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La obediencia ciega es de "ciegos" voluntarios, esto es, de quienes no quieren ver

Los mulos y las sectas

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Quizá este título recuerde aquello de la gimnasia y la magnesia o que no es lo mismo la obra del maestro Chapí que la picha del maestro de obras. O lo que se decía hace ya años, que no es lo mismo una angina de pecho que el pecho de Gina (Lollobrígida, se entiende).

Hay autores que han entrado en profundidad a estudiar y describir el fenómeno de las sectas. Es algo complejo, entre otras cosas porque algo tan universal como la Iglesia católica fue considerada por el mundo romano como una secta judía antes de que quedara clara su diferenciación de esta.

Se puede decir que lo característico de la secta es el secreteo, la ocultación de ritos, normas y modos de vivir en las cuales se ampara el líder para poseer de algún modo la inteligencia y la voluntad de los que pertenecen a ese grupo. Peor todavía que poseer sus voluntades es poseer sus inteligencias, porque quien sabe que tiene tomada la voluntad, por lo menos sabe eso y puede intentar defenderse. Lo peor es que se tenga poseída la inteligencia, pues en ese caso se está poseído sin saberlo y por tanto sin posibilidad de salir de esa situación, ya que para querer algo, primero hay que conocerlo, y para querer liberarse de algo, primero hay que conocer que eso de lo que hay que liberarse, existe.

Los autores católicos siempre han comparado la fe sobrenatural que Dios nos infunde en el bautismo con una luz. Quien no posee esa luz no sabe que exista tal luz, pero no se imagina cómo es, y por tanto no la echa de menos. Cree que el mundo es una inmensa oscuridad.

El problema de las sectas es que confunden la fe-confianza con la fe teologal, es decir, que toman como algo divino la simple confianza en el líder hasta el punto en que esa confianza llega a ser fe teologal, que es algo que solo se lo debemos a Dios. Dicho en pocas palabras, que el líder pasa a ser divinizado de alguna manera o al menos pasa a ser la voz o la voluntad de Dios para los miembros de la secta, cuando la voz de Dios debería ser solamente oída en la propia conciencia, que es en último término la norma próxima de moralidad.

Entender que la voluntad de Dios viene a través de otras personas, aparte de suponer una anulación de la persona, es por otra parte algo "cómodo", pues supone anular la capacidad de pensar y de decidir por cuenta propia, es decir, con responsabilidad. Entender la obediencia como algo meramente instrumental, como si fuéramos máquinas, supone acallar la conciencia evitando "complicaciones", y depositar en el líder la responsabilidad de los propios actos. La obediencia ciega es de "ciegos" voluntarios, esto es, de quienes no quieren ver.

Y aquí es donde voy a hablar de los mulos. En una ocasión vi un mulo castrado en un pueblo de Almería, con una pesada carga encima y un amo a su lado que le hostigaba de un modo relativamente suave. Iban por una estrecha calle. Se cruzaron con otro equino que me parece que era una yegua. Del primero sí tengo claro que iba castrado porque se le veía un tajo en lo que parecía un comienzo de pene. Ya se que hay otros medios menos violentos de castrar hoy día a los animales, pero en aquel pueblo de Almería parece que no estaban para delicadezas. Bueno, el caso es que el primer equino pasó junto al segundo como si nada. Su dueño no tuvo que hacer nada especial para evitar que se distrajera de lo suyo, de cargar con el fardo. De hecho, ese es el motivo de castrar a los mulos, evitarles veleidades sexuales para que se dediquen a cargar pesos. Incluso no se si esa castración les lleva a tener más fuerza, puede que sí.

Así están quienes pertenecen a una secta, castrados de inteligencia y voluntad, ignorantes de lo que se pierden, aunque lo tengan al lado. Controlada la inteligencia, controlada la voluntad; donde los demás ven, ellos no ven. Al no ver ni sentir, no echan de menos nada. "Ojos que no ven, corazón que no siente".

El fenómeno de las sectas no es uniforme. No son todas iguales. Los estudiosos suelen distinguir entre sectas de primera, segunda y tercera generación. Hay sectas vinculadas a creencias orientales. Otras lo están de alguna manera a ideas cristianas. Desde el principio del cristianismo hubo sectas cristianas, la más peligrosa de todas, el gnosticismo, que casi acaba con la Iglesia naciente. A lo largo de 21 siglos han proliferado sectas cristianas. Hoy día las hay también, aunque no podemos calificar de "sectas" a todas las organizaciones católicas distintas de las parroquias, pues el "espíritu sectario" no se da por igual en unas o en otras, o lo que es igual, que no son todas sectas en la misma medida.

Sin embargo, lo que sí podemos decir, es que, en alguna medida, son sectas aquellas organizaciones católicas en las que haya algo que ocultar y que eso que se oculta sea, de hecho, norma para los miembros de ese grupo.

Los católicos no tenemos absolutamente nada que ocultar. "No se enciende una vela para ponerla bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa", dijo el Señor. La religión cristiana es buena, porque viene de Dios. Si algo se oculta, es que no es bueno. Junto con la caridad, lo característico del cristianismo es la transparencia. La máxima transparencia lleva al máximo conocimiento, a la verdad, y por tanto, a la mayor libertad, ya que "la verdad os hará libres". Si algo caracteriza a quienes pertenecen a una secta es la ausencia de libertad como consecuencia de la falta de conocimiento, similar a los mulos castrados, que pasan al lado de una yegua y ni se inmutan.

En el Nuevo Testamento se dice expresamente que Jesucristo ha venido "a traer el Derecho". Y la fuente señera del derecho es la ley, una de cuyas características esenciales es que debe ser promulgada y publicada. Una ley secreta, no pública, no es ley, es violencia. Y si afecta a cuestiones espirituales es algo peor: violencia sobre las conciencias, elemento característico de las sectas.

No se si la gimnasia y la magnesia tienen mucho que ver, pero me parece haber demostrado que los mulos y las sectas tienen algo en común (si los primeros están castrados, se entiende).

Los mulos y las sectas

La obediencia ciega es de "ciegos" voluntarios, esto es, de quienes no quieren ver
Antonio Moya Somolinos
domingo, 11 de diciembre de 2016, 13:26 h (CET)
Quizá este título recuerde aquello de la gimnasia y la magnesia o que no es lo mismo la obra del maestro Chapí que la picha del maestro de obras. O lo que se decía hace ya años, que no es lo mismo una angina de pecho que el pecho de Gina (Lollobrígida, se entiende).

Hay autores que han entrado en profundidad a estudiar y describir el fenómeno de las sectas. Es algo complejo, entre otras cosas porque algo tan universal como la Iglesia católica fue considerada por el mundo romano como una secta judía antes de que quedara clara su diferenciación de esta.

Se puede decir que lo característico de la secta es el secreteo, la ocultación de ritos, normas y modos de vivir en las cuales se ampara el líder para poseer de algún modo la inteligencia y la voluntad de los que pertenecen a ese grupo. Peor todavía que poseer sus voluntades es poseer sus inteligencias, porque quien sabe que tiene tomada la voluntad, por lo menos sabe eso y puede intentar defenderse. Lo peor es que se tenga poseída la inteligencia, pues en ese caso se está poseído sin saberlo y por tanto sin posibilidad de salir de esa situación, ya que para querer algo, primero hay que conocerlo, y para querer liberarse de algo, primero hay que conocer que eso de lo que hay que liberarse, existe.

Los autores católicos siempre han comparado la fe sobrenatural que Dios nos infunde en el bautismo con una luz. Quien no posee esa luz no sabe que exista tal luz, pero no se imagina cómo es, y por tanto no la echa de menos. Cree que el mundo es una inmensa oscuridad.

El problema de las sectas es que confunden la fe-confianza con la fe teologal, es decir, que toman como algo divino la simple confianza en el líder hasta el punto en que esa confianza llega a ser fe teologal, que es algo que solo se lo debemos a Dios. Dicho en pocas palabras, que el líder pasa a ser divinizado de alguna manera o al menos pasa a ser la voz o la voluntad de Dios para los miembros de la secta, cuando la voz de Dios debería ser solamente oída en la propia conciencia, que es en último término la norma próxima de moralidad.

Entender que la voluntad de Dios viene a través de otras personas, aparte de suponer una anulación de la persona, es por otra parte algo "cómodo", pues supone anular la capacidad de pensar y de decidir por cuenta propia, es decir, con responsabilidad. Entender la obediencia como algo meramente instrumental, como si fuéramos máquinas, supone acallar la conciencia evitando "complicaciones", y depositar en el líder la responsabilidad de los propios actos. La obediencia ciega es de "ciegos" voluntarios, esto es, de quienes no quieren ver.

Y aquí es donde voy a hablar de los mulos. En una ocasión vi un mulo castrado en un pueblo de Almería, con una pesada carga encima y un amo a su lado que le hostigaba de un modo relativamente suave. Iban por una estrecha calle. Se cruzaron con otro equino que me parece que era una yegua. Del primero sí tengo claro que iba castrado porque se le veía un tajo en lo que parecía un comienzo de pene. Ya se que hay otros medios menos violentos de castrar hoy día a los animales, pero en aquel pueblo de Almería parece que no estaban para delicadezas. Bueno, el caso es que el primer equino pasó junto al segundo como si nada. Su dueño no tuvo que hacer nada especial para evitar que se distrajera de lo suyo, de cargar con el fardo. De hecho, ese es el motivo de castrar a los mulos, evitarles veleidades sexuales para que se dediquen a cargar pesos. Incluso no se si esa castración les lleva a tener más fuerza, puede que sí.

Así están quienes pertenecen a una secta, castrados de inteligencia y voluntad, ignorantes de lo que se pierden, aunque lo tengan al lado. Controlada la inteligencia, controlada la voluntad; donde los demás ven, ellos no ven. Al no ver ni sentir, no echan de menos nada. "Ojos que no ven, corazón que no siente".

El fenómeno de las sectas no es uniforme. No son todas iguales. Los estudiosos suelen distinguir entre sectas de primera, segunda y tercera generación. Hay sectas vinculadas a creencias orientales. Otras lo están de alguna manera a ideas cristianas. Desde el principio del cristianismo hubo sectas cristianas, la más peligrosa de todas, el gnosticismo, que casi acaba con la Iglesia naciente. A lo largo de 21 siglos han proliferado sectas cristianas. Hoy día las hay también, aunque no podemos calificar de "sectas" a todas las organizaciones católicas distintas de las parroquias, pues el "espíritu sectario" no se da por igual en unas o en otras, o lo que es igual, que no son todas sectas en la misma medida.

Sin embargo, lo que sí podemos decir, es que, en alguna medida, son sectas aquellas organizaciones católicas en las que haya algo que ocultar y que eso que se oculta sea, de hecho, norma para los miembros de ese grupo.

Los católicos no tenemos absolutamente nada que ocultar. "No se enciende una vela para ponerla bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa", dijo el Señor. La religión cristiana es buena, porque viene de Dios. Si algo se oculta, es que no es bueno. Junto con la caridad, lo característico del cristianismo es la transparencia. La máxima transparencia lleva al máximo conocimiento, a la verdad, y por tanto, a la mayor libertad, ya que "la verdad os hará libres". Si algo caracteriza a quienes pertenecen a una secta es la ausencia de libertad como consecuencia de la falta de conocimiento, similar a los mulos castrados, que pasan al lado de una yegua y ni se inmutan.

En el Nuevo Testamento se dice expresamente que Jesucristo ha venido "a traer el Derecho". Y la fuente señera del derecho es la ley, una de cuyas características esenciales es que debe ser promulgada y publicada. Una ley secreta, no pública, no es ley, es violencia. Y si afecta a cuestiones espirituales es algo peor: violencia sobre las conciencias, elemento característico de las sectas.

No se si la gimnasia y la magnesia tienen mucho que ver, pero me parece haber demostrado que los mulos y las sectas tienen algo en común (si los primeros están castrados, se entiende).

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