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Etiquetas | Islandia
Sus ciudadanos han decidido no pagar la deuda de los bancos

Islandia: La revolución silenciada

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Sin necesidad de la violencia, de los tanques y de las amenazas, Islandia ha hecho dimitir a su Gobierno, anular una ley de pago de la deuda y comenzar a redactar una nueva Constitución

Miguel Cañigral / SIGLO XXI

Hace unas semanas nos preguntábamos en este diario, cuánto tiempo tardaría en llegar a Europa la revolución iniciada en el norte de África. ¿Ya no hay nada por lo que luchar?, nos preguntábamos. A pesar de los altos índices de desempleo, de la subida de los precios de los productos básicos y, en general, de la disminución del nivel vida, los ciudadanos españoles se mantienen impasivos, como si nada fuese con ellos. Protestan por la ley antitabaco y porque ya no se puede beber en la calle, pero cuando el asunto es realmente importante, ¿nadie dice nada?

La televisión y la prensa han experimentando grandes niveles de audiencia y lectores con todo lo relacionado con las revueltas. Hemos visto un apoyo unánime, aunque a distancia, de los españoles a los egipcios, a los tunecinos y ahora a los libios. Explosiones, disparos, muertes, secuestros… A pocos kilómetros de nuestras costas aún ocurre todo esto.

Desde hace también una semanas, recibimos en nuestra redacción y vemos a través de blogs y en redes sociales, peticiones de gente que quiere saber lo que realmente está pasando en Islandia. Aseguran que la revolución que se está llevando a cabo, en la isla del volcán que tuvo a medio mundo paralizado por sus cenizas, ha sido silenciada por los medios a través de recomendaciones de los gobiernos, quienes no quieren que el pueblo sepa el poder que posee.

Y es que los islandeses, tan pocos como son, han decidido a través de un referéndum popular no pagar las deudas que ciertos bancos han contraído con sus inversores. De esta manera, los dirigentes de esas empresas han ido a la cárcel.

Más allá de entrar en si se ha silenciado o no, lo dejaremos en que en la televisión no vende una revolución pacífica. Nos guste o no, nosotros, la audiencia, pedimos acción. Aunque ello no quiere decir que no llame la atención una revuelta sin incidentes. Este es un ejemplo de la revolución pacífica islandesa.



Mucho tiene que ver con que esta revolución no ocupe portadas, su influencia en el mundo. Islandia es un país de poco más de 300.000 habitantes y cuyo mayor beneficio económico era hasta ahora, valga la redundancia, la economía basada en unos bancos potentes con inversores de todo el mundo, sobre todo de Reino Unido y Dinamarca.

Túnez, Marruecos y Libia, quedan más cerca de España, donde además nuestras empresas tienen miles millones en inversiones de telefonía, petróleo, gas y turismo. Y además, con nosotros residen millones de inmigrantes procedentes de estos países.

Que a España le interesa o le debe interesar lo que ocurre en el norte de África, es evidente. Pero también lo es que España debería fijarse en lo que está pasando en Islandia para deshacerse de una clase política que suspende en todas las encuestas y unas entidades económicas que se beneficiaron de los años de esplendor económico del país y a la hora de la verdad, tuvieron que ser rescatadas.

En el año 2008, los tres bancos más importantes de Islandia quebraron provocando una caída de la bolsa nacional superior al 70%, la deuda se situó por encima del PIB anual y el valor de las divisas quedó por los suelos.




Protesta en Islandia ante el Gobierno.

Islandia recibió ayuda del FMI pero el pueblo islandés obligó al Ejecutivo a convocar nuevas elecciones. Al nuevo gobierno le exigió un referéndum, después de haberse aprobado una ley positiva al pago, para decidir si se pagaba o no la deuda de 3.500 millones que habían contraído los bancos y que iban a tener que pagar durante 5 años y con un 5,5% de interés.

Así que el día 6 de marzó de este año se realizó la votación en la que, con un 93%, venció el 'no'. Y el día 9 se llevaron a cabo nueve detenciones por el colapso que produjo la caída del banco Kaupthing, aunque no se ha especificado el nombre de los detenidos.

La agencia de calificación de crédito ya ha anunciado que tendrá que bajar la nota del país si no se devuelve la deuda. Y lo islandeses dicen, "y a nosotros que nos importa".

Islandia es otro país desde que el pueblo es quien "decide". Al menos el Gobierno sabe que sus decisiones van a ser cuestionadas y puestas siempre en duda. En junio de 2010 aprobaron una ley de libertad de información que recoge el derecho de la ciudadanía a saber las acciones que emprenden sus gobernantes y que protege el ejercicio del periodismo.

Si te estás preguntando si esto es posible en España, párate a pensar si existe la más mínima posibilidad de que el pueblo se lance a la calle, pacíficamente, a protestar contra el Gobierno y que la oposición no se apunte el tanto.

Y por cierto, no es cierto que los medios no informen de lo que ocurre en Islandia. Es verdad que cuesta encontrar información diaria porque, como hemos dicho antes, España no tiene grandes intereses en ese país.

En Islandia no solo es posible, sino que lo están consiguiendo. Ahora, han elegido a 25 ciudadanos sin afiliación política para redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual. La asamblea constitucional comenzó su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de la carta magna que deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.

Islandia: La revolución silenciada

Sus ciudadanos han decidido no pagar la deuda de los bancos
Redacción
viernes, 18 de marzo de 2011, 06:31 h (CET)



Sin necesidad de la violencia, de los tanques y de las amenazas, Islandia ha hecho dimitir a su Gobierno, anular una ley de pago de la deuda y comenzar a redactar una nueva Constitución

Miguel Cañigral / SIGLO XXI

Hace unas semanas nos preguntábamos en este diario, cuánto tiempo tardaría en llegar a Europa la revolución iniciada en el norte de África. ¿Ya no hay nada por lo que luchar?, nos preguntábamos. A pesar de los altos índices de desempleo, de la subida de los precios de los productos básicos y, en general, de la disminución del nivel vida, los ciudadanos españoles se mantienen impasivos, como si nada fuese con ellos. Protestan por la ley antitabaco y porque ya no se puede beber en la calle, pero cuando el asunto es realmente importante, ¿nadie dice nada?

La televisión y la prensa han experimentando grandes niveles de audiencia y lectores con todo lo relacionado con las revueltas. Hemos visto un apoyo unánime, aunque a distancia, de los españoles a los egipcios, a los tunecinos y ahora a los libios. Explosiones, disparos, muertes, secuestros… A pocos kilómetros de nuestras costas aún ocurre todo esto.

Desde hace también una semanas, recibimos en nuestra redacción y vemos a través de blogs y en redes sociales, peticiones de gente que quiere saber lo que realmente está pasando en Islandia. Aseguran que la revolución que se está llevando a cabo, en la isla del volcán que tuvo a medio mundo paralizado por sus cenizas, ha sido silenciada por los medios a través de recomendaciones de los gobiernos, quienes no quieren que el pueblo sepa el poder que posee.

Y es que los islandeses, tan pocos como son, han decidido a través de un referéndum popular no pagar las deudas que ciertos bancos han contraído con sus inversores. De esta manera, los dirigentes de esas empresas han ido a la cárcel.

Más allá de entrar en si se ha silenciado o no, lo dejaremos en que en la televisión no vende una revolución pacífica. Nos guste o no, nosotros, la audiencia, pedimos acción. Aunque ello no quiere decir que no llame la atención una revuelta sin incidentes. Este es un ejemplo de la revolución pacífica islandesa.



Mucho tiene que ver con que esta revolución no ocupe portadas, su influencia en el mundo. Islandia es un país de poco más de 300.000 habitantes y cuyo mayor beneficio económico era hasta ahora, valga la redundancia, la economía basada en unos bancos potentes con inversores de todo el mundo, sobre todo de Reino Unido y Dinamarca.

Túnez, Marruecos y Libia, quedan más cerca de España, donde además nuestras empresas tienen miles millones en inversiones de telefonía, petróleo, gas y turismo. Y además, con nosotros residen millones de inmigrantes procedentes de estos países.

Que a España le interesa o le debe interesar lo que ocurre en el norte de África, es evidente. Pero también lo es que España debería fijarse en lo que está pasando en Islandia para deshacerse de una clase política que suspende en todas las encuestas y unas entidades económicas que se beneficiaron de los años de esplendor económico del país y a la hora de la verdad, tuvieron que ser rescatadas.

En el año 2008, los tres bancos más importantes de Islandia quebraron provocando una caída de la bolsa nacional superior al 70%, la deuda se situó por encima del PIB anual y el valor de las divisas quedó por los suelos.




Protesta en Islandia ante el Gobierno.

Islandia recibió ayuda del FMI pero el pueblo islandés obligó al Ejecutivo a convocar nuevas elecciones. Al nuevo gobierno le exigió un referéndum, después de haberse aprobado una ley positiva al pago, para decidir si se pagaba o no la deuda de 3.500 millones que habían contraído los bancos y que iban a tener que pagar durante 5 años y con un 5,5% de interés.

Así que el día 6 de marzó de este año se realizó la votación en la que, con un 93%, venció el 'no'. Y el día 9 se llevaron a cabo nueve detenciones por el colapso que produjo la caída del banco Kaupthing, aunque no se ha especificado el nombre de los detenidos.

La agencia de calificación de crédito ya ha anunciado que tendrá que bajar la nota del país si no se devuelve la deuda. Y lo islandeses dicen, "y a nosotros que nos importa".

Islandia es otro país desde que el pueblo es quien "decide". Al menos el Gobierno sabe que sus decisiones van a ser cuestionadas y puestas siempre en duda. En junio de 2010 aprobaron una ley de libertad de información que recoge el derecho de la ciudadanía a saber las acciones que emprenden sus gobernantes y que protege el ejercicio del periodismo.

Si te estás preguntando si esto es posible en España, párate a pensar si existe la más mínima posibilidad de que el pueblo se lance a la calle, pacíficamente, a protestar contra el Gobierno y que la oposición no se apunte el tanto.

Y por cierto, no es cierto que los medios no informen de lo que ocurre en Islandia. Es verdad que cuesta encontrar información diaria porque, como hemos dicho antes, España no tiene grandes intereses en ese país.

En Islandia no solo es posible, sino que lo están consiguiendo. Ahora, han elegido a 25 ciudadanos sin afiliación política para redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual. La asamblea constitucional comenzó su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de la carta magna que deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.

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