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Un extraño virus induce al hombre al exterminio sistemático de la población femenina

La última mujer de Australia

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La última mujer de Australia es el título de la novela que acaba de publicar la editorial Almuzara, obra del escritor Francisco Villarrubia, en la que narra cómo un extraño microorganismo se extiende por el territorio australiano infectando a la población masculina.

Sus efectos son una progresiva degeneración de las habilidades cognitivas, una elevación de la agresividad hasta límites insospechados y, lo que deja perplejos a científicos de todo el mundo, un odio extremo hacia las mujeres, tan extremo que deriva en su exterminio sistemático.

Su autor ha cuajado una novela intensa, con personajes verosímiles, de carne y hueso, que propician la inmersión del lector en la madeja de una trama absorbente y apocalíptica, siguiendo la estela de autores de la talla de Ray Bradbury, Richard Matheson o Cormac McCarthy. Como ellos, esta obra desnuda aspectos candentes y lacerantes de la realidad social de nuestro tiempo, así como los recovecos más insospechados de la naturaleza humana. Se trata de una novela de acción, con multitud de incidencias, que, no obstante, invita al mismo tiempo a la reflexión.

La última mujer de Australia describe la impotencia de la comunidad internacional para detener a un ejército infectado por un virus misógino y formado por diez millones de hombres, que practican el exterminio sistemático de la mitad de la población. Un año después del inicio de la epidemia el holocausto parece a punto de consumarse, pero Verónica Southgate, autodenominada la última mujer de Australia, intenta sobrevivir a un infierno en el que no es más que una liebre en un mundo de lobos.

En su huida conocerá a Jordan, un inmune que ha sido testigo impotente de la aniquilación perpetrada; Elwin, un infectado que, atormentado por un trauma de su infancia, es incapaz de hacer daño a las mujeres; y Rex, un musculoso homosexual, también víctima de la persecución.

Acompañada por esos tres hombres, Verónica recorre en su huida el continente -un Sidney convertido en gigantesca ratonera; Maralinga, el último santuario para mujeres, enclavado en una zona del desierto de Nullarbor contaminada por los ensayos nucleares del ejército británico-, buscando un modo de escapar a la sentencia dictada sobre su cabeza.

La última mujer de Australia

Un extraño virus induce al hombre al exterminio sistemático de la población femenina
Redacción
martes, 6 de septiembre de 2011, 09:52 h (CET)

La última mujer de Australia es el título de la novela que acaba de publicar la editorial Almuzara, obra del escritor Francisco Villarrubia, en la que narra cómo un extraño microorganismo se extiende por el territorio australiano infectando a la población masculina.

Sus efectos son una progresiva degeneración de las habilidades cognitivas, una elevación de la agresividad hasta límites insospechados y, lo que deja perplejos a científicos de todo el mundo, un odio extremo hacia las mujeres, tan extremo que deriva en su exterminio sistemático.

Su autor ha cuajado una novela intensa, con personajes verosímiles, de carne y hueso, que propician la inmersión del lector en la madeja de una trama absorbente y apocalíptica, siguiendo la estela de autores de la talla de Ray Bradbury, Richard Matheson o Cormac McCarthy. Como ellos, esta obra desnuda aspectos candentes y lacerantes de la realidad social de nuestro tiempo, así como los recovecos más insospechados de la naturaleza humana. Se trata de una novela de acción, con multitud de incidencias, que, no obstante, invita al mismo tiempo a la reflexión.

La última mujer de Australia describe la impotencia de la comunidad internacional para detener a un ejército infectado por un virus misógino y formado por diez millones de hombres, que practican el exterminio sistemático de la mitad de la población. Un año después del inicio de la epidemia el holocausto parece a punto de consumarse, pero Verónica Southgate, autodenominada la última mujer de Australia, intenta sobrevivir a un infierno en el que no es más que una liebre en un mundo de lobos.

En su huida conocerá a Jordan, un inmune que ha sido testigo impotente de la aniquilación perpetrada; Elwin, un infectado que, atormentado por un trauma de su infancia, es incapaz de hacer daño a las mujeres; y Rex, un musculoso homosexual, también víctima de la persecución.

Acompañada por esos tres hombres, Verónica recorre en su huida el continente -un Sidney convertido en gigantesca ratonera; Maralinga, el último santuario para mujeres, enclavado en una zona del desierto de Nullarbor contaminada por los ensayos nucleares del ejército británico-, buscando un modo de escapar a la sentencia dictada sobre su cabeza.

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