Esta laxitud me permitió atender a las explicaciones, algunas veces demasiado prolijas, de los comentaristas que subrayaban las intervenciones de los jugadores y la vida y milagros de cada uno.
Como uno está siempre con el oído atento a cualquier atisbo de noticia agradable, tomé nota del comentario sobre un jugador que daba estopa a diestro y siniestro pero que en la vida de la calle era un bendito.
Me fui raudo a Internet y me encontré con la siguiente noticia publicada en el digital Minuto 1 (M 1) en el pasado mes de Enero:
“Dos futbolistas argentinos, de Juventus y Torino respectivamente, tuvieron un gran gesto con los más necesitados de una ciudad italiana. En medio del frío polar que azota a gran parte de Europa, los futbolistas argentinos Paulo Dybala y Juan Iturbe tuvieron un gran gesto: repartieron frazadas y mantas a los "sin techo" de la ciudad de Turín para combatir las bajas temperaturas que acechan en Italia”.
Turín no es precisamente la Costa del Sol. La cercanía de los Alpes y la situación propia de la ciudad obliga a llevar abrigo hasta en el mes de junio. En Enero y durmiendo a la intemperie ya me dirán.
Los futbolistas, como los deportistas de élite, los toreros o los diversos artistas que hacen fortuna con rapidez, están muy atentos a lo que pasa con los pobres. Especialmente si sus propias familias son de extracción humilde. Por eso vemos como la lista de los que dedican parte de sus ingresos a ayudas y fundaciones solidarias contiene los nombres de los más famosos y de primera fila: Messi, Beckham o E´too, por ejemplo.
A esa lista debemos unir ahora estos dos argentinos solidarios. Han llevado las mantas en propia mano a los que viven a la intemperie. Me han recordado a nuestras gentes de calor y café. Agradecen la manta, pero necesitan la mirada, la conversación y la mano amiga.