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Somos seres cargados de historias, experiencias, contenidos, sentidos y significados concediendo
luz, vida, por donde nos desplazamos. En ocasiones también decidimos vivir en perpetua oscuridad
(consciente o inconscientemente). O lo hacemos por un tiempo agazapados en ella, la necesaria para
renacer desde las propias cenizas, como el ave fénix, y así poder madurar y avanzar.
Somos seres relacionales en constante movimiento. Somos personalidades formadas con múltiples
identidades en transformación (i. personal, i. profesional, i. familiar, i. social...). A su vez las
identidades se componen de imágenes, creencias, ideas-pensamientos, experiencias pasadas, sueños,
ilusiones, silencios, palabras... Por ejemplo, somos a la vez amigas, hijas, madres, esposas, tías,
abuelas y pilotas jubiladas, o, somos amigos, hijos, padres, tíos, viudos y enfermeros jubilados y
todo lo que conlleva cada día.
Pero ¿qué pasa cuando nuestro yo baila y camina por diferentes senderos? ¿Qué pasa cuando se
descoordina, choca y dificulta el crecimiento personal? ¿Sería bueno, adecuado, idóneo o quizá
fructífero sentarse a hablar? Detenerse en el camino, parar en seco y escuchar la voz interna que nos
indica que algo no marcha como quisiéramos o esperábamos, parece ser positivo, coherente y
productivo. Corroborado queda.
Cuando nos detengamos a mirar y comprender la ambigua, compleja y rica personalidad que
tenemos, al sentarnos a hablar, el caleidoscopio puede ser un instrumento idóneo. ¿Nos enseñaron
en las aulas este mágico recurso? ¿Nos enseñaron a desarrollar herramientas para solventar
dificultades y solucionar problemas? ¿Nos enseñaron a gestionar y cuidar de nuestro cuerpo y
mundo emocional? Un momento ¿qué pasó con el mundo racional? ¿Se llevó todo el protagonismo?
En definitiva ¿qué somos? Somos cuerpos energéticos, átomos unidos y dispersos, razón y emoción,
alma y cuerpo en combinación, somos luces y sombras, idas y venidas, bajones y subidas, alegrías y
tristezas. Somos seres y esencia. Cultivemos también al SER y dejemos de atender a ese impaciente,
quejica, ansioso y consumista TENER que siempre desea de todo. Que no se cansa de pedir y que
nunca llega a estar satisfecho en plenitud, ese mismo que se le olvida agradecer lo que somos.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
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