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“Es más fácil embaucar a muchos juntos que a uno solo.” Heródoto

No entendemos qué ocurre en España con las eléctricas

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Una manera efectiva de engañar a la gente, de venderle gato por liebre o de conseguir endosarle algo falso por verdadero es, como suelen hacer los timadores experimentados, embarullar los datos, complicar los cálculos o esconder detrás de complicadas operaciones, lo que debiera ser lo suficientemente sencillo y fácil de entender para cualquier ciudadano de una cultura elemental. Cuando uno intenta descifrar uno de estos sofisticados recibos de la luz, como no sea un experto en descifrar jeroglíficos, pronto se declarará vencido y optará por pagar lo que se le pide, impotente ante aquel cúmulo de fórmulas intrincadas, con las que las compañías eléctricas intentan (y lo consiguen) confundirnos.

Sin embargo, cuando algún ministro intenta explicar los motivos por los que un recibo de la corriente eléctrica, de un día a otro, sufre aumentos desorbitados; cuando se empeñan en hacernos creer que, cuando más consumo hay más les cuesta producir la corriente a las eléctricas o, cuando ya nos introducen en el complicado mecanismo de la compra y venta de kW. a nuestros vecinos, los franceses; cuando tenemos entendido que, lo normal, es que se los compremos a ellos a precio de oro y, para más INRI, procedente de sus nucleares (ahora en reparación). La confusión aumenta en progresión geométrica si, el culto y documentado ministro, intenta explicarnos como el Estado obligó a las compañías eléctricas que invirtieran miles de millones en energías alternativas, en un momento en el que, tales instalaciones, costaban un ojo de la cara precisamente por estar en un periodo de prueba e iniciación.

Lo que el señor ministro no quiso decir o no creyó oportuno informar de ello a los ciudadanos, es que, en un principio las inversiones en nuevas tecnologías debían de ser subvencionadas al 50% por el Estado y las eléctricas; no obstante, lo que ha ocurrido en realidad, ha sido que no ha pagado ninguno de los plazos convenidos y han tenido que hacerse cargo de todo e1 importe del gasto en alternativas, las compañías que hicieron las inversiones en dichas energías, lo que ha producido una deuda de más de 10.000 millones de euros que, como no podía ser de otra manera, se va repercutiendo en los recibos de los consumidores. Todas estas particularidades están fuera del alcance de los ciudadanos de a pie, por ello, lo único que somos capaces de hacer, ante estos desmesurados aumentos de la factura eléctrica, es quejarnos, lamentarnos de que quienes gobiernan nos deparen sorpresas como estas, cuando no estamos en unos momentos en que andemos sobrados económicamente; cuando los jubilados y demás clases pasivas, no tiene aumentos en sus salarios; lo que, contrariamente a lo que se va afirmando desde los organismo oficiales, no nos permite mantener el poder adquisitivo y tenemos que irnos corriendo la hebilla del cinturón a otros agujeros, cada vez reduciendo la circunferencia de nuestra cintura.

Si el año pasado se nos dijo que estábamos superando la crisis, si se nos dieron esperanzas de una pronta recuperación o se nos hablaba de que estábamos en condiciones de rebajar los impuestos; no acabamos de entender cómo, este año, el señor Montoro ha salido hecho un basilisco para decirnos que el 2017 será un mal año y que deberemos seguir con recortes y sufriendo privaciones. En todo caso, seguimos opinando que, si ahora se ven obligados a bajar la cerviz para contentar a la oposición y si, todavía, no hemos tenido ocasión de apreciar ninguna de las mejoras que se nos anunciaban, seguramente será porque Rajoy se equivocó cuando se hizo cargo del gobierno del país y no hizo caso de las advertencias que, muchas personas sensatas le hicieron, respecto a que dejara que las izquierdas se pegaran el leñazo y tuvieran que convocarse unas nuevas elecciones en las que, todos los augurios les eran favorables y, con toda seguridad, con la ayuda de un partido como Ciudadanos, hubiera conseguido la mayoría absoluta.

Aparte de lo dicho, cuando nos fijamos en los beneficios de las eléctricas (5.000 millones en 2015), a pesar de que ENDESA en el ejercicio del 2015 tuvo una caída de beneficio neto de un 67%, derivada de los impuestos que tuvieron que pagar por las plusvalías originadas por la venta de su negocio en Latinoamérica, a su matriz ENEL. Otro punto interesante a tener en cuenta es que, cada año, han seguido pagando beneficios a sus accionistas que, al parecer, no han notado en sus rentas los efectos de la enorme deuda que están soportando, por causa de las inversiones fallidas en energías renovables. Pensaríamos que antes de repartir dividendos, antes de incrementar de una forma desproporcionada el importe de los recibos de los consumidores, se debería notar en el bolsillo de los accionistas que deberían saber que la compañía tiene el deber de mantener el precio de la energía en un nivel razonable, mucho antes de pagar dividendos a sus accionistas.

Resulta que, según informaciones, Gas Natural Fenosa, tenía una deuda financiera, a finales del 2015, de 15.648 millones de euros y, no obstante, todas las grandes compañías, incluida ella, tienen planes para hacer nuevas inversiones millonarias en los próximos años y, casi todas ellas, han sido beneficiadas con un aumento de la cifra de negocios. Entendemos que una empresa debe siempre buscar expandirse y ganar más dinero, pero cuando este dinero se intenta ganar a costa de la clientela, en unos momentos en los que el país no está en su época más floreciente, entendemos que el Gobierno debiera preocuparse de que estos aumentos absurdos y desproporcionados no se produjeran. Algo no debe de estar muy claro en todo este asunto cuando, la fiscalía del Estado, ha abierto diligencias para averiguar lo que se esconde detrás de estos aumentos que se han producido en los recibos de la luz de todos los ciudadanos españoles. ¿Será sólo un globo sonda?, ¿habrá alguien que llame al orden al señor fiscal, para que deje de meter la justicia en tan escabroso asunto? No lo sabemos, pero lo que si nos tememos es que, este tema de la energía, no sea más que un anticipo de lo que nos queda por pasar en un año 2017, para el que se nos habían anunciado maravillas, bajada del desempleo, de los impuestos, gran desarrollo de la industria etc. ¿Qué ha pasado para que, apenas iniciado el año, en pleno enero, todas aquellas previsiones hayan quedado en agua de borrajas?

Mucho nos tememos que, este PP del señor Rajoy, se haya convertido en uno más de estos partidos dispuestos a sobrevivir a toda costa, aunque para ello no les quede más remedio que engañar a sus votantes, que modificar las normas del partido y, lo que todavía es peor, renunciar a sus principios, sus bases éticas y morales, sus tradiciones y, en fin, todos aquellos valores que habían reunido bajo su paraguas protector a todos aquellos que creíamos en una España moderna y democrática, basada en la tradición cristiana. Empezaron a fallar cuando no supieron enfocar el modo de atajar el desafío separatista catalán; han seguido equivocándose cuando han pretendido solucionar el problema mediante un diálogo que se ha demostrado ineficaz y continuarán errando si se creen que lo que está sucediendo, hoy en día, en nuestro país, lo van a poder solucionar sin tomar la sartén por el mango, aplicar a rajatabla las leyes y, en especial, la Constitución, y olvidándose de que podemos soslayar el doble desafío comunista y secesionista, con paños calientes.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que, dejando que la vida de los españoles vuelva a lo que ha sido durante los años de crisis anteriores; pensando que la gente estaría dispuesta a pasar por otra etapa de recortes y permitiendo que, las izquierdas, se puedan cargar de razón para, cuando les convenga, dar el zarpazo definitivo; este gobierno débil y dependiente, va a conseguir llevar a buen puerto esta legislatura, nos parece, simplemente, una falta de previsión, una visión distorsionada de la realidad y la forma más adecuada para que, cuando se quieran dar cuenta, nos encontremos ante una situación que ya no tenga remedio. Claro que no somos más que unos simples ciudadanos de a pie que, no obstante, temen por su patria, España, y por todas las gentes de paz que ven peligrar su futuro.

No entendemos qué ocurre en España con las eléctricas

“Es más fácil embaucar a muchos juntos que a uno solo.” Heródoto
Miguel Massanet
martes, 24 de enero de 2017, 00:23 h (CET)
Una manera efectiva de engañar a la gente, de venderle gato por liebre o de conseguir endosarle algo falso por verdadero es, como suelen hacer los timadores experimentados, embarullar los datos, complicar los cálculos o esconder detrás de complicadas operaciones, lo que debiera ser lo suficientemente sencillo y fácil de entender para cualquier ciudadano de una cultura elemental. Cuando uno intenta descifrar uno de estos sofisticados recibos de la luz, como no sea un experto en descifrar jeroglíficos, pronto se declarará vencido y optará por pagar lo que se le pide, impotente ante aquel cúmulo de fórmulas intrincadas, con las que las compañías eléctricas intentan (y lo consiguen) confundirnos.

Sin embargo, cuando algún ministro intenta explicar los motivos por los que un recibo de la corriente eléctrica, de un día a otro, sufre aumentos desorbitados; cuando se empeñan en hacernos creer que, cuando más consumo hay más les cuesta producir la corriente a las eléctricas o, cuando ya nos introducen en el complicado mecanismo de la compra y venta de kW. a nuestros vecinos, los franceses; cuando tenemos entendido que, lo normal, es que se los compremos a ellos a precio de oro y, para más INRI, procedente de sus nucleares (ahora en reparación). La confusión aumenta en progresión geométrica si, el culto y documentado ministro, intenta explicarnos como el Estado obligó a las compañías eléctricas que invirtieran miles de millones en energías alternativas, en un momento en el que, tales instalaciones, costaban un ojo de la cara precisamente por estar en un periodo de prueba e iniciación.

Lo que el señor ministro no quiso decir o no creyó oportuno informar de ello a los ciudadanos, es que, en un principio las inversiones en nuevas tecnologías debían de ser subvencionadas al 50% por el Estado y las eléctricas; no obstante, lo que ha ocurrido en realidad, ha sido que no ha pagado ninguno de los plazos convenidos y han tenido que hacerse cargo de todo e1 importe del gasto en alternativas, las compañías que hicieron las inversiones en dichas energías, lo que ha producido una deuda de más de 10.000 millones de euros que, como no podía ser de otra manera, se va repercutiendo en los recibos de los consumidores. Todas estas particularidades están fuera del alcance de los ciudadanos de a pie, por ello, lo único que somos capaces de hacer, ante estos desmesurados aumentos de la factura eléctrica, es quejarnos, lamentarnos de que quienes gobiernan nos deparen sorpresas como estas, cuando no estamos en unos momentos en que andemos sobrados económicamente; cuando los jubilados y demás clases pasivas, no tiene aumentos en sus salarios; lo que, contrariamente a lo que se va afirmando desde los organismo oficiales, no nos permite mantener el poder adquisitivo y tenemos que irnos corriendo la hebilla del cinturón a otros agujeros, cada vez reduciendo la circunferencia de nuestra cintura.

Si el año pasado se nos dijo que estábamos superando la crisis, si se nos dieron esperanzas de una pronta recuperación o se nos hablaba de que estábamos en condiciones de rebajar los impuestos; no acabamos de entender cómo, este año, el señor Montoro ha salido hecho un basilisco para decirnos que el 2017 será un mal año y que deberemos seguir con recortes y sufriendo privaciones. En todo caso, seguimos opinando que, si ahora se ven obligados a bajar la cerviz para contentar a la oposición y si, todavía, no hemos tenido ocasión de apreciar ninguna de las mejoras que se nos anunciaban, seguramente será porque Rajoy se equivocó cuando se hizo cargo del gobierno del país y no hizo caso de las advertencias que, muchas personas sensatas le hicieron, respecto a que dejara que las izquierdas se pegaran el leñazo y tuvieran que convocarse unas nuevas elecciones en las que, todos los augurios les eran favorables y, con toda seguridad, con la ayuda de un partido como Ciudadanos, hubiera conseguido la mayoría absoluta.

Aparte de lo dicho, cuando nos fijamos en los beneficios de las eléctricas (5.000 millones en 2015), a pesar de que ENDESA en el ejercicio del 2015 tuvo una caída de beneficio neto de un 67%, derivada de los impuestos que tuvieron que pagar por las plusvalías originadas por la venta de su negocio en Latinoamérica, a su matriz ENEL. Otro punto interesante a tener en cuenta es que, cada año, han seguido pagando beneficios a sus accionistas que, al parecer, no han notado en sus rentas los efectos de la enorme deuda que están soportando, por causa de las inversiones fallidas en energías renovables. Pensaríamos que antes de repartir dividendos, antes de incrementar de una forma desproporcionada el importe de los recibos de los consumidores, se debería notar en el bolsillo de los accionistas que deberían saber que la compañía tiene el deber de mantener el precio de la energía en un nivel razonable, mucho antes de pagar dividendos a sus accionistas.

Resulta que, según informaciones, Gas Natural Fenosa, tenía una deuda financiera, a finales del 2015, de 15.648 millones de euros y, no obstante, todas las grandes compañías, incluida ella, tienen planes para hacer nuevas inversiones millonarias en los próximos años y, casi todas ellas, han sido beneficiadas con un aumento de la cifra de negocios. Entendemos que una empresa debe siempre buscar expandirse y ganar más dinero, pero cuando este dinero se intenta ganar a costa de la clientela, en unos momentos en los que el país no está en su época más floreciente, entendemos que el Gobierno debiera preocuparse de que estos aumentos absurdos y desproporcionados no se produjeran. Algo no debe de estar muy claro en todo este asunto cuando, la fiscalía del Estado, ha abierto diligencias para averiguar lo que se esconde detrás de estos aumentos que se han producido en los recibos de la luz de todos los ciudadanos españoles. ¿Será sólo un globo sonda?, ¿habrá alguien que llame al orden al señor fiscal, para que deje de meter la justicia en tan escabroso asunto? No lo sabemos, pero lo que si nos tememos es que, este tema de la energía, no sea más que un anticipo de lo que nos queda por pasar en un año 2017, para el que se nos habían anunciado maravillas, bajada del desempleo, de los impuestos, gran desarrollo de la industria etc. ¿Qué ha pasado para que, apenas iniciado el año, en pleno enero, todas aquellas previsiones hayan quedado en agua de borrajas?

Mucho nos tememos que, este PP del señor Rajoy, se haya convertido en uno más de estos partidos dispuestos a sobrevivir a toda costa, aunque para ello no les quede más remedio que engañar a sus votantes, que modificar las normas del partido y, lo que todavía es peor, renunciar a sus principios, sus bases éticas y morales, sus tradiciones y, en fin, todos aquellos valores que habían reunido bajo su paraguas protector a todos aquellos que creíamos en una España moderna y democrática, basada en la tradición cristiana. Empezaron a fallar cuando no supieron enfocar el modo de atajar el desafío separatista catalán; han seguido equivocándose cuando han pretendido solucionar el problema mediante un diálogo que se ha demostrado ineficaz y continuarán errando si se creen que lo que está sucediendo, hoy en día, en nuestro país, lo van a poder solucionar sin tomar la sartén por el mango, aplicar a rajatabla las leyes y, en especial, la Constitución, y olvidándose de que podemos soslayar el doble desafío comunista y secesionista, con paños calientes.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que, dejando que la vida de los españoles vuelva a lo que ha sido durante los años de crisis anteriores; pensando que la gente estaría dispuesta a pasar por otra etapa de recortes y permitiendo que, las izquierdas, se puedan cargar de razón para, cuando les convenga, dar el zarpazo definitivo; este gobierno débil y dependiente, va a conseguir llevar a buen puerto esta legislatura, nos parece, simplemente, una falta de previsión, una visión distorsionada de la realidad y la forma más adecuada para que, cuando se quieran dar cuenta, nos encontremos ante una situación que ya no tenga remedio. Claro que no somos más que unos simples ciudadanos de a pie que, no obstante, temen por su patria, España, y por todas las gentes de paz que ven peligrar su futuro.

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