hacer para evitarlo. Pero, el hecho cierto de que uno de los satélites artificiales de 5 Ts. que permanecen en órbita alrededor de la tierra, haya dejado de ser controlado y, libremente, sin medio de evitarlo, se haya precipitado sobre nosotros; con la posibilidad de que alguno de sus fragmentos, esparcidos a lo ancho de 800 kms2, hubiera podido impactar sobre algún ser humano causándole la muerte; no es algo que podamos aceptar con resignación, como un imponderable más

Según parece ser, alrededor de la Tierra, existe una “órbita cementerio” a la que, la NASA y otras agencias espaciales, traslada a los satélites y otros objetos que ya han dejado de ser operativos, para que no entorpezcan el funcionamiento de los que sí están en activo, en la órbita “geostacionaria”, con los que pudieran colisionar o interferir su funcionamiento. Según un informe de la agencia aeroespacial, no se espera a que se agote el combustible (el de 3 meses aproximadamente) de los satélites, que deben ser desplazados al área cementerio situada en otra órbita, alejada de la geoestacionaria a una distancia de entre los 200 o 300 kms. El hecho es que, por encima de nuestras cabezas ya se está produciendo una sobresaturación de deshechos enviados desde la Tierra que, poco a poco, están cubriendo con miles de pequeños artefactos, de todos los orígenes, y con diversas misiones, que ya empiezan a constituir una preocupación para aquellos que, sí miran al cielo y, además, tienen la misión de velar para evitar que, un día, usted salga a la calle y lo deje descuajeringado una mole de acero que le caiga desde el cielo.

Esta chatarra o basura espacial está compuesta por una serie de elementos u objetos artificiales inservibles que, no obstante, pueden chocar con otros restos de cohetes, satélites viejos, restos de explosiones o restos de componentes de cohetes, como polvo y pequeñas partículas de pintura. Se ha de tener en cuenta que, estas colisiones, tienen lugar a velocidades orbitales y pueden perjudicar gravemente el funcionamiento de satélites en activo; con la agravante de que, al tiempo, producen nueva basura espacial en un proceso que se conoce como “Síndrome de Kessler”.

Nos podríamos preguntar ¿cómo es posible que, a pesar de la vigilancia que se lleva a cabo desde las bases terrestres, pueda suceder que, uno de los satélites, se quede sin combustible y no pueda se llevado a la órbita cementerio, quedando al albur de la suerte su destino final? O ¿qué sucede con los restos de cohetes, si no tienen medios para controlar su órbita? Es posible que, para los ignorantes en temas del espacio, no existan explicaciones y que, sin embargo, a nivel de técnicos espaciales sí las tengan. Lo malo es que, si un artefacto de estos se sale, por las circunstancias que sean, de su órbita y no se lo puede dirigir desde las bases terrestres, puede ocurrir, como con el caso del satélite UARS, que entre sin control en la atmósfera terrestre y caiga a la buena de Dios sobre cualquier zona poblada, sea una aldea o una mega ciudad, en cuyo caso, los efectos pudieran llegar a ser catastróficos si se tiene en cuenta la velocidad a la que se desploman sus segmentos desde el espacio.

Si intentamos indagar un poco a cerca de los cementerios espaciales, nos encontramos con cifras suficientes para que el vello se nos ponga como escarpias. Por ejemplo: a finales del 2003 había unos 10.000 objetos catalogados, aunque se estimaba en más de 50.000 los menores de un centímetro. EE.UU, según Nature, tiene fichados más de 9.000 objetos artificiales con un peso total que supera las cinco toneladas. El peligro que advierten los científicos es que, toda esta chatarra, puede poner en grave peligro el envío de nuevas naves espaciales. Se dice que en el 2055 el número de objetos peligrosos flotando hará imposible salir al espacio. El Dr. Walter Fluir, de la Agencia Espacial Europea, ha hecho un estudio de la composición de los objetos artificiales que orbitan la Tierra que, aproximadamente, ha dado el siguiente resultado: Naves operativas (7%); Naves obsoletas (22%); Restos de cohetes (17%); Objetos relacionados con las misiones (13%) y Otros fragmentos (41%).

Claro que las estadísticas son una cosa, pero es evidente que las naciones que se han hecho dueñas del espacio, están más interesadas en sacar provecho económico de sus satélites y exploraciones espaciales que en ocuparse de mantener en condiciones el espacio que nos rodea. Es posible que haya pocas personas que hayan dado importancia a que, un viejo satélite, se haya precipitado sobre la Tierra sin control alguno; no obstante, puede ocurrir que de tanto preocuparnos del calentamiento de la atmósfera, de la contaminación de los combustibles y del CO2, nos olvidemos de que, encima de nuestras cabezas, tenemos un basurero metálico que nos está orbitando y que, cada día que pasa se está haciendo mayor, de modo que, el peligro de que haya fallos humanos, como el que ha motivado la caída del UARS, va a aumentar exponencialmente, sin que los ciudadanos tengamos la seguridad de que no nos caiga del cielo, como espada de Damocles, cualquier desperdicio espacial mal controlado. ¿Qué las posibilidades de que te caiga encima uno de estos trozos metálicos es mínima? También lo es la de que te toque el Gordo de la lotería, sin embargo, siempre hay alguien a quien le toca. Un tema del que nos hemos despreocupado, pero que no hay duda de que tiene vital importancia.

Noticias relacionadas

Una ley que traspone mujeres y lascivia niños

El gobierno y mucho parlamento han legalizado esa insensatez engañados o seducidos por las feminazis y su protegido lobby de las muchas letras

Villarejo, el hombre de las cloacas

Es un policía corrupto, sólo un eslabón más de todo un aparato del 'Deep State', porque en esta guerra sucia hay más participantes que han colaborado activa o pasivamente

Tres oligopolios pero un sólo robo

Ford, Primark y Petronor

​La absurdez taurina desenmascarada en un directo

Los datos oficiales del Ministerio de Cultura que protege a la tauromaquia dejan claro que cada vez genera menos interés en la sociedad

Chicote y el sistema político español

Los fogones de la política institucional se presumen solanescos
 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Código Bonus México  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris