El Sevilla fue capaz de vencer en un heróico partido a todo un Valencia, que jugó gran parte de la segunda mitad contra nueve futbolistas e incluso falló un penalti que le hubiera dado el empate.
| Ficha técnica | Sevilla FC: Varas (3), Cáceres (2), Spahic (3), Escudé (1), Fernando Navarro (2), Navas (2), Medel (3), Trochowski (1), Perotti (1), Kanouté (2), Negredo (1)
Valencia: Guaita (1), Bruno (1), Rami (2), Víctor Ruiz (1), Mathieu (1), Maduro (2), Banega (2), Tino Costa (1), Jonás (1), Adúriz (0) y Piatti (0)
Cambios: En el Sevilla Rakitic (1) por Kanouté, Coke (1) por Perotti, y Del Moral (0) por Negredo. En el Valencia, Barragán (1) por Bruno, Soldado (0) por Víctor Ruiz, y Canales (0) por Tino Costa
Goles: 1-0 Kanouté (min 17).
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a los locales Spahic y Rakitic, a los visitantes Rami, Tino Costa y Adúriz, y expulsó a Trochowski, Escudé por el Sevilla, y Adúriz por el Valencia
Incidencias: 40000 espectadores en el Sánchez Pizjuán. Terreno de juego en buenas condiciones. |
Datos destacables | Lo mejor: El fútbol del Sevilla en la primera parte Victoria balsámica del Sevilla, jugando muchos minutos con nueve futbolistas
Lo peor:la primera parte del Valencia El Valencia defraudó con su apuesta futbolística inicial.
El dato: El Sevilla sigue invicto Con este resultado el Sevilla adelanta al Valencia y sigue invicto en el campeonato liguero |
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Hay momentos en el fútbol que parecen diseñados y ejecutados para que las cosas sean como en teoría deben ser.
Hoy el Sevilla, cual pretendiente corajudo, necesitaba cortejar y enamorar a su afición de nuevo, una afición que había recibido un desengaño temprano en los albores de la temporada, y que no acababa de ver claras las intenciones futbolísticas de su equipo en el campeonato liguero. Un partido épico, con una primera parte muy bien jugada en el plano futbolístico, y una segunda maravillosa en el apartado emocional, consiguió una fusión equipo-afición que por fín puede catalogarse como amor recíproco, absolutamente necesario si se quieren cumplir los ambiciosos objetivos marcados desde la entidad.
Y si todo esto adquiere los tintes de heroicidad es fundamentalmente porque enfrente había un equipo llamado a ser de los protagonistas de la liga; un equipo que venía además invicto y con vitola de claro aspirante a primero de la liga de los mortales.
A pesar de las rotaciones de Emery de cara al partido Champions, los valencianistas se presentaban en el Sánchez Pizjuán con un equipo capaz de destrozar a cualquier rival si cundía mínimamente la desconcentración o laxitud a la hora de encarar el partido. El Sevilla, por el contrario, apostaba por un once definido, que a falta quizá de Rakitic podría catalogarse como su equipo de gala, producto de la descarga de partidos que el descalabro europeo produjo en su calendario.
La primera mitad fue de claro color sevillista Interpretando por fín el libreto de Marcelino como éste desea, el Sevilla supo ser sólido y salir con rapidez al abordaje cuando recuperaba el balón, algo que esta vez sí se llevó a la perfección. Un gol injustamente anulado a Kanoté fue el preludio de una poderosa galopada de Navas, que cedió generosamente al genio franco-malí para que este se acomodara el balón y rematara con violencia a la red. Uno a cero, y el resto del primer tiempo flotaba por el coliseo nervionense la sensación de que hoy sí podía despedazar el Sevilla a su rival, un Valencia del que poco se puede rescatar en este período. Un tiro lejano de Jonás y mucha impotencia contenida.
Pero la segunda parte tenía deparada algo mucho más bello para el espectador, y muy especialmente para el que sintiera en sevillista. Un comienzo algo anodino de esta segunda mitad acabó bruscamente cuando Trochowski, que había visto la primera tarjeta amarilla por agarrón a Piatti, le propinó un plantillazo absurdo a Tino Costa, ganándose la segunda tarjeta amarilla y dejando a su equipo con uno menos. El Valencia, ahora sí, olió sangre, y supo adelantar líneas buscando el hueco para agrandar la herida. Una internada de Aduriz, que se quedaba solo ante Varas, fue cortada en penalty clarísimo por Escudé, que era último hombre y se fue justamente a la calle. La situación mientras Banega se preparaba para tirar el penalti no podía ser mas descorazonadora para el Sevilla y más halagüeña para el Valencia: probable empate y más de media hora por delante contra nueve futbolistas.
Pero aquí, en el preciso instante en el que Varas se tiraba a un lado y Ever le engañaba elegantemente lanzando al otro, se comenzó a ejecutar el plan del Sevilla para ganarse el amor de su pretendida, de esa afición que ardía en deseos de entregarse por completo. El balón golpeó el poste y fue escupido lejos del área, y el Sevilla sintió que merecía la pena dejarse el alma por pelear esos tres puntos.
Por si fuera poco, Spahic, que de nuevo sostuvo la defensa con su raza y buen hacer, era pisado por Adúriz, con lo que Muñiz Fernández mandó al vasco a la caseta, dejando al Valencia con diez futbolistas y muchísimo espacio por cubrir a los diecisiete jugadores de campo que quedaban en el césped.
El Valencia apretó hasta el final buscando el empate, pero el equipo nervionense supo convertir a su afición en el décimo jugador, el que le faltaba para estar de igual a igual con los valencianistas, y con un Varas espectacular, acabó llevándose los importantísimos puntos y de paso sensaciones de equipo y afición que ya parecían sepultadas bajo un tenue manto de olvido. El primer paso de este amor entre está dado ya; sólo queda por ver si será un amor duradero o un pequeño idilio con fecha de caducidad.